SFJazz Collective: Un Viaje En Colectivo
Royce Hall – Los Angeles
Viernes 21 de Marzo de 2008 – 20 hs.
En el prestigioso y aristocrático Royce Hall de la ciudad de Los Angeles se presentó el SFJazz Collective integrado por Dave Douglas en trompeta, Joe Lovano en saxos tenor y soprano, Miguel Zenon en saxo alto, Stefon Harris en vibráfono, Robin Eubanks en trombón, Renee Rosnes en piano, Matt Penman en contrabajo y Eric Harland en batería.
La verdad es que tanta gente famosa reunida en un mismo evento, impresiona un poco. Resultaría ocioso preguntarnos “por qué” y “para qué” se juntaron estos músicos. En cambio, si fuéramos auténticos ociosos, no sería inapropiado interrogar sobre “cuándo”, “cómo” y “dónde” lo hicieron. Inclusive, ya entregados al ocio por completo, a cada “por qué”, “para qué”, “cuándo”, “cómo” y “dónde” podríamos agregarle un… “qué”. Ahora bien, si nos abandonamos con fanatismo a la noble causa del ocio, seguramente surgirá la pregunta: “¿qué… ‘qué’?”
Tal vez las claves que permitan acercarnos a las respuestas estén implícitas en el nombre de este emprendimiento cooperativo denominado SFJazz Collective. Analicemos la frase: las iniciales SF se refieren a la ciudad de San Francisco. En cambio jazz… bueno, todos saben qué significa. Jazz es jazz. Como dijo… eh… José Jazz… esteee… se pronuncia yas. Lo aclaro porque si uno dice jazz, así, con “j” y no yas, nadie va saber de qué se trata realmente. Ni qué hablar de pronunciarlo con “g”. Hacerlo, sería al gas o gazz, que no es lo mismo.
En último término tenemos la palabra collective que, en inglés, significa colectivo.
En síntesis: San Francisco, jazz (yas) y colectivo, para qué agregar más… ¡Clarísimo!
En orden de prioridades digamos que… el colectivo es un invento argentino, así como lo es el sistema dactiloscópico para la identificación de las personas creado en 1891 por Juan Vucetich o el instrumento para la transfusión sanguínea que hiciera Luis Agote en 1914 o el amortiguador hidroneumático que creara en 1929 Francisco Avolio o la tapa de rosca degollable patentada por Jorge Weber en 1968 o el Racing Club de Avellaneda creado en 1903… ¡No! Racing no es un invento. Es un descubrimiento.
Colectivo es el nombre dado en la Argentina a los autobuses. Los colectivos en el slang de la Ciudad de Buenos Aires también reciben el nombre de bondi.
Dejemos las costumbres localistas al margen y sigamos hablando del SFJazz… bondi.
Sin apartarnos del tema en tratamiento, corresponde señalar que los primeros colectivos o bondis aparecidos en los años veinte eran pequeños autobuses construidos en base a vehículos reducidos como furgonetas o coches.
Si bien tiempo más tarde comenzaron a usarse chasis de camiones, en sus orígenes sólo podían transportar unos pocos pasajeros. No más de ocho personas.
¡Mire usted qué coincidencia! Justamente ésa es la cantidad de integrantes que tiene el SFjazz Collective… o bondi.
El SFJazz Collective es un ensamble conformado por ocho de los más destacados intérpretes y compositores de jazz de la actualidad. Al menos eso es lo que dice el programa que recibí al ingresar al Royce Hall.
Este emprendimiento cooperativo cuenta con el apoyo del SFJazz, la entidad sin fines de lucro más importante de la costa oeste estadounidense dedicada a la difusión del jazz. Esto también lo dice el programa, ¡eh! No digo que no sea cierto pero… lo aclarado vale.
Desde su lanzamiento producido en el 2004, el SFJazz Collective se ha abocado a representar cada año la obra de diferentes íconos del jazz. La serie dio inicio con el álbum Live 2004 Inaugural Season recreando la obra de Ornette Coleman. Al año siguiente, el homenajeado fue John Coltrane. En el 2006 fue el turno de Herbie Hancock y durante el 2007 hicieron lo propio con Thelonious Monk. Todo expresado a través de una serie de conciertos y sendos álbumes grabados durante las giras respectivas. Este año, el SFJazz Collective rinde tributo al compositor y saxofonista Wayne Shorter y, como ha venido ocurriendo en las ediciones anteriores, también cuenta con el apoyo del SFJazz, organización que en sus orígenes fundacionales interpreta al jazz como “un arte vivo, basado en una tradición en constante evolución.” Por lo menos eso es lo que dice textualmente el programa que recibí… etc., etc., etc.
Aunque la verdad, pensándolo bien, tienen razón.
El jazz ha evolucionado tanto como… como…
El colectivo, desde su nacimiento como furgoneta, o coche pasó en poco tiempo a ser un vehículo de mediano porte carrozado sobre un chasis de camión adaptado. Su evolución natural hizo que el viejo colectivo deviniera en ómnibus. Sin embargo, no debemos confundirnos. Los ómnibus son unidades de gran porte, con conductor y guarda; en cambio los colectivos son ágiles y más pequeños, con una capacidad de carga más reducida y son conducidos por una única persona que expende y cobra los pasajes, generalmente caracterizada por su particular interpretación de algunas leyes de la física que le llevan a creer que en el fondo del colectivo siempre hay lugar.
Ingresa el SFJazz Collective y sin preámbulos abordan Go, composición de Wayne Shorter incluida en el álbum Schizophrenia de 1967. Aquí en versión con arreglos que pertenecen a Stefon Harris que transforman los suaves aires de bossa nova del original, en una ardiente pieza que contiene elementos de funk y hip hop. Una base rítmica de fuerte impacto que, en comunión con las escrupulosas texturas de los vientos, proyecta un espacioso dibujo armónico sobre el que revolotea el improvisado discurso del vibráfono. El solo principal lo asume el saxo alto de Miguel Zenon. Una exposición vibrante y atrevida que arranca los primeros aplausos de la noche.
Justamente, Zenon será quien aporte el siguiente tema: Frontline.
Un delicado preludio a cargo de los vientos converge en un intrincado groove afro-latino con un dinamismo simétrico expresado en dos juegos de solos. El primero de ellos, a cargo del saxo alto de Zenon y el tenor de Lovano, para luego repetir la secuencia armónica mediante la trompeta de Douglas y el trombón de Eubanks.
A continuación ofrecen una versión con arreglos de Joe Lovano de Infant Eyes, tema que Wayne Shorter incluyera en su álbum de 1964 Speak no Evil. En el inicio, el ensamble se reduce a un cuarteto integrado por la batería de Harland, el contrabajo de Penman, el piano de Rosnes y el saxo de Lovano. La excesiva importancia adjudicada aquí a la improvisación, en el contexto de una balada signada por su riqueza melódica, termina por propiciar una confusa sensación auditiva. Una vez incorporado el resto de la banda, se aproximan con recato a la partitura original recuperando, sólo en parte, la esencia de esta bella composición de Shorter.
Seguidamente hacen un tema de Robin Eubanks, todavía sin título definitivo. Un intrascendente acercamiento a la música de fusión apenas correcto, rubricado por los obsesivos acordes del piano de Rosnes, el prominente sonido del saxo soprano de Lovano y el solido aporte de Harland en batería.
Un conspicuo y extenso solo en contrabajo a cargo de Matt Penman deriva en el tema de su autoría, The Angel’s Share. Un retorno explícito a los códigos fundantes del hard bop heredados del góspel y el blues que parecen rendir pleitesía a la etapa que ligara a Wayne Shorter con el sello Blue Note. Las delicadas texturas y el fino entramado armónico propician un encendido solo de Stefon Harris en vibráfono, haciéndose acreedor a una de las mayores ovaciones de la noche.
Es el turno de Diana, composición de Shorter incluida en el álbum de 1974 Native Dancer. Los arreglos elaborados por Rosnes se circunscriben a la fortaleza melódica y armónica del original. Una reformulación de tono menor, tan intachable desde el punto de vista técnico como rutinaria en su nivel de expresión.
El cierre será con el clásico de Shorter Footprints del álbum Adam’s Apple de 1966, aquí también con arreglos de Rosnes. Una oscilante conjunción de hard bop, post bop y jazz modal que, pese a contener la previsible tanda de solos, alcanza una sutil tensión merced al equilibrio existente entre su centro tonal y la progresión melódica. Destacadas intervenciones de Zenon y Penman. Gran solo de Harland y, cuando empezábamos a sospechar que el piano era un mueble de color negro frente al cual daba lo mismo que estuviera sentada Renee Rosnes, Renee Fleming o la Rana Renee de Los Muppets, llega un solo de notable factura a cargo de la pianista canadiense.
Final, aplausos y regreso para el bis con una versión con arreglos de Dave Douglas del tema Aung San Suu Kyi, en origen incluido en el álbum 1+1 en el que Wayne Shorter compartiera créditos con el pianista Herbie Hancock en 1997. Esta composición está inspirada en la figura emblemática de la oposición birmana contra la dictadura militar que ocupa ese país desde 1962. La prédica de Aung San Suu Kyi fundada en su fe budista y en el ejemplo pacifico de Gandhi fue recompensada en 1991 con el Premio Nobel de la Paz. Comento todo esto porque sobre la versión hay muy poco que decir. Convengamos que no es de las mejores composiciones de Shorter y que su relectura orientada al estilo que caracteriza al jazz tradicional de New Orleans tampoco le agrega demasiado, salvo mencionar que Douglas logró finalmente escapar a su letargo con un solo deslumbrante y que el resto ratificó lo hecho y lo no hecho, según el caso.
Los colectivos suelen tener un recorrido preestablecido.
Un lugar de partida y otro de llegada.
Nos transportan a donde queremos o debemos ir.
Jamás nos subimos a uno buscando sorpresas o emociones inolvidables.
Sólo queremos llegar a destino.
El colectivo que nos transportó esta noche logró hacerlo con eficacia y profesionalismo.
Sin sobresaltos ni angustias.
Un viaje en colectivo irreprochable, como tantos otros.
Sergio Piccirilli
