Carteristas: James Carter Organ Trio
Jazz Bakery- Culver City
Jueves 07 de septiembre de 2006 – 21:30 hs.
Entre los días 6 y 10 de Septiembre se presentó en el Jazz Bakery,a dos funciones por noche, el saxofonista James Carter junto a su trío integrado por Leonard King en batería y Gerard Gibbs en órgano Hammond B-3. Optamos por la segunda funcion del jueves 7.
Cuando llegamos, todavía estaba desarrollándose la primera función. Nuestra gran capacidad deductiva nos permitió arribar a la conclusión de que no había mucha gente. Esto, basado en dos indicios que para el común de la gente hubiesen pasado inadvertidos:
1) El sr. de la boleteria nos dijo “si quieren pasar a ver lo que queda de la primera función, pueden hacerlo”
2) No había mucha gente.
James Carter nació en 1969 en Detroit. Sus inicios fueron con el Ensamble Estudiantil de esa ciudad cuando tenía 16 años. Con apenas 20 años grabó junto al legendario Lester Bowie en The Organizer. Carter, a lo largo de su carrera, ha formado parte de la Lincoln Center Jazz Orchestra, el Art Ensamble of Chicago, la Charles Mingus Big Band. Participó en el film de Robert Altman “Kansas City” y ha tocado con David Murray, Julius Hemphill, Aretha Franklin, Ginger Baker y Sonny Rollins, entre otros. Su debut como solista se produjo en 1992 con el album JC On the Set. En 1994 llega su segundo disco, Jurassic Classics. En 1995, The Real Quiet Storm. Un año mas tarde edita Conversin’ With the Elders. Hará lo propio en 1999 con In Carterian Fashion. En el 2000 tributará homenaje a Django Reihanrdt con Chasin’ the Gypsy y se aproximará al jazz eléctrico y el funk con Layin’ the Cut. Más tarde llegarán Gardenias For a Lady, en el 2004 su primer disco en vivo Jazz at Baker’s Keyboards Lounge y Out Of Nowhere en el 2005, que marca el comienzo de su proyecto junto al Organ Trio.
Por si fuese poco Carter, ademas de todo lo mencionado, toca el saxo.
El saxofón es un instrumento cónico de la familia de los instrumentos de viento, generalmente hecho de latón y consta de una boquilla con una única caña al igual que el clarinete. Fue inventado por Adolphe Sax en 1846. Y fue oficialmente patentado un 17 de mayo, para ser más exactos. O sea que el saxo es un típico instrumento de Tauro del tercer decanato: posesivo, apegado a las rutinas y costumbres, de buen gusto, sensual, práctico y algo terco.
En honor al instrumento, su creador lleva su apellido (¿o era al revés?). Lo cierto es que Adolphe Sax fue un fabricante de instrumentos y clarinetista nacido en Belgica que trabajaba en Paris. Y que todo hubiese sido muy distinto si el tal Adolphe se habría apellidado electric bass o drums… Hoy habría millones de bajistas y bateristas soplando sus instrumentos. Es sólo un ejemplo.
La idea de Sax fue simple: encajó una boquilla de clarinete a un figle usando las llaves del oboe.
Muchos han señalado que Sax, para construir el saxofón, se inspiró en el tarogato húngaro/rumano. Los musicólogos que sostienen esta teoría todavía no han sabido explicar cómo es que el tarogato se inventó 4 años después que el saxo, pero una vez que lo hagan ya no quedarán dudas. Gracias a Dios que el saxo existe. Imaginemos las dificultades: banda de jazz en formación necesita para su sección de vientos un tarogatista húngaro o rumano, otras nacionalidades abstenerse.
Ahora hagamos silencio que el show va a comenzar…
9:45 pm Un breve pasaje en solitario con Carter en barítono da lugar a una melodía que nos resulta bastante familiar pero que no logramos reconocer en una primera instancia. Envío a la neurona-cadete a recorrer el incommensurable vacío de mi mente en busca de esa información. Mientras espero los resultados de la búsqueda, se suceden los solos. Gibbs ofrece una performance en su Hammond-B 3 llena de gracia y virtuosismo; mientras sostiene las líneas de bajo, ofrece una catarata de notas que derivan en fraseos extractados de El Vuelo del Moscardón de Rimsky-Korsakov. El resto de la banda se suma. Carter sonríe pero reclama protagonismo. Con el saxo hay muchos efectos que pueden usarse para crear distintos e increíbles sonidos.
El gruñido, que es una técnica mediante la cual el saxofonista canta o emite zumbidos, lo que provoca una rugosidad o aspereza en el sonido.
El glissado, en la que hace variar el sonido de la nota usando la embocadura y al mismo tiempo se desliza hacia arriba o hacia abajo con los dedos hacia otra nota.
Los multifónicos, que es una técnica para tocar más de una nota a la vez, en una combinación especial con los dedos que posibilita que el instrumento vibre en dos tonos uno tras otro.
Los armónicos, que involucra digitar una nota pero alterando la corriente de aire para producir otra que es un armónico de la nota tocada.
¿Y por qué cuento todo esto? Simple. Carter usó todos esos recursos en los primeros 10 minutos del concierto. Nos preguntamos: ¿y ahora qué?
Ha regresado la familiar melodía del inicio. La que no ha regresado es la neurona-cadete. Parece que se entretuvo observando mi recuerdo de la final de Racing con el Celtic. Finalmente aparece extenuada y envuelta en la gloriosa albiceleste con la información…
– Jefe, el tema es If I Only Had a Brain de la película de 1939 dirigida por Victor Fleming, Wizard of Oz. La composición pertenece a Harbor y Harold Alden. La película está basada en el libro de Langley, Ryerson y Woolf,The Wonderful Wizard of Oz de 1899. La versión cinematográfica fue nominada a seis Oscars pero sólo obtuvo el de mejor canción y mejor banda de sonido… Ese año Gone With the Wind arrasó con todas las estatuillas principales y…
– Ya está bien, es suficiente… tranquilícese, por favor…
– ¡Ah! ¡Y qué golazo el del Chango Cardenas, jefe!
La version de Carter ha sido deforme, arrasadora y fanfarrona. Un pretexto para la formulación del dilema carteriano: toco, luego existo…
Aplausos del escaso pero incondicinal auditorio.El segundo tema abre con Leonard King jugando con sus platillos. A este veterano baterista le gusta que lo llamen Prof. Dr. Leonard King (profesor, doctor y King… ¿no será mucho?). Mientras les contaba todo esto, Carter aprovechó el descuido para dejar el barítono y pasar al soprano. Nuevamente tenemos dificultades para saber de qué tema se trata. Ellos también. Carter le hace desesperados gestos a Gibbs pero éste está enfrascado en su unipersonal. Además, es el primer organista que veo comentar lo que toca… con la cara. Carter, que con su instrumento puede hacer lo que quiera, toca diana y logra que sus compañeritos lo miren. ¡Cómo cambia la situación cuando los tres utilizan la misma partitura! Es el clásico de Benny Golson Along Came Betty. Carter da un paso al frente… ¡guarda! Se viene el chiflete… Por suerte sólo hubo que lamentar daños materiales.
El cierre será con un contrapunto entre órgano y saxo con un dominio insultante de los respectivos instrumentos. Los incondicionales sacan a relucir su mejor ovación. Recuerdo (y sin recurrir a la neurona-cadete) el histórico gol de Maradona a los ingleses. Diego, después de eliminar seis rivales, la metió en el arco. Si Carter hubiese estado en su lugar, habría regresado para gambetear a los cinco restantes.
La diferencia no está en el saxo o en la pelota, sino en las metas que el talento permite alcanzar.
Un solo de Carter, ahora en flauta travesera, nos llama la atención. Se suma King en escobillas y Gibbs sigue comentándonos gestualmente lo que toca; en lo que parece ser toda una confesión, acaba de bostezar. Me siento aburrido. Me paro… y sigo igual.
Siguen con el romántico I Can’t Get Started? En otro tenor de cosas, Carter pasó al tenor y hace un solo auspiciado por destapa-cañerías Carter. Un despilfarro técnico. Un derroche de virtuosismo. Un guarango.
El cierre será con Freedom Jazz Dance, tema que pertenece a Eddie Harris. Versión a puro funk y swing con los consabidos y previsibles solos y los previsibles y consabidos aplausos y viceversa…
Final. 70 minutos exactos. Por suerte, afuera no sopla ni una gota de viento. Salimos apretando fuertemente la billetera. Intuyo que en las inmediaciones deben andar merodeando algunos Carteristas.
Sergio Piccirilli