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Juan Bayón Sexteto: Trance

La feria, Pingüinos, El brujo, El que desaparece, Siete meses, Ruido negro, Canción para Simón

 

Músicos:

 

Juan Manuel Bayón: contrabajo

Luciano Ruggeri: batería

Rodrigo Agudelo, Martín Fernández Batmalle: guitarra

Juani Méndez: saxo tenor

Misael Parola: saxo alto

 

Sello y año: Independiente, 2011

Calificación: Está bien

 

Desde el título, el contrabajista y compositor Juan Manuel Bayón confiesa encontrarse (o haberse encontrado, al momento de la edición de su álbum debut como líder), en un “momento crítico y decisivo”, cual reza la definición de Trance.

Bayón, actual integrante del sexteto Elefante, ha estudiado con Hernán Merlo, Carlos Lastra, Enrique Norris, Willy González, Diego Pojomovski, Ezequiel Finger, Juan “Pollo” Raffo, Pepi Taveira y, en Estados Unidos, con John Lockwood y Mark Helias. Bajo la dirección de Ernesto Jodos cursó, entre 2006 y 2009, la carrera de grado del Conservatorio Manuel de Falla con especialización en Jazz. En 2009, recibió la Coca-Cola Scholarship del Banff International Workshop in Jazz and Creative Music en Alberta, Canadá, donde estudió con Dave Douglas, Joshua Redman, Tony Malaby, Ben Street, Matt Penman, Clarence Penn, etc.

 

Conformó el Juan Bayón Sexteto en 2008 y ha sabido compartir escenario con, entre otros, Hank Roberts, Steve Cardenas, Paula Shocrón, Eleonora Eubel, Pepi Taveira, Carlos Lastra, Ricardo Cavalli, Rodrigo Domínguez, Pablo Puntoriero, Enrique Norris y Sergio Verdinelli.

 

Lo mencionado es motivo suficiente para el entusiasmo, algo que en los últimos tiempos ocurre –digamos- en dosis más bien homeopáticas. La conformación del sexteto, apianístico, con dos guitarras eléctricas, dos saxos, contrabajo y batería, también. Lo mismo ocurre con el inicio de La feria, un blues en slow tempo con su entramado sonoro de guitarras y saxos que da la sensación de estar a punto de despegar, pero el carreteo finaliza siendo prolongado sin que se produzcan variaciones que conduzcan por terrenos vírgenes o poco transitados. Pingüinos ofrece otro vigor; un straight ahead que por momentos amenaza con ensuciarse, aportando una buena dosis de soul/funk con la banda tomando vuelo luego de un buen pasaje a dos guitarras. La breve y enigmática El brujo se aleja y en buena forma de la previsibilidad, con guitarras envalentonadas atacando ferozmente desde la retaguardia.

 

El que desaparece (al igual que El brujo, compuesta por Rodrigo Agudelo), la pieza más extensa del álbum, no sorprende y parecen sobrarle unos cuantos minutos. Le sucede Siete meses, una balada con ausencia de saxos, intimista, bien tocada. Avión negro brinda, con elementos cercanos a la clásica contemporánea, algunos de los momentos más atractivos de Trance con un ubicuo trabajo de Bayón en contrabajo y Luciano Ruggeri en batería, con guitarras y saxos que se entrecruzan primero sutil, luego violentamente, llevando al sexteto a una suerte de catarsis colectiva.

El final es con Canción para Simón (de Martín Fernández Batmalle), que asoma como un spiritual contemporáneo; una melodía simple, in crescendo y con cierta dosis de previsibilidad.

 

Juan Manuel Bayón debutó como líder, junto a su sexteto, con Trance. Decíamos de las expectativas previas teniendo en cuenta su formación, sus estudios y los músicos con los que ha compartido proyectos o escenarios. No obstante, Trance (magníficamente interpretado) parece hacer causa común con las influencias citadas por el contrabajista (Coleman, Monk, Coltrane, Mingus, Ellington). Probablemente se trate de una cuestión más bien personal (aunque, ¿no es siempre así, acaso?); pero la sensación es que Bayón cuenta con elementos suficientes –y hay muestras de ello en su debut- como para escaparse de los estereotipos del jazz, rompiendo barreras y tal vez algunos prejuicios para que su propuesta no suene tan “contenida” o (innecesariamente) respetuosa.

 

Bayón tiene, aparentemente, lo necesario para instalarse como una voz verdaderamente distinta dentro del alicaído panorama jazzístico contemporáneo. Ya pasó el Trance del debut y correctamente. Se verá en lo sucesivo si el carreteo es constante u opta por asumir riesgos despegándose de lo que parecieran ser “obligaciones de estilo”.

De Juan Manuel Bayón depende.

De nadie más.

Y ésa sí que es una situación envidiable.

 

Marcelo Morales

 

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