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Van der Graaf Generator: Trisector

The Hurlyburly, Interference Patterns, The Final Reel, Lifetime, Drop Dead, Only in a Whisper, All That Before, Over the Hill, (We Are) Not Here

Músicos:
Hugh Banton: órgano, bajo
Guy Evans: batería, percusión
Peter Hammill: voz, guitarras, pianos

EMI, 2008

Calificación: Está (más que) bien

Veamos… ¿qué es un Trisector?
Nos dirigimos al diccionario de la Real Academia Española y… nada.
Fuimos al Oxford Advanced Learners Dictionary… nada
Al Cassell’s Spanish – English / English – Spanish Dictionary… tampoco.
Lo que sí sabemos es lo que significa sector: sustantivo masculino; parte, sección, grupo, fraccción, departamento.
Y tri es un prefijo que significa “tres”.
Trisector debería ser algo así como “tres sectores”. Buscando llegamos a que un Trisector es un triple de secciones verticales espaciadas a 120 grados. Y tozudamente dimos con el “Teorema Trisector de Morley” que, sinceramente… podría escribir que no viene al caso explicarlo; pero la verdad verdadera es que mis infinitas capacidades no son suficientes para explicar en forma clara y fidedigna (o no) de qué moños se trata el teorema del no-tan-querido Frank Morley, un anglo-americano que se puso a jugar en 1899 con escuadras y transportadores para terminar diciendo algo similar a que en cualquier triángulo, los tres puntos de interseccción del ángulo adyacente forman un triángulo equilátero, al que denominó “Triángulo de Morley”.
¿Vio?
Fue al divino botón…

Pero tratemos de iluminar la cuestión; el enunciado original expresa: “Si una cardioide variable sea tangente a los lados de un triángulo, entonces el lugar geométrico de su centro, esto es, del centro del círculo sobre el cual rodan las circunferencias iguales, es un conjunto de 9 rectas que son paralelos 3×3 a las direcciones siendo ellas de un triángulo equilátero. Las intersecciones de estas rectas corresponden a las tangentes dobles y también son las intersecciones de pares de trisectrices de los ángulos internos y externos del primer triángulo”.

Pasemos entonces, ya que veo que sigue complicándosele… al enunciado reducido del teorema: “Los pares adyacentes de las trisectrices de los ángulos de un triángulo siempre se encuentran en los vértices de un triángulo equilátero
¿Y ahora?
¿Sigue igual de confundido que yo?
Espere, no se rinda, que tal vez con esto… “Los tres puntos intersección de las trisectrices adyacentes de los ángulos de un triángulo cualquiera forman un triángulo equilátero.”
Bueno, como sea… la cuestión es que Morley pasó a ser una celebridad porque parece ser que esta cuestión de geometría clásica (¿clásica?) se les escapó a los griegos simplemente porque no le encontraron la vuelta a la trisección de un ángulo con regla y compás.

¿Y si simplificamos la cuestión pensando que Trisector refiere a “tres sectores”… quidistantes?
Yo no soy Adrián Paenza, así que me planto acá.

Lo que usted se preguntará con buen Tino (Pascalli o el de Los Parchís) es a qué viene tanta lata con el bendito (o no) Trisector, el teorema y un tal Morley..

Dejemos la situación en suspenso por un momento y, justamente, cambiemos el ángulo de la información.
Van der Graaf Generator, banda liderada por el más grande, Peter Joseph Andrew Hammill, un letrista e intérprete como no habrá (temeraria afirmación, pero el que entró en el universo el querido Pedro sabe que hay con qué respaldar lo antedicho) debutó discográficamente en 1968. Pero antes de la edición de Aerosol Grey Machine (que originalmente iba a ser un álbum solista de Hammill) ya se habían separado. Luego de 4 discos, se produce el segundo parate en 1971, luego de la edición de Pawn Hearts. Se reúnen en 1975 con la intención de editar un álbum doble pero la idea no prosperó, así que Godbluff (1975) y Still Life (1976) salieron por separado. En enero de 1978 brindaron su último concierto, registrado en el álbum doble Vital.

Peter Hammill siguió con su carrera solista (que lo trajo a la Argentina en cinco oportunidades y cómo se lo extraña…) y permanentemente recurriría al aporte de sus compañeros de banda.
Hasta que, contra todo pronóstico y luego de negarse en forma sostenida, en 2005 Van der Graaf Generator resucitó nuevamente.
Fue con un CD doble en estudio, Present, y uno en concierto, Real Time.
De la aventura formaron parte Guy Evans en batería, Hugh Banton en órgano y teclados, David Jackson en saxos y flauta y, por supuesto, Hammill, en voz, guitarra y teclados.
O sea, la formación histórica.

Algunos sostienen que el líder decidió reflotar a VdGG luego de haber sufrido, a finales de 2003, una fuerte descomposición que hizo peligrar su vida.
Como fuere, la banda sigue en pie. Pero… ¿por qué no volverían a producirse los encontronazos entre Hammill y Jackson?
La cuestión es que el cuarteto quedó reducido a una formación inédita: trío.
Entre las distintas alternativas posibles estaba la disolución; o un reemplazo, que bien podría haber sido el violinista Graham Smith. O Stuart Gordon.
Pero no.
Por primera vez en 40 años, Van der Graaf Generator es un trío.
Hammill ha apostado nuevamente y a esta altura podríamos decir que está bien, que el camino ya está hecho, que a nadie tiene que andar dando explicaciones, que el pasado lo avala y sigan enumerando ustedes.
Pero es que Hammill siempre ha asumido riesgos.
Es una de las cosas que se le reconocen.
Y esas cosas no son pocas.
La cuestión es que VdGG tiene disco nuevo, en estudio, cuyo título es… ¡Trisector!
Caramba… ¡qué coincidencia!

Al grano: Banton, Evans y Hammill. Ningún músico invitado, ningún saxo, ningún violín.
Nueve flamantes composiciones, una de ellas instrumental.
Solamente un tema largo, que supera los doce minutos.
Y varias cuestiones.

Desde un principio me resistí a una nueva reunión de la banda.
Present no me convenció.
Real Time me reventó el melón.
El instrumento supuestamente líder pasaría a ser la guitarra eléctrica de Hammill.
Que no es Jimi Hendrix, eso está claro.
Su voz, a pesar de andar por los 60 años y de no tener la potencia de otrora, sigue siendo inmaculada.
Hablar de las bondades de PH como compositor sería ocioso.
Pero habíamos dicho “al grano”.

Se me hace difícil, espero sepan comprender.
Todos tenemos (o deberíamos tener), al menos “un” artista considerado como “propio”.
En el supuesto caso de que usted haya adherido a la frase anterior (y si no… también), le cuento que en el reparto me tocó el querido Pedro.
Aunque lo cortés y el afecto no anulan la valentía.

The Hurlyburly (La batahola) abre el CD y es el único instrumental. Sonidos de teclados, apagados, reforzados por golpeteos en los tambores se llevan el primer minuto. Aparece la guitarra de Hammill con un riff tan obvio como la melodía que se desencadena, una suerte de rockito gobernado por colchones de teclados a cargo de Banton. El tema finaliza de una manera tal que da para pensar “¿por qué empezó?” No es lo que se dice un comienzo auspicioso, créame.
Interference Patterns ofrece desde el inicio un contratiempo protagonizado por el órgano y el hi-hat, sobre los que aflora la voz de Hammill clara, potente. El caos comienza a adueñarse del tema hasta que un abrupto y preciso corte obliga a comenzar de nuevo. Evans está tremendo, dicho sea de paso. Levantamos el sport de manera significativa.
The Final Reel es una típica balada hammilliana de las que hemos escuchado muchas… e infinitamente mejores. Aquí parece sobrar toda instrumentación. Pedro, solito y solo, puede llegar a hacer un destrozo sobre un escenario. Pero aquí suena… a ver… ¿cómo decirlo? Esteee… da la sensación de… vetustez. Perdón.
Lifetime tiene un comienzo similar en instrumentación a Interference Patterns, pero sin métricas irregulares ni caos. Y tal vez tengo la idea fija, pero… ¡qué buen tema hubiera sido en el contexto de Fireships!
Pero aquí no funciona.
Porque esto es Van der Graaf Generator

Drop Dead trae una lectura distinta de lo que es un “Power Trio”. Sin complejidades armónicas ni de las otras, tenemos un verdadero tour de force, directo, potente, compacto, casi un hit single para escuchar a volumen altísimo y que vengan los vecinos a preguntar quiénes son esos jovencitos alocados que no saben hacer otra cosa que “rocanrol”. Evans sigue impecable y Banton, además de llenar absolutamente todo sin empalagar, mete hacia el pre-final un solo que bien podría ser de Medeski. Y el final, con cierta dosis caótica, hace que odiemos definitivamente ese pésimo invento que es el “fade out”.

Only in a Whisper tiene una intro que me hace recordar (alegremente) a Gentle Giant. Señores… estamos en presencia de un verdadero tema hammilliano. Banton se confirma como jugador de toda la cancha y Evans es el encargado de hacer que el equipo ataque o no. El dueño de la pelota, el gran Pedro, aquí la lleva atada. Es así… no hay que descuidarse con estos tipos… cuando menos lo esperás te meten un tema que te deja patitieso, con cara de “¿será posible?”
All that Before es toda potencia, también con métricas irregulares y Evans haciendo fácil lo (casi) imposible. Hammill distorsiona su guitarra en contraste con su garganta, potente y amenazante. Estamos en otro gran momento de Trisector. All that Before podría estar incluido en cualquiera de los (irreemplazables) álbumes de VdGG. Tres no-tan-pibes abocados a un verdadero apocalipsis sonoro enraizado en los ’70 pero marca Siglo XXI. Y un final memorable.
Over the Hill es el tema largo del álbum al que hicimos referencia. Como muchos de los temas de la banda (y de la carrera solista de PH también), parece una rapsodia. ¿No lo es? Varios temas en uno; distintos climas y texturas. El calmo comienzo, las letras siempre inteligentes, la voz inmaculada, pasajes asociables al free jazz en una formación de lo más convencional: batería, organo y piano. Aceleraciones y desaceleraciones. Luego, y sobre esa columna indestructible conformada por el baterista, las guitarras distorsionadas que se entrelazan con los teclados de Banton. Contundencia y precisión. Tampoco están ausentes los climas épicos, casi emparentados con el gospel, atajos melódicos y sonoros que recuerdan a The Sleepwalkers… y la calma final.
Al principio Over the Hill no me atrapó, ni me conformó, ni me convenció… ni nada.
Afortunadamente todavía suelo darme segundas y terceras oportunidades, no sé si he sido claro…
El cierre del álbum es con la potente (We Are) Not Here, con un Hammill bucólico sostenido instrumentalmente con solvencia. Está bien.

Van der Graaf Generator sigue entre nosotros y lo hace con toda dignidad.
Un sonido emparentado con World Record (1976) y donde, reconozcámoslo, se extrañan los colores ya sea del saxo o el violín.
Por supuesto que está lejos de gemas impardables que resisten tozudamente el paso del tiempo.
Pero yo a Pedro lo quiero y debo decir que Trisector es desparejo.
Esto, visto desde cualquier ángulo.
Y, a pesar de Frank Morley, si el álbum fuera un triángulo… no sería equilatero.
Porque a la hora de valorar… hay algo que no puedo soslayar.
Y es que esto es… Van der Graaf Generator.
¿La mejor banda inglesa de rock?
Si hay que pelear, me peleo.
No habrá demasiados en este disco.
Pero tengo argumentos de sobra.

Marcelo Morales

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