Walter Malosetti
Por el hecho de ser músico de jazz, ¿se sintió discriminado en algún momento?
No… discriminado por ser un músico de jazz, no. Siempre fui respetado, pero es cierto que te miraban como diciendo “pobre… toca jazz…” Éramos una gran minoría; y uno estaba hasta un poco orgulloso de eso, también. Pero más grato es que se te valore, ¿no?
La situación actual, ¿le da un poco de envidia? ¿Le hubiese gustado que esta “explosión” hubiera ocurrido en los 60’s?
Yo no tengo ese tipo de sentimientos. Para nada. A mí me produce alegría (piensa) ¿Sabés qué? Sin querer… nunca lo pensé… tengo buen nombre de tocar siempre con pibes. Yo trato de tocar con jóvenes talentosos. Y son todos pibes… y no es una cuestión sectaria del tipo “voy a tocar exclusivamente con jóvenes y no con veteranos como yo”. No. Tocar con jóvenes me da más placer. Porque… a la vez… el tipo a lo mejor es más talentoso que uno pero te respeta, te valora, te agradece que lo llames… ¡y es muy lindo eso!
¿Y por qué cree que los jóvenes adhieren a tocar con usted? Porque no ocurre lo mismo con otros músicos de su generación…
Siempre hay excepciones, pero los músicos de mi generación… son medio “claneros”, hay una especie de ghetto… que supongo que los jóvenes también lo tendrán, pero conmigo siempre han sido muy agradecidos. Y los jóvenes son los que están aportando cosas nuevas… los viejos… ¿qué vamos a aportar? Yo puedo agarrar mi guitarra y hacer el “plim plim” (risas), pero los creadores son los jóvenes. No digo que sea una regla a rajatabla, pero a los jóvenes hay que escucharlos. ¿Cómo no vas a llamar a alguien, por más pibe que sea, que toca y te deja con la boca abierta? A mí particularmente me resulta grato, son más espontáneos, me sorprenden más y es que… (con voz arrabalera) más actualizados que los pibes no hay, papi… Yo en algún momento habré aportado algo al jazz, pero ahora es más bien poco lo que… porque yo estoy tocando lo que toqué siempre, tal vez un poco mejor, pero son los jóvenes los que te tiran otras cosas, todo el tiempo están buscando cosas nuevas.
¿Lo sorprenden en los shows? (Pregunto, por meter un bocadillo, porque la verdad que daba para que siguiera…)
Y claro… son terribles… ¿cómo no me van a sorprender? Y mucho. Yo ya tengo experiencia en eso… la experiencia máxima la tuve con Javier… (risas)
Y ése, además, le falta el respeeto…
(Poniendo cara de canchero) “No, papá… ese acorde no va…” (y se ríe con ganas).
¿Qué siente usted…?
(Interrumpiendo sanamente) ¡Tantas cosas me enseñó Javier! Pero con los demás pasa lo mismo, parece que tuvieran una experiencia atrás…
Hasta hace poco tocaba con Mariano Otero
(La cara se le ilumina nuevamente) Ahí está… Marianito Otero… Tiene condiciones, toca bien, tiene técnica, tiene ideas, tiene todo… yo disfruté tanto tocando con él… y él me valora… él valora que yo haya convocado a jóvenes. Y cuando voy a España, toco porque allá hay músicos, como Leandro Hipaucha, que han empezado conmigo. Yo no soy muy moderno, ya lo sé, soy swinguero, pero se ve que haber tocado conmigo le proporcionó una buena base. Y así ocurre en general. Tal vez me equivoque, pero yo percibo que los jóvenes me respetan y quieren.
Usted sabe que en octubre va a haber un Festival de Jazz acá en Buenos Aires, ¿no?
Sí…
Y que le han comisionado un trabajo a Mariano Otero…
Sí… Adrián Iaies me dedicará en el Festival Internacional de Jazz de octubre ´08 un homenaje y le pidió a Mariano Otero que haga los arreglos de mis temas …
¿Cómo le cae eso?
Y… (sonríe tímidamente) me cae muy grande… me parece mentira… me siento raro, muy emocionado y agradecido con la idea de Iaies y que le haya encomendado a Marianito que tocó tanto conmigo …
En la época que en el trío estaba Pepi Taveira…
Claro… y con Pepi también estuvo Guillermo Delgado, con quien ahora voy a hacer una fecha. Eran todos pibes y me encantaba lo bien que tocaban, la pasión que ponían, las sugerencias, un ida y vuelta constante. Y no hacían el menor problema. Porque si bien están en período de aprendizaje, yo los valoro como profesionales porque tocan fenómeno. No basta con que sean pibes, ¿entendés?
¿Usted se da cuenta de que, además de lo que dice, lo que usted ha hecho fue darles a esos jóvenes una oportunidad y que eso no abunda?
Mirá, yo te voy a explicar… hay algo en mí… a ver… siento placer en enseñar. No digo ayudar, simplemente me gusta compartir mucho con gente que escucha, que tiene bondad y me siento muy, pero muy feliz. Porque cuando tocás con alguien que te saca la chapa de la experiencia todo el tiempo, se pierde la alegría de tocar.
¿Por eso dejó los Swing Timers?
No… porque a mí me gustaba el estilo del grupo. Porque la idea era la de un quinteto al estilo de Benny Goodman. Y toqué mucho con ellos, pero en un momento sentí la necesidad de tocar en trío, con un grupo mío. Pero la pasé muy bien. Porque son todos swingueros que tocan bárbaro y es lo que a mí me gusta, imaginate… estaban Lapouble, el Negro González, Fraga y Percán… pero quería hacer lo mío; no solo, porque no me gusta mucho…
¿Por qué no?
No sé… será que el trío tiene un sabor muy fuerte, porque el contrabajo te llena todos los graves, la batería complementa el sonido grupal y con la guitarra podés hacer rítmica, acompañar un solo de bajo, hacer esto, lo otro… es el trío que más me gusta, como al pianista también le gusta esa formación… tocar en trío me hace muy feliz.
Pero ahora seguramente va a salir un disco, con su hijo Javier, con varios temas en dúo…
Sí… parece que está todo marchando bien…
(Insistente) Porque va a haber temas en trío pero muchos en dúo…
El dúo me gusta.
¿Le gusta o le gusta con Javier?
No… me gusta… con contrabajo me gusta. Mirá que hay buenos acá, eh… Otero, Ezequiel Dutil, Javier, Guillermo Delgado, Carmona… hay una lista larga. Vos sabés que… cambiando de tema o yendo de adelante para atrás y de atrás para adelante… antes no había tantos contrabajistas. Había de tango o de clásica, pero de jazz no…
¿Y el Negro González?
Bueno, pero el Negro estaba saturado de laburo. Estaba en todos lados.
Usted publicó varios libros, sacó discos y tiene la Escuela de Música; ¿qué es lo que le da más placer?
No me atrae tanto grabar discos, me pone un poco nervioso; me gusta más tocar, pero igual he grabado mucho. Los libros iban surgiendo solos durante las noches que no tocaba. Yo daba clases todo el día y por las noches hacía ejercicios, así fueron surgiendo los libros. Hace poco saqué uno nuevo… Y la Escuela… (piensa) me permite hablar con vos, hacerle chistes tontos a algún profesor, ir viendo cómo aparecen chicos que tocan bien… y si bien la Escuela está orientada básicamente al jazz, también se cubren otros estilos como el tango o el folclore, por ejemplo. Sin ir más lejos, mi sobrino Raul Malosetti toca folclore… Pero todos tienen una muy buena base jazzera.
Todo lo que me dice está fenómeno, pero todavía no me respondió qué le da la Escuela a usted…
Es que voy a hincharle a todos los profesores a ver en qué andan, qué están enseñando… y de paso toco un ratito (risas). Y meter la cuchara con el alumno, también… y ayudarlo… yo disfruto porque para mí es un premio esto, es puro placer. Yo veo a un alumno y la verdad que me emociono. Y algunos profesores, que fueron alumnos míos, tocan tan bien que a veces se les va la mano… (risas)
¿Cómo separa las cuestiones familiares de las musicales?
¿Y qué tiene que ver… cómo hace un médico?
No sé… pero ahora no estoy hablando con un médico… ¿o hay algo que no sé? (risas)
Es todo muy natural, no hay que aclarar nada de antemano. Y menos con Javier… (piensa) Yo tuve mi compañera, Graciela, la madre de mis hijos, que falleció hace unos años, que me alentaba mucho. En la Escuela que tenía en Virrey Ceballos, ella era mi secretaria. Siempre tuve apoyo familiar. Ahora, después de muchos años, estoy con Sara que me ayuda con las contrataciones, las notas… coordina todo ella. Además… no tuve mucha suerte con los representantes… ahí hay un tema delicado, el de los representantes…….. Y yo para eso confío mucho en Sara, que se encarga de todo. La última vez que fui a España toqué dos meses sin parar y es gran mérito de ella. Porque yo no puedo hablar de negocios… me pongo nervioso y termino tocando gratis. No tengo carácter para eso. Y mi señora actual es muy capaz, muy hábil…
¿Y con Javier? ¿Qué siente cuando toca con él?
(Piensa y se emociona) Los que estuvieron en los shows que dimos en La Trastienda saben lo que siento. Porque tenía una emoción terrible que se notaba desde la China, parece. Tenía unas ganas de tocar con él… y fueron tres noches y va a salir un disco en el que también van a estar…
Oscar Giunta y Pepi Taveira
Que mirá vos… los dos tocaron un montón conmigo y después con él…
O sea que usted hace el control de calidad…
Y Javier me los afana (risas). Está bien eso… El músico va adonde hay más laburo, donde le pagan mejor…
Pero también adonde sienta placer…
Sí, por supuesto… Fijate Otero, con la Orquesta, que sigue su camino, que está bien…
Pero usted le chifla y a los diez minutos lo tiene al lado.
Sí… (sonríe), probablemente sí… Se ve que me adapto mejor a los jóvenes que a los jovatos como yo. Porque si bien el jazz tuvo que esperar, ahora parece que le tocó nomás… Y esto en un punto es mérito de los pibes, porque estudian, se actualizan, van para adelante…
¿Usted se incluye en ese grupo?
¿Entre los jóvenes o entre los jovatos? (risas)
No lo molesto más jefe…
¿Listo? Yo no puedo creer que todo lo que hablé esté en ese aparatito… para mí que vos sos un detective, nomás…
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Marcelo Morales
