Guillermo Bazzola
4 – Kenny Wheeler – Gnu High
Conocí este disco, me acuerdo perfectamente, a través de la radio, en la FM de Rivadavia, a fines de los ‘70s o principios de los ‘80s y el programador era Nano Herrera. El tema que pasaron y que grabé y escuché un millón de veces era Smatter.
A Wheeler ya lo había escuchado en dos contextos muy distintos: con Anthony Braxton en Five Pieces 1975, que milagrosamente había sido editado en Argentina, y con Hill Bruford, en un álbum excelente llamado Feels Good to Me, también editado en Argentina. Sin embargo, Gnu High fue mi primer contacto con la música de Wheeler y uno de los primeros con las producciones de ECM, que por cuestiones de la política económica del momento (¿será posible que aún hoy me resulte embarazoso encontrarle algo de positivo al nefasto período de Joe y los milicos?) se conseguían en Buenos Aires.
Con más de treinta años de edad (fue grabado en 1975), Gnu High es hoy un álbum que ha entrado, y no sólo en mi opinión, en la categoría de los atemporales. Wheeler, Keith Jarrett en una de sus últimas apariciones como sideman y esa espeluznante sección rítmica de Dave Holland y Jack DeJohnette. Imagínense a un chico de diecisiete años en Santos Lugares escuchando semejante cosa…
En efecto, yo tampoco entendía demasiado, pero presentía que había escondido algo maravilloso, y creo que no me equivoqué. Fue mi entrada a un mundo mágico y sofisticado, un refugio maravilloso en un momento en que el mundo real, al menos en Argentina, no era lo que se dice hospitalario.
Kenny Wheeler sigue siendo uno de mis músicos de referencia, un trompetista extraordinario y un compositor de los más grandes que existen. No creo que sea lo suficientemente conocido y por lo tanto valorado. Lo mismo con muchos de los músicos del catálogo ECM: John Abercrombie, Ralph Towner, Jack DeJohnette, John Surman. Inclusive hay artistas más conocidos como Pat Metheny, Keith Jarrett o Gary Burton, cuyos trabajos de aquellos años, en su mayoría de gran calidad, no gozan del prestigio y la valoración merecidos.
5 – Ástor Piazzolla – Piazzolla interpreta a Piazzolla
Tendría que ser muy, pero muy de piedra para que, siendo de Buenos Aires, e hijo de padre tanguero y madre escuchadora activa de radio, la música ciudadana no me haya producido efecto.
De mi niñez recuerdo a Piazzolla y a Borges como a dos íconos culturales, eternamente en medio de discusiones que a menudo dejaban la producción artística de lado. Así y todo, mientras nadie a mi alrededor leía a Borges, la música de Piazzolla sonaba por ahí de tanto en tanto. Mi viejo contaba que con sus compañeros de colimba iban a ver a su orquesta, y por ahí andaba un ejemplar de Tango Para una Ciudad.
Lo cierto es que durante muchos años escuché a Piazzolla de refilón, hasta que en un momento decidí parar más la oreja y, de todo lo que escuché, siempre rescato Piazzolla Interpreta a Piazzolla. No porque sea el “mejor” de sus trabajos, sino porque me sigue resultando el eslabón más sólido entre el pasado y lo que vino después. Es un álbum realmente tanguero, indiscutiblemente piazzolleano pero tanguero hasta la médula.
Gracias al Piazzolla tanguero, descubrí a De Caro y a Gobbi (definitivamente mis favoritos) y también a Troilo, Pugliese, Fresedo, Basso, Francini-Pontier y a tantos otros a los que obviamente conocía, pero más a ellos que a su música. Una buena manera de redescubrir cosas del pasado que por miles de razones habían quedado ocultas, pero aún permanecían.
El +1
Guillermo Bazzola Summer Quartet – 3D
Elegir un disco propio no es tarea fácil. Si bien no soy de los que se enemistan con sus propios trabajos, considero que cada cosa que uno publica debe mejorar la performance anterior. Si elijo este trabajo es sobre todo por lo que significó en su momento, allá por 1999: la banda comenzó a tocar en enero, el disco fue grabado en abril y fue editado en octubre.
1998 había sido un año importante para mí. Me inicié en los avatares de la grabación casera con “Long Ago”, el dúo con Ernesto Jodos, y esa grabación ayudó mucho a nuestra presencia en el festival organizado por el Consulado Argentino en Nueva York. Lamentablemente, la escasez de pianos condenó al dúo (para la eternidad, me temo) al reino de lo esporádico.
La recarga de pilas que supone un viaje a NY, el reencuentro con Rodrigo Domínguez, que para ese entonces andaba por Boston, y el darme cuenta de que hacer las cosas no es imposible sino solamente dificilísimo, me llevaron a intentar un nuevo proyecto, precisamente en época de verano, cuando se supone que todo el mundo se va, que no hay trabajo, etc, etc. Quiso la suerte que ese verano nos encontrara aquí a Rodrigo, a mí, y a los otros dos que fueron de la partida: Hernán Mandelman y el joven Rodolfo Paccapelo. No teníamos plata para veranear, pero sí muchas ganas de tocar, y el premio por quedarnos en Buenos Aires fueron unas cuantas fechas en varios clubes de la ciudad.
Como la cosa funcionó bien musicalmente hablando, me dio ganas de repetir la experiencia de Long Ago, y así fue que durante cuatro o cinco días, la sala de ensayo de Mandelman se transformó en un estudio de grabación casero.
Pese a las condiciones difíciles y por demás modestas en que el disco fue grabado, juro que fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida, y eso por varias razones. Una de ellas es el haber podido dejar un testimonio bastante cercano a la realidad de lo que fue ese verano del ’99 y otra es haber creado un álbum con música original. Pero lo fundamental fue el aspecto humano, el haber descubierto que las cosas, por más trabajosas que fuesen, podían hacerse; y eso, en gran medida, gracias a lo que yo veo como una conjunción de solidaridades, empezando por los músicos y siguiendo por una infinidad de amigos que colaboraron con el proyecto, prestando equipos de grabación, ayudando con la fotografía, la gráfica, con la edición y la difusión del álbum, dando su opinión y de muchas maneras.
3D (comenzando por la gestación del Summer Quartet, un proyecto en cierto modo vigente hasta el día de hoy, pese al tiempo y a la distancia) fue para mí toda una aventura, y por eso, por todo lo que implicó, lo elijo entre mis trabajos realizados.
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