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Sanguinetti Plays Radiohead en concierto: Para un Marco

 

SanguinettiAMiércoles 7 de septiembre de 2016 – 20:00 hs.

Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner (Buenos Aires – Argentina)

 

Dentro de las distintas acepciones que el diccionario de la Real Academia Española le otorga al epíteto “tributar”, tenemos en primera instancia el pago al Estado en función de las cargas y atenciones públicas, algo que viene desde tiempos inmemoriales. En otra de sus definiciones, la RAE lo define como “ofrecer o manifestar veneración como prueba de agradecimiento o admiración”.

¿Estamos de acuerdo?

Estamos de acuerdo.

Permítame elegir no inmiscuirme en cuestiones inherentes a los impuestos; no sólo porque no soy un entendido en la materia sino además porque lo poco que comprendo me provoca cierta insalubridad física y mental que le evitaré conocer en detalle.

En cambio sí podemos transitar, al menos en principio y en apariencia, por un terreno menos ríspido, el de la veneración, el del agradecimiento, el de la admiración.

Sin dudas que hay distintas maneras de llevar a cabo un tributo.

En el terreno de la música popular, desde hace varios años han aflorado infinidad de músicos o bandas cuya propuesta artística consiste en homenajear a determinados colegas que han alcanzado notoriedad ya sea por sus valores artísticos o bien por su popularidad. Ejemplos hay infinitos, pero es muy difícil encontrar uno que se escape de la media o lo pre-establecido que, generalmente, consiste en reproducir de la manera más fiel posible al artista tributado. Y no solamente desde la propuesta musical sino también desde el aspecto visual lo que los torna, desde este humilde punto de vista personal, en algo innecesario, intolerable, absurdo e inentendible.

Porque reconociéndoles el esfuerzo, la dedicación, la entrega… ¿cuál es el sentido real de su existencia? ¿Qué es lo que aportan artísticamente? ¿A quiénes se dirigen? Y también… ¿qué es lo que la gente encuentra en esta suerte de fallidas… digamos…  “fotocopias” musicales?

Y esto no es sólo propiedad del rock o el pop; en el jazz también cuesta comprender por qué tantos músicos insisten en interpretar standards de manera prácticamente similar a la que lo hicieron sus creadores que, seguramente tras haber sido justamente eso: verdaderos creadores, no verían con buenos ojos que se los tributara de esa forma. No obstante, afortunadamente, hay una minoría que entiende las cosas de otra manera. Y un fiel representante de ello es el pianista argentino Marco Sanguinetti. A quien nos hemos referido en varias oportunidades por lo que, sucintamente, diremos que debutó discográficamente como líder en 2005 con el solo piano Improvisiones, al que le sucedieron Los procesos de Franz (2008), El otro (2011), 8 (2013) y en, este 2016, Cómo desaparecer completamente, reseñado aquí por Sergio Piccirilli, un álbum doble donde, con la compañía de Migma en bandeja de vinilos, Tomás Babjaczuk en batería, Pablo Butelman en guitarra y Milena L’Argentiere en voz, se dedica a recrear composiciones de la agrupación británica Radiohead.

Sanguinetti - BEl proyecto, que el pianista ha dado en llamar Sanguinetti plays Radiohead, dista de ser una de esas experiencias oportunistas o sin sustento. Sanguinetti ha declarado en varias oportunidades (y desde hace muchos años) sentirse subyugado por la música de la banda liderada por Thom Yorke. Y no es ésta la primera ocasión en la que aborda su repertorio.

Ya con Pibe A, acompañado por Pablo Bendov en batería y Bárbara Togander en voz, recreaba el contenido del álbum Kid A. Luego, en 2015, comienza con la aventura que nos ocupa realizando actuaciones con distintos músicos (aunque siempre con Migma como ladero) y en distintos formatos hasta llegar a la conformación con la que registrara el álbum y con la que lo presentara oficialmente en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el pasado 7 de septiembre.

Usted se preguntará “pero, ¿no pasaron más de tres meses?” Y lo bien que hace ya que sí, efectivamente, han pasado más de tres meses. Y sin entrar en detalles que no vienen a la cuestión, permítame utilizar lo antedicho en pos de este comentario. Porque este tiempo ha, efectivamente, hecho lo suyo. Y es tan vívido el recuerdo y las sensaciones de lo presenciado, que no han hecho más que reafirmar las bondades del concierto que realizara el quinteto liderado por Marco Sanguinetti.

 

El inicio es con los dos temas que abren OK Computer, ambos interpretados en trío. En Airbag, Sanguinetti con su piano se encarga de la melodía mientras Babjaczuk produce desde su batería un mix de groove y bombardeo percusivo y Migma se encarga de los sutiles detalles sonoros. Un muy buen inicio, con una pulcra potencia sin desbordes. Con una sutil introducción en piano, da inicio Paranoid Android. Migma se suma con ínclitos aportes no invasivos, brindando un ajustado y sentido tono de gravedad. Babjaczuk se limita a los platillos hasta que el trío estalla con un enérgico y ubicuo Sanguinetti y un arrollador Babjaczuk. Migma –que parece leer la mente de los presentes y sus necesidades auditivas- ratifica su pericia en los silencios. El final suena épico, clasicista, romántico, con una sublime entrega del pianista, Migma aportando lo justo e inesperado y el trío en su conjunto subiendo los decibeles para un final apoteósico.

Un (gran) detalle es que en cada uno de los temas se proyecta la tapa del álbum al que pertenece; pero sólo al final de la interpretación aparece el sobreimpreso con el título. Un aspecto informativo y lúdico ante versiones que no resultan tan fáciles de identificar, como en Everything in its Right Place (de Kid A), con un interesantísimo arreglo que la convierte en una suerte de standard folclórico (o “chacarera de luxe”, si se me permite). Nuevamente el motor es el tándem SanguinettiBabjaczuk, pero lo del DJ es sublime. Sanguinetti - CEl pianista queda solo, virando a una pseudo vidala, languideciendo hasta el final. The National Anthem (también de Kid A) es potente y épica desde el inicio. Sanguinetti sigue elevando su techo, Migma adquiere un merecido protagonismo con sonidos inclasificables que se transforman en indispensables. Un hipnótico in-crescendo y un gran y abrupto final. Burn the Witch, de A Moon Shaped Pool, el último trabajo de Radiohead, pasa con naturalidad de una tensa calma al estallido y a la inversa en su breve versión. La cantante Milena L’Argentiere transforma al trío en cuarteto para una exquisita rendición de Weird fishes / Arpeggi (In Rainbows), interpretando con gravedad, sin desbordes innecesarios.

Con el ingreso del guitarrista queda conformado el quinteto para ejecutar –en ese formato- un solo tema: How to Dissappear Completely, de Kid A. L’Argentiere vuelve a interpretar correctamente, entendiendo lo que canta; y los aportes del guitarrista no pasan desapercibidos. Una balada densa, potente, con el grupo en ajustada sincronía. Ante la partida de la cantante, la intro de We Suck Young Blood -a cargo de Sanguinetti, Migma y Butelman– es una delicia, con reminiscencias a algunos de los fantasmales pasajes de The Wall (Is There Anybody Out There? o el inicio de The Trial); el cuarteto explota con la irrupción de Babjaczuk y Butelman en plan Nels Cline. El guitarrista también se destaca en I Might Be Wrong (de Amnesiac), transformado en un potente blues, uno de los momentos más experimentales de la noche, donde humores y sonidos se confunden y confluyen. Prosigue una respetuosa rendición de Black Star (The Bends) con un muy atractivo cierre comandado por el baterista, una excelente interpretación de Creep (Pablo Honey) a cargo exclusivamente de Butelman y Sanguinetti, una magnífica y compleja relectura de Little by Little (The King of Limbs) que incluyó un “falso dueto de tambores” a cargo de Babjaczuk y Migma y un final con el cuarteto brillando. Otro tanto puede decirse de Idioteque (Kid A), donde a la potencia generada por la banda le suceden una densa calma y un lúdico final.

Sanguinetti - DHubo un bis, interpretado por Sanguinetti en armonio y Milena L’Argentiere en voz. Motion Picture Soundtrack, de Kid A, sonó intimista, cálida, distinta, con aire de spiritual, de apaguen las luces, de esto fue todo, de gracias por venir.

Marco Sanguinetti, Migma, Tomás Babjaczuk, Pablo Butelman y Milena L’Argentiere han brindado un concierto admirable, de ésos que no se olvidan fácilmente y que perduran en la memoria, que resultó un tributo, sí; pero, más que a la música de Radiohead, lo fue a la creatividad, al talento y al arte.

 

Marcelo Morales

 

Nota: Fotos cedidas gentilmente por Pablo Astudillo (@PabloAstudilloFotografías)

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