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Mary Halvorson: Code Girl

MaryDisco 1: my mind i find in time, possibility of lightning, storm cloud, pretty mountain, off the record, in the second before, accurate hit

Disco 2: the beast, the unexpected natural phenomenon, thunderhead, and, deepest similar, armory beams, drop the needle

 

Músicos:

Mary Halvorson: guitarra

Amirtha Kidambi: voz

Ambrose Akinmusire: trompeta

Michael Formanek: contrabajo

Tomas Fujiwara: batería

 

Sello y año: Firehouse 12 Records, 2018

Calificación: A la marosca

 

Aquellos que tienen un código propio y se rigen por él, merecen respeto y admiración (Andrzej Sapkowski)

 

La noción de código, en líneas generales, describe al sistema de signos, señales o conjunto de reglas que permiten formular y comprender un mensaje.
Existen muchos tipos de códigos; y el cabal entendimiento de cada uno de ellos depende del contexto en donde se utilizan y aplican. Sin embargo, en todos los casos, la simbología implícita en los códigos se constituye en un modo comunicativo que permite dar forma al mensaje que pretende transmitirse.
Los seres humanos promovemos infinidad de códigos para cuestiones básicas o de uso cotidiano y con aplicaciones muy específicas, pero también los desarrollamos para transmitir conceptos más abstractos e inefables.
En el arte musical, por ejemplo, los artistas aspiran a crear un código propio que extrapola ideas abstractas al mundo material con el ánimo de transmitir lo que se percibe de la existencia y para plasmar los significados más profundos de su ser. En rigor, el arte- más allá de parámetros estéticos, modas o gustos personales– es siempre un código de comunicación que, en sus formas más refinadas, puede transformarse en códigos artísticos.
Está claro que desentrañar la laberíntica simbología del arte no es tarea sencilla, dado que involucra tiempo, conocimiento, compromiso y, en especial, la tácita aceptación de un código común –que muchas veces es ignorado o permanece oculto- entre la interioridad del receptor y el mundo del artista.

En tal sentido, el escritor estadounidense James Dasher, en un pasaje de su novela distópica The Maze Runner (El corredor del laberinto) aseveraba temerariamente que “para descifrar el código oculto en un complejo conjunto de diferentes laberintos se necesita el cerebro de una chica”.
Dicha afirmación, aunque se trate de un giro literario ocasional, parece tomar cuerpo de valor indubitable y con carácter explícito en el nuevo y extraordinario álbum doble de Mary Halvorson titulado Code Girl.

En el asombroso cuerpo de trabajo desarrollado por la guitarrista y compositora Mary Halvorson confluyen los liderazgos de alineaciones en trío (como en el álbum Dragon Head de 2008), cuarteto (Reverse Blue de 2014 y Paimon: The Book of Angels Volume 32 en 2017), quinteto (Saturn Sings de 2010 y Bending Bridges en 2012), septeto (Illusionary Sea de 2013) y en octeto con Away with You de 2016. Además ha ofrecido propuestas en solitario (Meltframe de 2015), trabajos a dúo como Crop Circles de 2017 junto a la pianista Sylvie Courvoisier y Emerge en 2015 con el contrabajista Stephan Crump, propuestas cooperativas con el baterista Greg Saunier y el trompetista Ron Miles (New American Songbook Volume 1 de 2017) y acompañada por Jason Moran y Ron Miles (Bangs en 2017) y también aparece integrando los colectivos Thumbscrew (con Michael Formanek y Tomas Fujiwara), Illegal Crowns (que completan Taylor Ho Bynum, Tomas Fujiwara y Benoît Delbecq) y The Out Louds (en compañía de Ben Goldberg y Tomas Fujiwara), entre otros.

Halvorson en 2018, además del álbum que motiva este comentario, tiene previsto editar dos nuevos discos junto a Thumbscrew (Ours y Theirs), una producción discográfica a dúo con el multi-instrumentista Robbie Lee y un tributo al legendario guitarrista Johnny Smith -secundada por Bill Frisell– a materializarse con el inminente lanzamiento de The Maid With The Flaxen Hair.

Los postulados estéticos pergeñados por Halvorson para Code Girl -el álbum debut de la banda del mismo nombre- contienen las líneas melódicas angulares, las resoluciones inesperadas, el singular acercamiento a la improvisación y la intensa complejidad armónica que caracterizan su estrategia composicional. Pero esos aspectos conviven aquí, entre otras tangibles influencias, con el espíritu del indie-rock de Deerhoof, el poder declamatorio de la voz humana como en Sam Cooke, el cuidadoso uso de la orquestación y de los colores instrumentales ofrecidos por Robert Wyatt y el valor poético en el formato canción proveniente de Elliott Smith.
Mary Halvorson ya ha manifestado sus dotes componiendo canciones en la agrupación People (en donde compartiera créditos con el baterista Kevin Shea) y también en el dúo de folk camerístico que integrara con la violista Jessica Pavone. No obstante, en esta nueva entrega aquellos intereses adquieren otra dimensión –mucho más ambiciosa, experimental, innovadora y audaz– cuyo proceso creativo parte de la escritura de las letras para luego transformarse en canciones con amplios espacios adjudicados a la improvisación.

El título del álbum –extractado de un comentario referido a Halvorson realizado por su mentor, Anthony Braxton– parece describir acertadamente el carácter codificado, enigmático y por momentos abstruso de sus letras y, además, oficia como representación de la simbología que comprende el personal ideario estético de la compositora.
La novedosa propuesta impulsada por Mary Halvorson con Code Girl, tanto en términos conceptuales como interpretativos, encuentra inmejorable respaldo en una alineación que reúne al estupendo trompetista Ambrose Akinmusire con sus compañeros en el trío Thumbscrew –los notables Tomas Fujiwara y Michael Formanek– y una cantante como Amirtha Kidambi capaz de transitar con similar soltura e idoneidad el acervo cultural de India, la música clásica contemporánea y la improvisación vocal.

El álbum da inicio con las impredecibles mutaciones dinámicas y la intensidad emocional de my mind i find in time. La pieza nace de una exquisita introducción en solitario de Mary Halvorson, para luego dibujar un entramado instrumental -con destacados aportes de Michael Formanek en contrabajo y Ambrose Akinmusire en trompeta– que oficia como marco para la protagónica y expresiva labor vocal de Amirtha Kidambi.
En possibility of lightning se amalgaman con sorprendente naturalidad materiales sonoros heterogéneos que van desde lejanos vestigios de rock in opposition a la avanzada de la libre improvisación, cambios repentinos e inesperados, elaborados matices y pasajes en distintos formatos instrumentales. Todo eso subrayado por una superlativa entrega del quinteto.
El delicado lirismo y la ascética vivacidad que transmite storm cloud ubicará en el centro de la escena al inagotable ideario guitarrístico de Mary Halvorson y el descollante despliegue de Amirtha Kidambi en voz.

Un acrisolado dueto entre la trompeta de Ambrose Akinmusire y la guitarra de Mary Halvorson desemboca en el nostálgico andamiaje melódico de pretty mountain. El curso ascendente de la composición deriva luego en un abrasivo ejercicio de catarsis colectiva rematado por la recapitulación del motivo original.
La encantadora pieza instrumental off the record ofrenda una renovada aproximación a la tradición del jazz en donde sobresalen el aporte de Michael Formanek en contrabajo y las atinadas exposiciones solistas de Mary Halvorson y Ambrose Akinmusire.
En el temperamento episódico del meritorio in the second before se suceden un inquietante pasaje improvisado desde donde emerge el enunciado melódico que subraya la voz de Amirtha Kidambi y un posterior remate de impronta heavy metal en el que brillan con luz propia la guitarra de Mary Halvorson y la batería de Tomas Fujiwara.
Los vulnerables contornos iniciales que recorre la balada accurate hit –cristalizada a dúo entre la guitarra de Mary Halvorson y la voz de Amirtha Kidambi– se disuelven sobre el final en súbitas pinceladas de improvisación y profundos silencios.

El segundo disco comienza con el extraño e inquietante magnetismo que desprende the beast. Ese rumbo expositivo será resaltado con maestría por las preponderantes apariciones solistas de Ambrose Akinmusire en trompeta y Michael Formanek en contrabajo.
Los maravillosos trazos musicales e hipnótico fulgor de the unexpected natural phenomenon hacen que se constituya en uno de los momentos culminantes del álbum. En el seno de la composición irán convergiendo delicados esbozos melódicos, audaces variaciones instrumentales, progresiones armónicas de notable factura, las imponentes intervenciones de Amirtha Kidambi en voz, Mary Halvorson en guitarra y Ambrose Akinmusire en trompeta y un demoledor solo en batería a cargo de Tomas Fujiwara.

A continuación, sobrevienen las logradas cadencias y sincrónicos unísonos del instrumental thunderhead, la críptica poesía y los angulosos perímetros recorridos por and, la asfixiante atmósfera y los aspectos lúdicos que envuelven el núcleo de deepest similar y el breve dueto entre la trompeta de Akinmusire y la guitarra de Halvorson corporizado en armory beams.
El excéntrico temperamento retro-futurista y desbordante lirismo que exuda de drop the needle –tema que da cierre al álbum– resultará coronado por los exquisitos aportes solistas de Mary Halvorson en guitarra, Michael Formanek en contrabajo y Ambrose Akinmusire en trompeta.

El formidable e intrépido alegato estético configurado por Mary Halvorson en Code Girl, parece haber desentrañado el código secreto que conduce a la unión entre creatividad e innovación.

 

Creatividad es pensar en nuevas ideas. Innovación es hacer cosas nuevas (Theodore Levitt)

 

Sergio Piccirilli

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