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Varios intérpretes: A Tribute to Joni Mitchell

Free Man In Paris, The Boho Dance, Dreamland, Don't Interrupt the Sorrow, For the Roses, A Case of You, Blue, Ladies of the Canyon, The Magdalene Laundries, Edith and the Kingpin, Help Me, River

Intérpretes:
Sufjan Stevens, Björk, Caetano Veloso, Brad Mehldau, Cassandra Wilson, Prince, Sarah McLachlan, Annie Lennox, Emmylou Harris, Elvis Costello, K.D. Lang, James Taylor

Elektra Nonesuch, 2007

Calificación: Sinuoso

El 7 de noviembre de 1943 nació, en Fort Macleod, Alberta, Canadá, Roberta Joan Anderson. Con muchísimo tino ustedes se preguntarán “¿y?”.
Es que Roberta Joan Anderson es el nombre real de la cantante, guitarrista, pianista, compositora, arregladora, pintora y andá a saber qué más, Joni Mitchell.
Precoz como pocas, comenzó a fumar a los 9 años luego de salvarse de la polio. A la misma edad rompió con la iglesia por intentar entender cómo era eso de Adán y Eva, que tuvieron dos hijos y que uno de ellos, Caín, mató a Abel. Y luego Caín se casó. ¿Con quién? Ese tipo de preguntas no estaba bien visto en aquel entonces.
Y parece que hoy tampoco.
Su amor por la pintura comenzó a los 12 años gracias al Sr. Kratzman, uno de sus maestros. Pero ninguna escuela la conformaba por lo que un buen día le dijo a su madre “me voy a Toronto a cantar folk”. Como antecedente podemos decir que, al no alcanzarle el dinero para una guitarra, se compró un ukelele por 36 dólares con los que se presentaba en reuniones y fiestas.
También tomó lecciones de piano y a sus 20 años comenzó su carrera como profesional con un repertorio que incluía canciones folk tradicionales y composiciones de Judy Collins.

En febrero de 1965 fue madre por vez primera gracias a los esfuerzos de un ex compañero de estudios. Prácticamente devastada ante la situación (sola, con un bebé y debiendo mantenerse), encontró ayuda en Chuck Mitchell, quien no sólo la ayudó, sino que se casó con ella y los tres se fueron en 1965 a vivir a los Estados Unidos, más precisamente a Detroit. Pero esto duró poco más de un año. La Mitchell se mudó a New York y sus composiciones comenzaron a ser grabadas por otros artistas. Discográficamente debutó en 1968 y de ahí en más, la historia que más o menos todos deberíamos conocer.
La cuestión es que la canadiense ha sido objeto de un disco tributo y, en lo personal, este tipo de álbumes dan para jugar al “desconfío”. No lo digo por la Joni, a quien uno respeta y mucho más allá de que sus discos me acomoden más o menos. Sino porque, en general, este tipo de proyectos suelen no funcionar artísticamente hablando
Según el sitio http://www.jonimitchell.com/, hay a la fecha 2284 covers de 135 canciones de la canadiense, realizadas por 1792 artistas diferentes. De Chava Alberstein a Keith Jarrett, pasando por Queen, Tori Amos, Madeleine Peyroux, Elvis Presley, Bryan Ferry, Holly Cole, Dave Douglas, Doris Day, Steve Wonder, Frank Sinatra, Dizzy Gillespie y nuestra Roxana Amed.

Pero metámonos de una vez en el CD. Comienza con el cantautor Sufjan Stevens interpretando Free Man In Paris (de Court  and Spark). No empezamos muy bien que digamos, con un par de trompetas en una fanfarria que parece extraída de algún corrido mexicano. La cosa mejora sólo un poco pero no parece haber sido la elección ideal para el inicio del álbum.
Björk recurre a un olvidado tema de la canadiense y que nunca había sido versionado. La islandesa se apropia con muchísima autoridad de The Boho Dance (de The Hissing Of Summer Lawns). Con la única compañía de Guy Sigsworth en celeste, Björk puede confundir tranquila y nerviosamente a los oyentes. De tanto que se lo apropia parece un tema… propio. Gran performance que empieza a justificar la edición del disco.
Previsiblemente, Caetano Veloso eligió Dreamland (de Don Juan’s Reckless Daughter). La versión no está mal. Pero o le falta algo… o le sobra. Veloso canta en inglés y sin alma. Los coritos no ayudan. Y el “la la la” hacia el final hace que rápidamente nos sumerjamos en el track siguiente.

Allí nos espera el pianista Brad Mehldau. A priori, una garantía. Y a posteriori, también. Don’t Interrupt the Sorrow (otra elección de The Hissing Of Summer Lawns) es un solo piano extraordinario que lleva al tema a otra dimensión. La mano izquierda de este muchacho debería ser embalsamada ya. Digo, antes de que se eche a perder. Otro momento que brilla cual diamante loco. Cosa brava el Brad cuando está solo…
Lo que sigue también abriga esperanzas. Cassandra Wilson se sumerge en For the Roses (del álbum homónimo) y nos salpica de calidez, ternura y dolor. La letra, que le cabe a más de un artista en boga, es interpretada por la morocha de manera notable. Está muy bien acompañada, por la guitarra de Brandom Ross, el contrabajo de Kenny Davis, la percusión de Jeffrey Haynes y la gran armónica de Gregoire Maret.
Después de este dueto de alto vuelo, temo por el elemento compensatorio. Y éste llega con Prince y A Case of You (de Blue). Cuando usa el falsete me resulta intolerable, insoportable, inaguantable y molesto. Y todo eso ocurre aquí. Algunas cosas del morocho de Minneapolis me parecen notables. Pero otras…
La voz de Sarah McLachlan me produce cierto rechazo. Pero en Blue (de Blue, obvio) no está tan mal. Claro que mis expectativas eran nulas y tal vez esto ayude a que la versión me resulte (apenas) decorosa. No agrega nada nuevo ni viejo. Pero mejor que Prince… sin dudas.

Sarah tiene mala suerte. Porque la performance de Annie Lennox de Ladies of the Canyon (del disco homónimo) es impecable. Al igual que los dos tracks anteriores, ya habían sido editados previamente. La sensación es que, salvo en este caso, se podría haber elegido mucho, pero mucho mejor. Lennox canta fenómeno. A veces le chinga a “lo que”; pero el “cómo” siempre regala una envidiable personalidad.
Emmylou Harris simplemente cumple en The Magdalene Laundries (de Turbulent Indigo). Al menos su elección fue arriesgada. No tanto su interpretación, que bien podría haber sido obviada.
Elvis Costello se anota con Edith and the Kingpin (otro de The Hissing Of Summer Lawns, que a esta altura gana por goleada). Cuando quiere, Costello la gasta. Lo que llama la atención es que la grabación data de 1997 y, hasta donde sabemos, no fue editada previamente. Por la interpretación y también por el acompañamiento instrumental (no por la temática), bien podría haber sido incluida en Terror and Magnificence, aquel gran trabajo del saxofonista John Harle y del que participara el bueno de Elvis.

Los últimos dos temas no sólo no agregan sino que más bien restan. KD Lang arranca Help Me (de Court and Spark) como el Teardrop de Massive Attack. Ahí llegan las coincidencias. Lo que sigue es de una languidez tan… tan… tan K.D. Lang…; se entiende, ¿no? Con esa voz tan de shingle, tan insípida, tan ficticia, tan inexpresiva…
El cierre del álbum quedó para James Taylor quien, acompañado por el pianista Larry Goldings y el bajista Dave Carpenter, se anota con River, que ya incluyera en su propio James Taylor at Christmas. Hay que reconocer la insistencia y coherencia del cantante. Todos sus temas o interpretaciones me suenan, indefectiblemente, a Handy Man (u Hombre trabajador, como se lo tradujo por estas pampas).
Flor de mérito, ¿no?
No.

Y así se nos fue otro tributo de dudosa valía, coherente con trabajos similares, es decir: un par de cosas muy bien, otras que acompañan y varias indefendibles.
Seguramente Joni Mitchell se sentirá orgullosa por el homenaje.
Aunque… ¿qué pensará Roberta Joan Anderson?

Marcelo Morales

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