Por Los Codos

Fernando Otero

¿Ella sabía que habías hecho los deberes o que no? (risas)

Ella siempre sabía todo. A mi mamá le gustaba hacer sus cosas, le gustaba cantar, tocar el piano… Había hecho su carrera pero colgó porque en un momento dijo “no quiero salir más” y dejó todo, así que tenía todo muy claro.

Vos empezaste tocando varios instrumentos; sin embargo, te abocaste al piano como herramienta excluyente. ¿Archivaste para siempre los demás instrumentos o pensás volver a ellos en el futuro?

Hoy por hoy pienso que voy a seguir así, como pianista. En grabaciones que hago en mi casa toco otros instrumentos y también estudio, pero la verdad es que a estas alturas no me veo saliendo con otra cuestión (risas)

¿Y qué pasa con el canto? Siendo hijo de una cantante de ópera y habiendo recibido instrucción académica como cantante… ¿qué te llevó a hacer música instrumental y contar historias sin palabras?

En un momento de la adolescencia empezó a tomar cuerpo la creencia de que la música instrumental era lo mío.

¿Qué disparo esa idea?

El descubrimiento del jazz, el descubrimiento de algunos autores como Bartok, Ginastera y Stravinski… música de todas partes; pero cuando me encontré con el jazz me dije: “¿Y si voy por acá? ¡Está bueno esto!” (risas). Por aquel entonces también había comenzado a trabajar con un profesor que estimulaba mucho eso y que me decía: “Hoy vamos a escribir un cuarteto de cuerdas”.

¿Eso fue con Braga Saralegui o con Marafiotti?

Con Marafiotti.

Con él estudiaste orquestación, ¿no?

Orquestación y también estudie dirección; aunque nunca aposté a ser director, quería saber de qué se trataba y coincidentemente él también quería que yo supiera de qué se trataba, pero no para dirigir. Lo mío es tocar y componer o al revés… componer y tocar. También estuve en proyectos con otra gente, me encanta hacer eso y siempre que puedo lo hago. Es súper enriquecedor y, además, es vida social musical. Es esencial para no estancarse en la propia música porque cuando eso sucede uno se va achicando, se va encogiendo. La música que uno hace es la que te queda más cómoda (risas), porque aunque la elaboración te dé mucho trabajo, en algún punto te hace sentir confortable; y esa comodidad, después de un tiempo, sobre todo si no hacés otra cosa, puede ser medio atrofiante y estancadora.

Intuyo que eso te pasó en algún momento…

Tuve dos momentos en donde lo experimenté. Después de hacer giras durante un año y medio tocando nada más que mis cosas… estaba viajando mucho y tocando todo el tiempo, así que llegó un momento en que no estudiaba, no practicaba piano en mi casa porque no había casi nada de tiempo. Llegaba cansado y después a salir otra vez de viaje… Así fue que no podía tocar otra cosa que no fuese lo mío.

¿Es difícil congeniar el rol de compositor con el de intérprete? Hace poco John Hollenbeck me decía: “Toco música para vivir y vivo para componer”. En ese sentido, ¿creés que la prioridad está en componer y que salir a tocar es una obligación o ambas tienen idéntica jerarquía?

En mi caso están en un mismo nivel; si no salgo a tocar me muero, porque lo hago desde siempre.

Cuentan que cuando Piazzolla conoció a Nadia Boulanger (compositora, directora de orquesta y profesora francesa, 1887-1979), llevó algunas de sus composiciones. Boulanger, al escucharlas, dijo: “Aquí usted se parece a Stravinsky, se parece a Bartok, se parece a Ravel, pero… ¿sabe lo que pasa? Yo no encuentro a Piazzolla acá…” Dicen que Piazzolla la quiso matar (risas); pero a partir de eso empezó a hacer su propia música, a perder el temor por exponer sus ideas. ¿Te ocurrió algo similar en algún momento? En tu etapa formativa, ¿hubo alguien que te impulsó a desarrollar tu propia identidad musical?

Marcelo Braga Saralegui. Él me impulsó a expandir la música que yo sentía y me ayudó a que desarrollara algo que tuviera que ver con mi cultura y que no estuviera basado en una cultura anglosajona en particular o europea en general. Recuerdo que me dio como ejemplo a (Egberto) Gismonti y a Hermeto Pascoal también: ”Esto es la música de Brasil con elementos de jazz (algo que ya estaba aprendiendo) pero es música de Brasil…”

Respetando la identidad cultural…

Sí, además el contexto de ECM me gustó. Así que me pasaba escuchando un montón de discos de ese sello y la verdad es que me veía ahí… Fui convenciéndome que me gustaba ese mundo.

Pero tu actualidad musical se parece muy poco a un disco de ECM… No me imagino un disco tuyo en ese sello…

Mirá, justamente es algo que está por ocurrir ahora (risas). Después de Páginas de Buenos Aires hay tres discos más… Uno sale ahora en julio y los otros dos también se editarán en el transcurso de este año. Uno fue grabado el año pasado. Se llama Expansión (el lanzamiento está previsto para noviembre próximo) y está más dentro de lo que es ECM; allí trabajé con el mismo grupo pero también hay más elementos orquestales, trompeta, flauta, etc. El otro sale en julio por Warner Music con el titulo de Material e incluye composiciones de varias épocas diferentes… pero con la misma formación. Son grabaciones de los últimos cuatro años. El tercero sale en septiembre a través de Harmonia Mundi, que es una compañía francesa de música clásica. Los tres se basan en los mismos conceptos musicales aunque expresen distintos momentos y evoluciones en contextos diferentes.

¿Tenés previsto presentar ese material en vivo durante este año?

Sí, las giras más fuertes se estarán dando de mitad de este año en adelante y especialmente el año próximo. Tengo decidido tocar en vivo pero menos que el año pasado, que fue un período de intensos viajes.

Última pregunta. Stravinsky dijo alguna vez: “Si todo me estuviera permitido me perdería entre tanta libertad”. ¿Hay cosas que Fernando Otero no se permite a sí mismo para no perderse entre tanta libertad?

Me pasa cuando aparece “el diablito” del gusto por algo en particular y tenés que aprender a controlarte. A mí me encantan los Beatles y eso está fantástico, pero si estoy haciendo un disco como Páginas de Buenos Aires, por más que me gusten los Beatles, no voy a cortar el disco a la mitad para hacer un tema con dos guitarras eléctricas, un bajo “violincito” y una batería tocada a lo Ringo (Starr)

Y dejarte el flequillo (risas)…

Sí… o que me largue a cantar un tema… Está bien que me guste pero sería un disparate. Que me guste lo que hago no quiere decir que no me gusten otras cosas. La sensación de libertad es algo demasiado fuerte y atractivo y me parece bien que uno pueda hacer lo que quiere pero, al menos en mi caso, trato de mantener cierta consistencia en el trabajo que estoy ofreciendo. Por más versátil y dúctil que uno pueda ser para expandir el nivel, no podés hacer cosas por el solo hecho de que te gusten cuando la esencia de lo que estás comunicando es otra. Tampoco quiero ser una especie de “policía musical” ni quiero andar otorgando visas a la gente que diga qué se puede hacer y qué no. No quiero verlo desde ese lado, me refiero a dominar al “diablito”. Y a veces no es fácil, ya que todos los días uno tiene que enfrentarse con “diablitos” diferentes.

http://www.fernandootero.com/
http://www.myspace.com/oteroxtango
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http://www.myspace.com/fernandooteroexpansion
http://www.youtube.com/profile?user=fernandootero28&view=videos

Sergio Piccirilli

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