Dave Holland Quintet
Teatro Coliseo – Buenos Aires
Miércoles 27 de septiembre de 2006 – 21:30 hs.
No creo que nos extendamos demasiado; además, nuestro webmaster nos reclama el material para poder publicarlo en tiempo y forma.
Ya va… ya va…
Tercera visita a la Argentina del Dave Holland Quintet.
Valor agregado: como artista invitado, la Mariano Otero Orquesta.
Teatro colmado. Pero colmado en serio.
Entre la gente, y como era de suponer, muchísimos músicos.
A las 21:25 hs. sube al escenario la Mariano Otero Orquesta. Tocan 3 extensos temas con las luces del teatro encendidas (y yo sigo sin entender por qué las acomodadoras caminaban con las linternas encendidas).
Mingusiana. Un temazo que, por fin, en un teatro de acústica impecable, permite ser apreciado hasta en los mínimos detalles. La única mancha es que Lo Vuolo debió recurrir a un Rhodes en lugar del piano acústico. Gente inquieta ésta, che. Se la pasan modificando los arreglos noche a noche. ¿Por qué no dejan todo como está? Después se quejan de que la gente no tararea sus temas…
Impecable solo de Cavalli. La versión es potente y un poco más acelerada (o eso parece). Gran dueto de trompetas a cargo de Juan Cruz de Urquiza y Mariano Loiácono, una batalla sin desperdicio. A Pepi Taveira van a tener que sostenerle la batería entre dos; da la sensación de que en cualquier momento lo tenemos en el medio de la sala. Muy buen pasaje en trío (Taveira/Otero/Lo Vuolo). Un “casi” final a prueba de terroristas.
Y la coda posterior… es indestructible.
Nos calmamos con Flor. Muy, pero muy bien Rodrigo Domínguez en soprano. El mago Norris hace magia con la corneta. El final, exclusiva responsabilidad de los sopladores, es una delicia.
Con el último tema, gané una apuesta. Un amigo iba por Hentrane (que cierra el disco Tres). Hicieron Hollanda, que el contrabajista le dedicara al… contrabajista. Un solo inicial de Otero tremendo en el que, insisto, pareciera estar buscando un riff. Y cuando lo encuentra, la banda explota. Buena intervención de Rodrigo Flores. Antes del gran solo de Miguel Tarzia, sigo pensando en que uno de los giros me recuerda a Tutu de Miles Davis.
Y que me la vuelven a cambiar.
Otro –notable- arreglo.
Final a las 22:00 hs.
Gran carta de presentación para aquellos que nunca los habían escuchado.
Gran confirmación para los como-nosotros.
Oh oh… me estoy retrasando… por suerte el escenario queda listo en apenas 15 minutos.
Se abre el telón. Un Dave Holland impecable toma el micrófono (parece mentira, tiene 60 años y está mejor que yo… bueno… suponiendo que eso sea un mérito… quiero decir que el tipo está fenómeno). Agradece. Pide un aplauso para Otero; le agradece la dedicatoria, habla sentidamente y parece honesto. Se lamenta de que su nuevo disco no tenga aún edición ni distribución en la Argentina.
Presenta a los músicos y al primer tema: Ebb and Flo, del álbum Dream Of the Elders, de 1995. Un aire latino, bordeando el calypso. Abre el fuego de los solos el trombonista Robin Eubanks. Demasiado largo para mi gusto; el solo de Holland endereza el rumbo. Un buen pasaje en trío (Holland, el vibrafonista / marimbista Steve Nelson y el baterista Nate Smith). El final es con el quinteto a pleno y con el saxofonista Chris Potter intentando hacerse notar.
Pasaron 20 minutos.
Full Circle, del flamante Critical Mass, comienza con una interesante intro a cargo de Nelson (dicho así, parece un marcador central uruguayo). Un bajo machacante contrasta con las sutilezas que dispara Smith. Le llega el turno a Potter y un correcto solo. Un aire bluesero desemboca en el final, nuevamente con los 5 en escena.
Otro de Critical Mass, Easy Did It, a decir del contrabajista, una suerte de homenaje a New Orleans. Y así parece, nomás. Otra correcta intervención de Potter. No parece ser la noche más feliz de Eubanks. Holland, dueño de una sobriedad que asusta. Nelson pega la vuelta y brinda un buen pasaje en marimba.
Acertaron: el final, es con los 5 juntitos, juntitos.
Pasaron 55 minutos de concierto y sólo… ¡¿tres?! temas.
Bueno… si seguimos así, mi webmaster deberá esperar. A ver… vayamos adelantando algunas cosas. Son 5 músicos tremendos. No hay dudas. Creo que para un estudiante de contrabajo, ver tocar a Holland debe ser o inspirador… o frustrante. En sus dedos, todo parece ser tan fácil… Potter es un crack, aunque a veces toque para la tribuna y hoy no se lo vea particularmente inspirado. Ya hemos dicho que Eubanks debe haber conocido noches mejores (una de ellas fue en Buenos Aires, con el mismo grupo, algunos años ha). Steve Nelson corre con la desventaja de que el vibráfono es un instrumento que no me llevaría a una isla desierta… ni habitada. Pero resuelve bien. Hace las veces de piano, de guitarra… pero también de vibráfono. Con la marimba me gusta más.
Y Nate Smith.
Es el último integrante que se sumó al quinteto y el menos conocido por todos.
Y qué querés… ¿a quién se le ocurre componer música para el Discovery Channel?
La postura del morocho ante su instrumento es la de un arquero esperando el fusilamiento de un Gringo Scotta o Passarella o Facundo Sava (perdón…). Quiero decir… está como agazapado y constantemente se da vuelta por si viene un pelotazo. Pero no deja de tocar. Y más que bien. Digámoslo de una vez, Morales: es extraordinario. Cuando hay que pegar, pega; cuando hay que ser sutil, lo es. Pero además, sorprende todo el tiempo. ¡Y no hizo solos! Un verdadero motor, pero una Ferrari, ¿se entiende?
Last Minute apareció originalmente en Overtime, disco de big band que el contrabajista editara en el 2005. El arreglo es muy bueno. Otra correcta intervención de Eubanks. Solamente correcta. Quince minutos después, el tema termina… con los 5… bueno… ya saben.
Amator Silenti empieza con una introspectiva participación de Nelson. Holland, por primera vez en la noche, utiliza el arco. La verdad… bien tocada, pero una balada más.
No quiero ser (más) reiterativo, pero el cierre del tema es con los 5…
Vicissitudes, al igual que el tema anterior, está en Critical Mass. No está pasando gran cosa, pero el solo de Potter levanta y las increíbles sutilezas de Nate Smith me tapan la boca.
Final del concierto.
Hay un bis: Dream Of the Elders, del disco homónimo, se transforma en uno de los pasajes más interesantes de la noche. El duelo de solos entre Eubanks y Potter es a todo trapo. Ahora sí que es el Eubanks que conocemos. No las hace todas, pero casi. Y siempre (que les quede bien claro), siempre… Nate Smith.
Ahora sí, final.
Fueron 110 minutos de concierto. Siete temas.
El concierto estuvo muy bien. Los músicos, ya quedó dicho.
Ahora… ¿por qué tantos problemas con la síntesis?
¿Por qué la recurrencia de la intro, todos juntos, un solo acá, otro allá y el final con todos a pleno?
Hubo momentos en que los solos (me) parecieron excesivos, casi onanistas e, insisto, sin la menor capacidad de síntesis.
Fue un muy buen concierto de jazz, regenteado por un innovador al que le cuesta despegarse de la tradición.
O un tradicionalista que intenta innovar.
Me sigue dando vueltas otra cosa que no sé si…
No… mejor no…
¿A quién se le ocurre?
Sería hilar demasiado fino, algo que no debería decirse en voz alta o escribir en negrita, así que termino mi comentario acá.
No… ni a palos pondré que me quedó una rara sensación al final de la noche.
Aunque… ¿está mal que reconozca que, en lo personal, lo de Otero me atrapó (mucho) más?
Menos mal que me frené a tiempo y no lo escribí…
Marcelo Morales.