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Ben Goldberg Quintet: The Door, the Hat, the Chair, the Fact

Petals, Song and Dance, Long Last Moment, F13, Facts, Blinks, I Before e Before I, Learned From Susan Stewart, MF, Facts, Dog’s Life, Lone, Cortege

Músicos:
Ben Goldberg: clarinete
Carla Kihlstedt: violín
Rob Sudduth: saxo tenor
Ches Smith: batería
Devin Hoff: bajo acústico
Cryptogramophone, 2006

Calificación: Dame dos

Fueron los griegos quienes adoptaron la música como parte fundamental de la educación.

Y no la adoptaron (a la música) porque no podían engendrar una, sino que lo hicieron porque la música inspiraba, según su concepto, amor a lo noble y odio a lo mezquino.

Pero también reconocían que para alcanzar ese fin, detrás de la música debía existir un propósito moral. Tal vez por eso sólo llamaban música a los sonidos que incentivaban los sentimientos morales más elevados.

Y claro, uno puede preguntarse…

¿Es posible componer música elevada en un sótano?

¿Para expresar sentimientos morales elevados es necesario tener una escalera?

¿El sonido de un ascensor es moralmente elevador?

¿Uno puede preguntarse…y dos o más… también?

Como decía Platón: “llegar al alma para educarla en la virtud”. Platón… ¡cómo jugaba! (¿no era el nueve del Panathinaikos?).

¿O era Sócrates?

Disculpe, pero en mi vida he asimilado tanta información…

Si tan sólo lograra ordenarla un poquito…

Los sonidos que no cumplían este propósito eran llamados amusia. Por lo menos, eso decían los griegos…

Pero cabe preguntarse… ¿por qué les dicen griegos a los nacidos en Grecia?

¿No seria mejor llamarlos grecios? ¿O en realidad habrán nacido en Griegia?

En cualquier caso, resulta difícil discutirle a los antiguos griegos… y ni qué hablar a los grecios o greceños…

Para ello habría que encontrar uno con vida y que además tenga ganas de entablar una charla.

Sin olvidarnos de la barrera idiomática…

Aunque una vez escuché hablar a Grecia Colmenares y le entendí todo… lamentablemente.

Creo que no me aparté mucho del tema… o sea me a-Partenón

La vivacidad del arte está constituida por ideas que derivan en emociones, sentimientos y sensaciones. Por cierto, esa transmisión es más eficaz cuando conlleva un propósito elevado y cuyo proceso creativo está animado por la veracidad que otorga una emoción sincera y profunda.

¿Por qué digo todo esto? ¿Por qué? ¿Eh? Esteeeeeeeee…

Este… es un disco tributo. Muchas veces este tipo de homenajes pretenden camuflar una inocultable falta de creatividad, utilizando el objeto tributado para disimular las propias carencias…

No es éste el caso.

Los temas fueron compuestos por Ben Goldberg, especialmente en honor a la música de Steve Lacy (a excepción de Blinks que pertenece a este último).

Este disco no provocará una exaltación corporal ni una embriaguez sensorial…

Usted no hará el “meneadito” ni terminará bailando lambada…

De hacer karaoke… ¡olvídese!

The Door, the Hat, the Chair, the Fact (título extractado de un poema de Robert Creely) es una combinación de matices propios de la nueva música creativa con pinceladas de swing tradicional y leves toques de free jazz. Un juego permanente de luces y sombras y en donde los silencios cobran un valor esencial y condicionante.

Imposible imaginar cómo llamarían a esta combinación musical los antiguos griegos (¿sólo sé que no sé nada?).

La verdad es que a mí lo que puedan pensar… me… Zorba el Griego.

Ben Goldberg (que ni es antiguo ni griego) ha liderado el New Klezmer Trio. Durante los últimos quince años ha participado en discos con John Zorn, Charlie Hunter y el Tin Hat Trio (grupo que con su ingreso pasaría a llamarse Quartet)

The Door, the Hat, the Chair, the Fact (su disco debut para el sello Cryptogramaphone) es un tributo a la música de Steve Lacy.

Creo que ya lo dije… lo que no dije es que…

Steve Lacy (su verdadero nombre era Steven Lackritz) nació en New York en 1934; comenzó tocando clarinete a los 7 años para luego pasar al saxo soprano. En los inicios de la década del ’50 toco con los mejores exponentes del swing como Pee Wee Russell y Red Allen. Tras su paso por el Manhattan School se convirtió en el compañero de ruta del pianista y compositor Cecil Taylor. En 1960 grabará con Thelonious Monk. Con su primer disco como solista, Soprano Today, dará inicio a una serie de trabajos dedicados a Monk. Más tarde se convierte en uno de los solistas de la orquesta de Gil Evans y toca con referentes del jazz como Miles Davis y Eric Dolphy. También se acerca al free jazz con Ornette Coleman y Don Cherry. Desde aquel momento desarrolló una destacada trayectoria como solista además de tocar con una lista interminable de gente: Mal Wadron, Max Roach, Paul Bley, Enrico Rava, Kenny Drew, etc.

Pero además del valor de su obra en sí, resulta importante comprender que Lacy fue maestro y mentor de Goldberg y que este disco se grabó apenas 3 días después de la muerte de Lacy ocurrida el 4 de Junio de 2004.

The Door, the Hat, the Chair, the Fact inicia con la perturbadora melodía de Petals.

De allí pasamos al portentoso swing de Song and Dance, en el que sobre los imprescindibles aportes de Ches Smith en batería y Devin Hoff en bajo, afloran los solos de Goldberg, Kilhstedt y Sudduth.

Una inmejorable intro en bajo a cargo de Hoff abre paso a la asimétrica belleza de Long Last Moment en el que estos chicos dejan claro que toman la técnica como medio para expresar ideas y sentimientos y no como un fin en sí mismo.

Sigue un breve pasaje free con F13  en el que comparten créditos Goldberg y Kihlstedt.

Facts en origen fue un poema escrito por el propio Lacy, ahora musicalizado por Goldberg y que cuenta con el aporte de Kilhstedt en voces.

Blinks es una inspirada versión del único tema de Steve Lacy incluido en el disco.

El pizzicato de Kilhstedt anuncia I Before E Before I, una pausada construcción (en donde resulta fundamental Hoff) que retoma la melodía de Petals a la que se suma el siempre creativo Smith con un aporte percusivo que recuerda a Joey Baron. Todo eso brinda marco propicio para el impecable solo de Goldberg; sin dudas uno de los temas más logrados de esta obra.

La delicada y compleja profundidad de Learned From Susan Stewart nos acerca a la música clásica contemporánea y sirve de excusa para otra impecable intervención de Hoff en contrabajo.

Los breves Lone y MF  hacen las veces de separador como si fuesen diminutos trazos en un cuadro.

La riqueza melódica de Dogs Life y su estructura inicial cercana a la música de cámara, tras la irrupción del saxo y el aporte del siempre creativo Smith, alcanza otro momento pleno de magia.

El cierre es con Cortege, una marcha fúnebre con reminiscencias de la música de New Orleans montada sobre el pulso ejemplar de Smith y Hoff y guiada en términos melódicos por Goldberg.

Y final para un disco magnífico.

Como nos tiene acostumbrados el sello Cryptogramophone, la presentación es exquisita…

Compré este disco directamente al sello y lo recibí junto con un libro y un disco en el que se compendian los próximos lanzamientos del sello. Un lujo. Uno más…

The Door, the Hat, the Chair, the Fact no intenta convencer a través de la elocuencia sino recorriendo el sencillo camino de lo veraz.

Y lo veraz aquí es que se respira un clima de congoja, tristeza y sentido homenaje durante todo el disco…

O sea, música con sentimientos moralmente elevados como le gustaba a los antiguos griegos de la vieja Grecia .
¿O era al  revés?
¿… a los antiguos viejos de la griega Grecia?
No, no me suena…
Lo que sí me suena (y muy bien) es este disco.

Sergio Piccirilli.

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