Fernando Tarrés: Perplexity

Tribute (Camorreando, Milonguando solo, Retangueando, Canyengueando), Faraway so Close, Three Minutes with Reality, La vieja, Introduction, Presagios de carnaval, Perplexity, Obsession, Gelsomina

Músicos:
Fernando Tarrés: guitarra, percusión
Satoshi Takeishi, Jeff Ballard: batería y percusión
Ben Street, Pablo Aslán: contrabajo
Tino Derado: piano
Donny McCaslin: saxos tenor y soprano, flauta
David Binney: saxo alto, indian flute
Ted Reichman: acordeón
Lucía Pulido: voz

BAU Records, 2007

Calificación: A la marosca

La perplejidad, según el diccionario es: vacilación, irresolución, indecisión, indeterminación, duda, titubeo, hesitación, incertidumbre.
¿Implica entonces que el guitarrista argentino Fernando Tarrés está vacilante, irresoluto, sin determinación, titubeante, hesitado e inmerso en la duda y la incertidumbre?
La verdad… cuesta creerlo.
Vamos por otra variante.
El filósofo español José Ignacio López Soria (residente en Perú desde hace unos 50 años) en su “Elogio de la perplejidad” ofrece otras aristas; en principio afirma que “ la perplejidad es la posición teórica y prácticamente más fructífera porque, como la admiración en los orígenes de la filosofía occidental y la duda metódica en los inicios de la modernidad, invita a la creación de nuevas categorías para orientarnos en el mundo actual y saber a qué atenernos”.
Y luego agrega algo muy interesante: “la perplejidad invita a asumir nuestro tiempo como una época de tránsito, de después de las seguridades y contundencias de las racionalidades en uso”. Y sigue: “Desde la perplejidad se robustece la voluntad de una búsqueda radical que pone en duda no sólo los procedimientos sino los fundamentos del saber y del poder, del valorar y del hacer. Esta búsqueda (…) no sacraliza el presente ni se instala cómodamente en él tomando lo que es como el horizonte del ser. Perplejidad significa atreverse a teorizar en el sentido raigal del término: examinar e inspeccionar explorando dimensiones nuevas y aceptando la complejidad y la multiplicidad de lo que hay”.

Me parece que ahora vamos mejor.
Luego del notable álbum Cruces, Tarrés parece haber decidido barajar y dar de nuevo. Dar vuelta la página. Cambiar. Explorar. Buscar. Investigar.
Perplexity fue grabado en Brooklyn, New York, con músicos (en su mayoría) estadounidenses, de la que ya acostumbramos a mencionar “música creativa contemporánea”. De todas maneras, no le son ajenos esos nombres al cordobés, quien residió varios años en USA tocando regularmente con varios de estos músicos. Y grabando también.
Pero el álbum trae aparejado algo singular: muchos de los temas incluidos aquí, ya han sido grabados por Tarrés en discos anteriores de su pertenencia.
Tenemos la casi certeza de que el guitarrista no tiene pensado radicarse nuevamente en el GPdN (Gran País del Norte); y la certeza se hace absoluta al pensar en la posibilidad de que los músicos estadounidenses se radiquen en la Argentina. ¿Se trata entonces de un nuevo proyecto, a desarrollar? ¿O un punto de inflexión hacia otro(s) rumbo(s)? Me inclino por esta última opción. Máxime cuando, como se dijo ya, la mayoría del repertorio utilizado cuenta con, al menos, una grabación previa, haciendo base en la trilogía conformada por Presagios de carnaval (2001), Camorreando (2002) y Milongueando solo (2003).

Tarrés utiliza su liderazgo para tejer un entramado exhuberante y con gran dosis de perversión artística. Se ha reunido de músicos de indiscutido talento, con vocación de liderazgo, para interpretar una música con la que no han nacido, ni crecido. Y esto habla bien de ellos, pero mucho mejor del encargado de indicar el qué y el hacia dónde.
Perplexity se inicia con Tribute, que consta de 4 tracks. Camorreando y Canyengueando, originalmente incluidas en Camorreando; Milongueando sólo aparece en el álbum homónimo (al igual que Retangueando) y también en Presagios de carnaval.
Todas las versiones han ganado en síntesis y contundencia. Con Tino Derado inspirado, McCaslin y Binney demostrando que a Tarrés lo conocen y bien desde hace algún tiempo, con el (muy) buen aporte de Aslán como segundo contrabajista (especialmente en Retangueando (donde también la gasta Binney) y todos compenetrados en una primera media hora homogénea pero no monótona.

Faraway, so close (aquí un poquito más extensa que en Presagios de carnaval), aporta una calma necesaria luego de los tiros del inicio. La versión, en trío, permite apreciar el sutil trabajo del guitarrista y el interesante aporte de Ben Street en contrabajo. Ballard responde bien, aunque con cierto exceso en los platillos.
Y fueron tres nomás los minutos con la realidad. Que trae la novedad del acordeonista Ted Reichman, algunos efectos salidos andá a saber de dónde e imaginamos a un Piazzolla feliz ante esta controlada deformidad cercana al caos.
Otra sorpresa es la aparición de la cantante colombiana Lucía Pulido. No porque Tarrés no la conozca, señor, no le permito: han grabado dos álbumes juntos; pero así, como invitada en un solista del cordobés, primera vez. La vieja, de Los Hermanos Núñez, a puro contrabajo (Street), percusión (Tarrés y Takeishi) y la inmaculada gola de Pulido. La intensidad a pleno.
Introduction es, justamente, una introducción breve y festiva a Presagios de carnaval, una suerte de mix entre Hermeto Pascoal y el candombe. Pulido tararea, Takeishi sostiene el vendaval desde la percusión y todos van acelerando a tiempo redoblado en este carnaval por momentos free, por momentos acotado, pero (siempre) pura energía. Nada de implosión aquí. Pero nada. Al final, llega el momento de buscar las esquirlas. Y este Tino Derado que es bueno con ganas.

Y en plena búsqueda un sopapo reflexivo desde el prístino acordeón de Reichman (integrante de “nuestro” Claudia Quintet, dicho sea de paso). Se suma Tarrés, que cede la posta al tenor de Binney, al notable aporte de Street con arco y a una suerte de (como dijo Pérez Soria) “época de tránsito” que nos prepara para Obsession, donde nuevamente Derado marca el rumbo y a cabalgar en aires chacareros. Tarrés juega, pero lo más interesante es que hace jugar a sus músicos, que cuentan con espacios y libertades no forzados.
Primero una intervención en soledad del pianista y luego otra de Street, dan paso a un final a toda orquesta.
El cierre es con la reflexiva Gelsomina, con el dueño de la pelota en soledad, indicando que parece que sí, que se va hacia algún lugar, “aceptando la complejidad y la multiplicidad de lo que hay” (sí, nuevamente López Soria).

Es que el guitarrista, compositor y arreglador argentino Fernando Tarrés ha cristalizado un disco notable donde ha demostrado, con distintos ejecutores, que sus temas son lo suficientemente sólidos como para admitir distintas lecturas.
Porque, nobleza obliga, Perplexity nos ha dejado perplejos.
¿Se entiende?

Marcelo Morales

Nota relacionada: Por Los Codos: Fernando Tarrés – Con Guitarra Es Otra Cosa

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