Mariana Baraj: Deslumbre
Ya viene la triste noche, Gatito e las penas, Merceditas, Dorotea la cautiva, Chacarera santiagueña, Tonada de otoño, Conmigo, Lejos, Doña Ubenza, Coplas Quebradeñas, Jantun Illimani, Corazón maldito, Los ejes de mi carreta, El 180.
Músicos:
Jerónimo Carmona: contrabajo
Carto Brandán: batería y percusión
Rodrigo Domínguez: saxo tenor, soprano y clarinete
Juan Pablo Arredondo: guitarras
Mariana Baraj: voz y percusión
Los Años Luz, 2005
Calificación: Dáme dos.
Son pocos los discos en los que se puede aplicar el rótulo de fusión sin que suene pretencioso.
El disco de Mariana Baraj, Deslumbre, segundo en su carrera tras su debut en el 2001 con
Lumbre, de cierta manera confirma aquella propuesta del comienzo; aquí tomó forma y creció madurando en canciones del repertorio popular y no tanto, dando como resultado un disco de una gran carga emocional.
La voz de Mariana suena imponente y clara durante todo el disco, ondulando sobre la instrumentación que toma aportes del jazz (fundamentalmente en la improvisación), pero sin perder de vista la armonía.
Las sonoridades buscadas y encontradas le dan una coloratura diferente a cada tema, llevando a las distintas canciones a un lugar de exploración del cual salen airosas y la escucha para el oyente resulta más que reconfortante; el riesgo en el que se sumerge la propuesta encuentra un buen puerto, sin dudas.
Lo que uno percibe cuando escucha Deslumbre, es que Mariana nos muestra su manera de ver el folclore, lo cual no es poco; una manera personal que se diferencia, básicamente, porque su banda está integrada en su totalidad por músicos que se relacionan directamente con el jazz.
Uno de los principales encantos del disco radica ahí, precisamente en abordar -conciente o inconcientemente- clásicos como Lejos (Chivo Valladares), Los ejes de mi carreta (Atahualpa Yupanqui) ó Merceditas (Ramón Sixto Ríos), desde otro lenguaje (el jazz) que a los músicos les resulta más familiar, dándole sin duda una nueva dirección en lo tímbrico, en lo melódico y en lo tonal.
La base suena compacta, apoyándose fundamentalmente en la consistencia de Jerónimo Carmona para desarrollar lineas de contrabajo más que creativas (Ya viene la triste noche, Lejos), con el apoyo de Carto Brandán, infalible como siempre, demostrando ideas con una gran soltura.
En Corazón maldito, con la presencia de Rodrigo Domínguez, la formación toma más aires jazzeros, destacándose también el dueto de saxo soprano y voz en Jantun Illimani; Juan Pablo Arredondo en guitarras parece estar siempre a la búsqueda de climas adecuados para cada tema, más que en desarrollar una línea melódica (Tonada de otoño, Dorotea la cautiva).
No es menor el aporte de Mariana en la percusión, a veces tomando el protagonismo -marcando la línea a seguir- y otras veces simplemente utilizándola para lograr detalles que derrochan buen gusto.
Mariana Baraj le encuentra una vuelta de tuerca a un repertorio folclórico tradicional sin perder frescura y proponiendo arreglos osados en cada tema valiéndose de músicos que están a la altura de lo que se pretende.
Un disco que se nutre de distintos estilos logrando una fusión por demás interesante.
Creatividad + riesgo = Deslumbre.
Cristian Woinarowski.