Uri Caine: Bedrock – Un Huracán Que Te Deja De Cama
La Trastienda – Buenos Aires
Sábado 30 de Abril de 2005
A Uri Caine se lo conoce (poco) por estos lares, básicamente por pertenecer al Downtown neoyorquino y por sus coqueteos con la música clásica, aunque es justo decir que más que coqueteos se trata de acercamientos irreverentes no exentos de respeto, siempre interesantes.
En su segunda visita a la Argentina (la primera fue un dueto con el clarinetista Don Byron en el año 2000), el pianista vino a mostrar una faceta bien distinta con su agrupación Bedrock, básicamente un trío conformado por el mismo Caine en piano y Fender Rhodes, Tim Lefebvre en bajo eléctrico y Zach Danziger en batería. Los tres cuentan además con sus respectivas laptops desde las que disparan sonidos de toda índole, provocando y provocándose mutuamente durante todo el concierto.
El valor agregado en este caso (una suerte de + 1) fue DJ Olive en bandejas.
El trío cuenta con un álbum editado en el 2001 por el sello Winter & Wnter y pareció ser un experimento aislado, un sacarse las ganas, un se me antoja y lo hago.
Error.Bedrock sigue vivo y con un próximo disco en las gateras a editarse en un par de meses y este material nuevo fue el que ofrecieron en el concierto del sábado 30 de abril, segundo y último de los programados y realizados.
Ya desde el comienzo hay sorpresas: una bola sonora que va in crescendo mientras Lefebvre (gracioso y verborrágico maestro de ceremonias) pide en castellano que corran el telón. La intro se transforma en una demoledora base de Danziger y que entrega el primero de los grandes solos de Caine de la noche en un pianito de unas dos octavas (¿conectado a la laptop?) situado por encima del Rhodes.
El show se desarrolla prácticamente sin interrupciones; incluso en los monólogos de Lefebvre (siempre y cuando Danziger no le arrebate el micrófono para explicar las bondades de los precios de los lentes en la calle Florida), hay de fondo una base que preanuncia el inmediato porvenir sonoro.
Hay que decir algunas cosas: Danziger y Lefebvre son muy graciosos, hace mucho tiempo que tocan juntos, se conocen a la perfección, son los terroristas del cuarteto y tocando son demoledores.
Caine, a un costado, sonríe ante las ocurrencias verbales y sonoras del Dúo Dinámico y además de ser el cráneo del grupo, permanece en penumbras, sin intentar sobresalir escénicamente y luciendo una mano izquierda envidiable y una catarata de ideas apabullante ya sea al Rhodes, al mencionado pianito o al piano acústico.
Ha habido de todo en uno de los shows más contundentes que se hayan ofrecido en Buenos Aires; incluso ciertos momentos kitsch que recordaban a aquellas películas de Porcel y Olmedo… salvando las distancias, por supuesto.
El ensamble del grupo es aceitadísimo; se nota no sólo que hay mucho ensayo, sino también precisión y placer.Sin dar espacios para que la gente intervenga o interrumpa o como lo quieran llamar, no hay silencios después de cada solo a la espera del aplauso, sino pasajes que transmutan hacia otras ideas haciendo que la atención del espectador deba ser constante.
Momentos que recuerdan a lo más contundente del James Taylor Quartet, toques de jazz latino, pasajes que bien podrían musicalizar una película muda, algún bolero a la derecha, potente rock a la izquierda, un groove permanente y que no cesa y la sensación de que Caine no podría interpretar esto con otros músicos, no al menos sin mucho ensayo y elaboración previos.
La primera interrupción seria fue antes del primer y único bis, una suerte de homenaje/atentado a Burt Bacharach titulado Raindrups Iceep Failing On My Head. Gotas de lluvia ácida parecián penetrar nuestros oídos.
Un apartado para el sorprendente DJ Olive, el mejor DJ que uno ha visto sobre un escenario, con absoluto bajo perfil, permanentemente concentrado y aportando siempre a favor del grupo aunque esto implique (aparentemente) una disminución de protagonismo. El derroche de ideas del bueno de Olive parece inagotable y ha sido un punto decididamente culminante en un concierto de altísimo nivel (sonoro y de calidad). Lo que uno no alcanza a comprender es cómo hace para escuchar lo que sale de sus auriculares con semejante potencia sonora ahí mismito, a su lado.
Un show extraordinario, una hora y media de pleno goce tanto arriba como abajo del escenario.
Uri Caine lo hizo de nuevo; y esta vez, como en el 2000, tampoco estuvo solo.
Marcelo Morales.
Nota: Mención para el gran Pepe Terminiello quien supo, por cuestiones de fonética, asociar a Uri Caine con el Huracán.