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Mark Feldman & Sylvie Courvoisier: Oblivia

Conky’s Lament, Dunes, Messiaenesque, Purveyors, Oblivia de Oblivion, Double Windsor, Bassorah, Vis-a-Vis, Samarcande, Fontanelle, Sous un Reve Huileux

Músicos:
Mark Feldman: violín
Sylvie Courvoisier: piano

Tzadik, 2010

Calificación: Dame dos

El éxtasis musical implica una vuelta a la identidad, a lo originario, a las raíces primarias de la existencia (Emile Cioran)

El dúo que integran la pianista suiza Sylvie Courvoisier y el violinista estadounidense Mark Feldman ha mantenido una fuerte presencia escénica y discográfica desde su constitución, en 1996, a la fecha. La virtuosa calidad interpretativa, la telepática sensibilidad de sus improvisaciones y el éxtasis que provocan sus recitales, le ha permitido a esta sociedad artística ocupar con justicia un lugar de privilegio en la vanguardia de la música creativa contemporánea.
El Mark Feldman & Sylvie Courvoisier Duo, tras dos álbumes sobre composiciones de John Zorn (Masada Recital de 2004 y Malphas de 2006), regresa en Oblivia a la senda iniciada en 1999 con el álbum Music for Violin and Piano al exponer con exclusividad piezas de su propia autoría.
Sin lugar a dudas lo que hace más innovador y excitante a este proyecto es que el dúo, sirviéndose de los moldes clásicos del formato de piano y violín, ha logrado incorporar la dialéctica de la libre improvisación en perfecto equilibrio. Esa infrecuente cualidad no sólo obedece a que ambos son virtuosos en sus respectivos instrumentos sino también a la experiencia acumulada y al dominio adquirido por Courvoisier y Feldman tanto en el campo de la improvisación vanguardista y el jazz como en el de la música clásica contemporánea.

Conky’s Lament está presentado magistralmente en forma de sonata sin desarrollo y, aun cuando su tonalidad sigue siendo clásica, su amplitud cromática, la elusión de cadencias conclusivas, cierta incertidumbre tonal y su paradójico equipaje armónico le confieren a la pieza una plástica de construcción infrecuente. La célula melódica embrionaria, expuesta por el violín primero y el piano después, está dotada de un enorme vigor y fuerza expresiva. La ornamentación dinámica, en comunión con estratégicos espacios otorgados a la improvisación, deriva en un pasaje contrapuntístico de notable factura luego ligado a una reexposición que envuelve la línea melódica original en una atmósfera lejana, vaga e incierta.
Dunes apela a cadencias rotas y densas texturas mediante el uso de técnicas extendidas, empleando notas extrañas en todas las voces e impulsando continuos cambios de tono. El único clímax melódico emerge de un fraseo en violín ubicado en el sitio ideal para iluminar la interpretación de la pieza y liberar, en conjunto con el piano, el material lírico y emocional que se hallaba contenido.
A continuación sigue Messianesque, composición que también cuenta con una reciente versión para cuarteto incluida en el álbum To Fly to Steal. En esta relectura, sobre un elegante fraseo de piano en donde Courvoisier demuestra gran sensibilidad y una manera exquisita de acentuar, emerge en contrapunto una luminosa exposición en violín a cargo de Feldman en la que se destaca su exploración en el campo de los armónicos, el uso de dobles cuerdas, su amplia paleta de stacatti y el dominio del pizzicatti de la mano izquierda. Esto propicia que ambos instrumentos interactúen en torno a la melodía y se complementen en la búsqueda de matices a niveles de empatía que sólo puede permitir el dominio técnico y la experiencia escénica acumulada por el dúo a través de los años.

Mientras Purveyors es una pieza dotada de gran riqueza armónica en la que se alternan segmentos de peculiar robustez rítmica y pasajes llenos de ternura, la intensa Oblivia de Oblivion nos ofrece una atmósfera mas lírica que dramática, con melodías que no procuran desarrollos motívicos y haciendo de las modulaciones su principal recurso expresivo.
La plástica de Double Windsor está signada por originalidad e inspiración. Los pesados acordes del piano de Courvoisier tiñen de apasionada tensión las virtuosas cadencias plagadas de riqueza sentimental que despliega el violín de Feldman. Un alegato estético tímbricamente bien logrado, de sonoridad amplia y brillante e innegable belleza melódica que, tras repetidas audiciones, está destinado a provocar un impacto indeleble en el oyente.
La melancólica e introspectiva sensación auditiva que provocan los aires de réquiem de Basoorah antagoniza con la chispeante fantasía de Vis-a-Vis. En tanto que la bravura armónica y la ampulosa ejecución de Samarcande contrasta con el aleatorio ejercicio de abstracción improvisadora impulsado en Fontanelle.
Para finalizar llega la sutil Sous un Reve Huileux. Una construcción pausada de gran dificultad ejecutiva que no sólo ratifica la apabullante técnica del dúo sino también su capacidad para construir un diálogo en el que se combinan intimismo, energía, precisión, intensidad y virtuosismo.

Sabido es que la improvisación ocupó un espacio en la música clásica que luego la pedagogía académica se encargo de arrebatarle.
Mark Feldman y Sylvie Courvoisier, en lugar de detenerse a recuperar ese pasado o intentar hilvanar un acto de reparación histórica, nos ubican de frente al futuro de la música clásica.
Un futuro que, a juzgar por lo escuchado en Oblivia, cada vez está más cerca.

De dónde venimos no significa nada. Hacia dónde vamos y lo que hacemos para llegar allí, es lo que nos dice qué somos (Joyce Carol Oates)

Sergio Piccirilli

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