Roxana Amed
4)- Lyle Mays (Lyle Mays).
Un álbum que me abrió las puertas a un sonido absolutamente geográfico; aún hoy, 20 años después, no dejo de recordar el impacto de ese relato incidental de la música de Mays. Era mi época de escuchar la Elektric Band de Corea y Metheny, mezclado con Dee Dee Bridgewater y en ese contexto riquísimo, la impecable musicalidad de Mays me resultó refrescante. Efectos sumamente inspiradores para mí como músico, tanto como la última discografía de Frisell.
5)- Time Remembered (John McLaughlin).
Este disco trae la nostalgia de Bill Evans, la musicalidad inteligente (eso de cada nota puesta al servicio de la música y no del instrumentista), pero personalmente, tiene una sonoridad conseguida por el ensamble de este guitarrista exquisito más el cuarteto de acústicas y la bass guitar -que es una de mis debilidades… Este disco, sin arreglos pretenciosos, es una inspiración y una tentación para llegar más lejos aún con las posibilidades de este instrumento interminable.
¿¿…Y EL ÚLTIMO…??
Sólo tengo un disco, LIMBO, ¡que me ha dado bastante trabajo…! Primero fue encontrar el sonido, esta cuestión de las guitarras que está comenzando a tomar forma, cambio importante para mí, dejar de componer con el piano y seguir la sorpresiva música que brota de las guitarras. LIMBO además empezó a conversar en español en mi voz que se expresaba con mayor plenitud cantando en inglés, ¡improvisando para no aburrirse…! Y supongo que esto también es un proceso en mi discografía y en mi íntima experiencia como autora.
El público que me comprende en este idioma ha podido establecer un compromiso diferente.
Es un disco en el que puse todo lo que tenía, el primero, el más vulnerable y el más valiente.
Siempre quise y quiero trabajar para expresar, del modo más original posible, lo diferente.”
