El Ojo Tuerto

Ya No Somos Chiquitos: Luis Alberto Spinetta

Rosedal de Palermo – Buenos Aires
Sábado 11 de febrero de 2006 – 21:00 hs. 

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires programó una serie de conciertos gratuitos al aire libre. La penúltima fecha estaba reservada para Luis Alberto Spinetta, con nueva banda y nuevo disco (aún por editarse).

Dejaré para otro momento ciertas cuestiones personales de larga data con el ¿más grande? del rock nacional (que cada vez es menos rock y menos nacional).

La posibilidad de ver su actualidad musical me embadurnó por completo. No quería dejar pasar la chance. Así fue que accediendo al sector reservado para la prensa e invitados, estaba ahí, a apenas 5 metros del escenario, presto a registrar lo que sucedería… que no fue poco.

Con una asombrosa puntualidad apareció el cuarteto en escena: Spinetta en voz y guitarra eléctrica, Nerina Nicotra en bajo, Claudio Cardone en teclados y Sergio Verdinelli en batería; y luego de algunos cabildeos por cierta conexión rebelde, el Flaco que anuncia Resumen porteño. La noche, estrellada y con una luna como pocas veces; el sonido (y la organización), sin fisuras; la banda, sólida y potente. Un buen comienzo.

No habrá destino incierto fue el primero de los dos estrenos de Pan, el inminente nuevo álbum, y que mostró a un Verdinelli impecable que se ganó la primera ovación de la noche. Sorpresiva y agradablemente, siguieron dos temas de la época Jade: Era de Uranio y el inédito Mundo Arjo, este último con un interesante arreglo "bandoneonístico" a cargo de Cardone.

Otra sorpresita: Las cosas tienen movimiento, de Fito Páez ("nuestro queridísimo Páez", diría Spinetta), con un arreglo poppy que aportó frescura sin escatimar belleza.

A esta altura ya podía afirmarse que estábamos frente a un gran Luis, cantando fenómeno y comprendiendo que a la guitarra no es Hendrix ni tiene por qué serlo: medidas y soberbias intervenciones con su instrumento dieron fe de ello.

Se sucedieron Bs. As. Alma de piedra del EP Camalotus, Vidamí, de Para los árboles y Qué hermosa estás, segundo tema de Pan, por momentos un blues deforme con ciertos pasajes terroristas.

La bella Jardín de gente, de la época de "Los socios del desierto", dio pie a un solo piano de Cardone que estuvo bien, correcto y que sirvió de introducción a uno de los momentos más emotivos de la noche: Laura va, de Almendra, solos Cardone y el Luis. El arreglo mucho no me conforma, pero el tema es imbatible; de ahí (siempre los dos solitos los dos) a Crisantemo (de Camalotus) con el dúo funcionando mejor y la trilogía se cerró con A Starosta el idiota, de Artaud, con Nicotra y Verdinelli acoplándose hacia el final y con el Flaco diciendo con voz distorsionada "Say more" (¡!).Una correcta versión de Viaje y epílogo (Bajo Belgrano) dio paso a La Herida de Paris (de Los niños que escriben en el cielo), en extensa versión más cercana a la original que a la de Exactas y que incluyó buenas intervenciones de Nicotra y Cardone.

El cuarteto es sólido. Muy sólido. Nerina Nicotra tiene un sonido gordo, bien de base, permitiéndole a Verdinelli (anunciado por el Flaco como "el koala que la rompe") jugar a in-discreción. Cardone sostiene todo, aunque a veces la presencia de los teclados abrume. Spinetta estaba encendido. Todos, divirtiéndose, pasándola bien y entregando un concierto fantástico.

La gente (más de 50.000 personas) vociferaba pidiendo por sus clásicos predilectos. Lejos está la época en la que el Flaco parecía renegar de su pasado. Ante el alarido desesperado de un fan, que mostraba un cartel mientras se desgañitaba pidiendo algo de Invisible, Spinetta lo mira y le dice "estás lejos, no leo desde acá, ya te veo… gracias… leo tu corazón".

Y se despacha con una increíble versión de Durazno sangrando.
El cierre oficial fue con Nelly no me mientas, de Camalotus.

"Tenemos que cambiar el destino perverso" dice el querido Flaco; pero habría más: la trifecta final arrancó con una sorprendente y potente versión eléctrica de Kamikaze y con los primeros acordes de Los libros de la buena memoria quedaba ya la sensación de que no se bancaba más. Pero hubo espacio para el cierre con Agua de la miseria, de Para los árboles y el mejor solo de guitarra de toda la noche.

Final; más de 100 minutos.

El concierto fue notable. El Flaco está entero y da gusto verlo así, lúcido, concentrado, profesional, afectuoso, bajando desde el escenario una línea que se transforma en 50.000 personas conviviendo en paz, sin el menor desmán y visiblemente regocijados y emocionados.

La noche ayudó, es cierto.
Pero los asistentes también.
¿Será verdad entonces que ya no somos chiquitos?

Marcelo Morales. 

Foto de Nerina Nicotra, gentileza de Laura Lagna-Fietta

Aclaración final: a los señores de Clarín (y a sus lectores) les informamos que no, que Spinetta no interpretó Barro tal vez ni el Blues de Cris. Suele ocurrir esto cuando se copia información de la página web del Gobierno de la Ciudad. Más aún cuando ni siquiera se chequea que Nerina no es Neria ni que Sergio no es Serfio.

Si vamos a tomar prestado… hagámoslo bien, che.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *