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Henry Threadgill: Dirt… And More Dirt & Double Up, Plays Double Up Plus

DirtHenry Threadgill 14 or 15 Kestra: Agg: Dirt… And More Dirt

Dirt – Part I, Dirt – Part II, Dirt – Part III, Dirt – Part IV, Dirt – Part V, Dirt – Part VI, And More Dirt – Part I, And More Dirt – Part II, And More Dirt – Part III, And More Dirt – Part IV

 

Músicos:

Henry Threadgill: saxo alto, flauta, flauta baja
Christopher Hoffman: cello
Liberty Ellman: guitarra
Jose Davila: tuba
Ben Gerstein, Jacob Garchik: trombones
Jonathan Finlayson, Stephanie Richards: trompetas
Curtis Robert Macdonald: saxo alto
Roman Filiú: saxo alto, flauta alta
David Bryant: piano

David Virelles: piano, harmonio
Thomas Morgan: contrabajo
Elliott Humberto Kavee, Craig Weinrib: batería, percusión

Sello y año: Pi Recordings, 2018

Calificación: A la marosca

 

DoubleHenry Threadgill: Double Up, Plays Double Up Plus

Game Is Up, Clear and Distinct from Other A, Clear and Distinct from Other B, Clear and Distinct

 

Músicos:

Curtis Robert Macdonald: saxo alto
Roman Filiú: saxo alto, flauta alta
Christopher Hoffman: cello
Jose Davila: tuba
David Bryant: piano
Luis Perdomo: piano
David Virelles: piano, harmonio
Craig Weinrib: batería, percusión

 

Sello y año: Pi Recordings, 2018

Calificación: Dame dos

 

Lo que compongo proviene de ideas y pensamientos muy abstractos, que convierto en algo físico con el sonido (Henry Threadgill)

 

El pensamiento abstracto se fundamenta, según Aristóteles, en una operación mental por medio de la cual la razón capta la esencia de algo. El desarrollo de ese procesamiento requiere, pues, de una desconexión parcial con el mundo material que posibilite el hallazgo de vínculos y relaciones con aquello que no vemos; es decir con las ideas, los conceptos y el mundo inmaterial.

El pensamiento abstracto es –como afirmara Jean Piaget- una de las ultimas capacidades cognitivas que adquiere el ser humano durante su desarrollo y puede aparecer de manera innata en algunas personas o requerir de formación y aprendizaje en otras. No obstante, en todos los casos, su presencia dictamina y propulsa la elaboración de conceptos mentales figurativos y simbólicos, la capacidad de extrapolar lo aprendido a diferentes contextos, el análisis en forma simultánea de distintos aspectos de una misma realidad, la imaginación de escenarios alternativos, la facultad para reflexionar en una escala mayor a la de los objetos o las cosas y la profunda estimulación del imaginario creativo.

El pensamiento abstracto no niega ni se escinde de la realidad, sino que aspira a deconstruirla y resignificarla para –mediante la unión de todo lo perceptible con la imaginación- generar ideas autónomas, originales e innovadoras.

En el inmenso y fascinante cuerpo de trabajo desplegado a través de los años por el legendario compositor, saxofonista y flautista Henry Threagill, esos principios afloran de manera irrebatible y con inusitada fortaleza artística.

Sin temor a equivocaciones, podría afirmarse que su obra no es una mímesis de la realidad sino una realidad transformada en sonidos por el pensamiento abstracto y que, más que entregar una mera sucesión de cualidades musicales (que las tiene y muchas), aspira a crear un molde estético desde donde puede concebir y elaborar un relato personal sobre el mundo que lo circunda.

Es el propio Threadgill, justamente, quien subraya esta afirmación al asegurar que “el compositor crea un lienzo sobre el cual pinta y allí es en donde cuenta lo que es la vida para él y la manera en la que ve lo que lo rodea”.

Henry Threadgill ha encabezado algunas de las propuestas grupales más relevantes de las últimas cuatro décadas. Lideró los tríos Air (materializado en los álbumes Air Song de 1975, Air Raid en 1976, Live Air y Air Time de 1977, Open Air Suit y Montreaux Suisse en 1978, Air Love de 1979, Air Mail de 1980 y 80° Below ’82 de 1982) y New Air (Live at Montreal International Jazz Festival en 1983 y Air Show No. 1 de 1986) y sus sextetos de los años ochenta: Sextet y Sextett (con los que editó When Was That? en 1982, Just the Facts and Pass the Bucket de 1983, Subject to Change de 1984, You Know the Number en 1987, Easily Slip Into Another World de 1988 y Rag Bush and All en 1989). Más tarde sus ideas compositivas se corporizaron en Henry Threadgill’s Very Very Circus con Spirit of Nuff… Nuff de 1990, Live at Koncepts en 1993 y Carry the Day de 1994 y en los trabajos junto a la agrupación Make a Move como Where’s Your Cup? de 1996 y Everybodys Mouth’s a Book en 2001. Desde ese entonces se aboca con exclusividad a Henry Threadgill Zooid, banda con la que produjo una notable discografía integrada por los álbumes Up Popped the Two Lips en 2001, Pop Start the Tape, StoP de 2005, The Bring Us to Volume 1 & 2 (en 2009 y 2010, respectivamente), Tomorrow Sunny / The Revelry, Spp de 2012 e In for a Penny, In for a Pound de 2015.

En los últimos dos años el foco de su inagotable creatividad aparecerá representado por dos nuevos –y fascinantes– proyectos musicales: la Henry Threadgill 14 or 15 Kestras: Agg y el Henry Threadgill’s Ensemble Double Up.

La primera de esas propuestas acaba de cristalizarse mediante Dirt… And More Dirt, su primera producción; y la segunda debuta en 2017 con el formidable Old Locks and Irregular Verbs y ahora regresa para ofrecer el álbum que lleva por título Double Up, Plays Double Up Plus.

Dirt… And More Dirt es una obra comisionada por The Shifting Foundation compuesta por Threadgill en el Montalvo Arts Center de Saratoga, California.

El proyecto contiene el sello inconfundible del compositor basado en la convergencia de composición e improvisación, el uso de alineaciones tímbricas infrecuentes, la yuxtaposición de contrapuntos múltiples, el desarrollo de complejas estructuras formales y la rigurosa utilización de polifonías y contrastes tímbricos, pero incrementado por medio de un novedoso sistema de improvisación colectiva afincado en series preconcebidas de intervalos.

La obra de Henry Threadgill siempre ha tenido relación –implícita o explícita– con su interés por las artes plásticas; de tal manera que no sorprende en absoluto que las dos extensas composiciones que integran Dirt… And More Dirt se inspiren en trabajos pertenecientes a sendos escultores estadounidenses: Walter Joseph De Maria y Stephen De Staebler.

Del primero, tomando como base la monumental y célebre The New York Earth Room –instalación que combina el art land y la simplicidad del minimalismo con una gran atracción por la escala– y en el segundo caso abrevando en sus esculturas figurativas con formas totémicas y fragmentadas que representan la fragilidad de la condición humana.

La sucesión inextinguible de ideas, la celebración de la forma pura que inunda sus planos sonoros, la natural convivencia entre acto creativo y gesto emocional, el minucioso uso de las proporciones y la soberbia interpretación de conjunto, hacen de Dirt… And More Dirt una experiencia estética cautivante y milagrosa.

La apertura, con Dirt – Part I, da inicio con una plástica de naturaleza ascética que acumula tensión mediante un crescendo rítmico –subrayado por la solidez del contrabajo de Thomas Morgan y la cristalina intervención solista de Liberty Ellman en guitarra– que estalla durante el clímax con la exuberante aparición de los instrumentos de viento.

El breve, pero expresivo Dirt – Part II tiene como protagonistas excluyentes al exquisito dúo de pianos integrado por David Virelles y David Bryant.

Las dinámicas sostenidas y los coloridos matices que emergen de Dirt – Part III resultan ilustrados por las preponderantes aportaciones de Curtis Robert Macdonald en saxo alto y Ben Gerstein en trombón.

En la sensación de pesantez y los devaneos sonoros que impregnan al intrincado Dirt – Part IV sobresalen, muy especialmente, los elocuentes alegatos de Jonathan Finlayson y Stephanie Richards en trompetas.

El episódico temperamento de Dirt – Part V unirá sus diferentes capítulos mediante sucesivas exposiciones a dúo de batería y percusión entre Elliott Humberto Kavee y Craig Weinrib.

Los inquietantes contrapuntos iniciales de Dirt – Part VI derivarán en una epifanía de indescriptible belleza que fluye al conjuro de arrestos instrumentales a gran escala y una posterior resolución de tono minimalista en donde tienen preeminencia los instrumentos de percusión y las flautas de Henry Threadgill y Roman Filiú.

El vibrante paisaje sonoro que dibuja And More Dirt – Part I dará lugar a las sucesivas exposiciones de los solistas –en donde destacan Jose Davila en tuba, Liberty Ellman en guitarra, Christopher Hoffman en cello y Jacob Garchik en trombón– y un pletórico remate de dimensión orquestal.

Tras el conciso relato a dos pianos comprendido en And More Dirt – Part II

y las pinceladas epigramáticas del sucinto And More Dirt – Part III, el álbum concluirá con el rebosante lirismo –resaltado por una desgarradora intervención de Henry Threadgill en saxo alto– que destila And More Dirt – Part IV.

Dirt… And More Dirt se constituye, sin lugar a dudas, en una experiencia estética trascendental, profunda y conmovedora.

 

Double Up, Plays Double Up Plus –la segunda producción discográfica de Henry Threadgill’s Ensemble Double Up– contiene los elementos sustanciales que distinguen la estrategia compositiva de su líder y también profundiza algunos conceptos ya enunciados en Henry Threadigill Zooid. Sin embargo, comprende aspectos que difieren claramente de la obra previa de Threadgill.

En parte, debido a que se trata del primer proyecto grupal en el que no toca ningún instrumento; pero, además, se distingue de sus trabajos anteriores porque integra una paleta tonal y armónica mucho más amplia en colores y texturas, imprime una mayor densidad polifónica, da lugar al desarrollo de innovadores conceptos para conducir y liderar improvisaciones colectivas y, en especial, porque otorga un decisivo protagonismo instrumental al piano.

Este nuevo trabajo del ensamble presenta una alineación similar a la de su debut con Old Locks and Irregular Verbs, es decir: Curtis Robert Macdonald y Roman Filiú en saxos alto, Christopher Hoffman en cello, Jose Davila en tuba y Craig Weinrib en batería y percusión. Pero, a diferencia del álbum anterior, aquí no hay dos pianistas sino tres: David Bryant, David Virelles y Luis Perdomo.

El álbum abre con el extenso Game Is Up. La pieza irá amalgamando un aquilatado prólogo pianístico con sucesivos contrapuntos entre la flauta alto de Roman Filiú, la tuba de Jose Davila y el saxo alto de Curtis Robert Macdonald. El explícito desapego a la transformación temática del leitmotiv convierte al paisaje sonoro pergeñado por Theadgill en una deliciosa abstracción sin protagonismos instrumentales excluyentes, para luego impregnarse de un dramatismo catedralicio desde donde emergerán las luminosas contribuciones de los pianos de David Virelles, Luis Perdomo y David Bryant. Los tramos finales de la composición permitirán lucidas intervenciones solistas de Craig Weinrib en batería y Christopher Hoffman en cello y amplios espacios para que el resto de los miembros del ensamble interactúen libremente.

En el introspectivo relato ofrecido por Clear and Distinct from Other A confluyen pinceladas camerísticas, exposiciones instrumentales en distintos formatos, un variado uso cromático y acertados aportes de los solistas.

La primera parte de Clear and Distinct from Other B seguirá una impronta ascendente hasta desembocar en el colorido solo de Craig Weinrib en batería. El desenlace, en cambio, exuda un inocultable lirismo sonoro y ubica en el centro de la escena a los pianos de Bryant, Virelles y Perdomo.

En Clear and Distinct –tema que cierra el álbum– confluyen una notable intervención en solitario de Jose Davila en tuba, un posterior dueto entre éste y el cello de Christopher Hoffman, la imaginativa alternancia de fraseos por parte de los tres pianistas y una resolución colectiva de considerable factura.

Henry Threadigill, con Dirt… And More Dirt y Double Up, Plays Double Up Plus, entrega dos álbumes magníficos e inconmensurables que –además de sus enormes méritos estéticos- estimulan a eludir lo obvio e invitan a reflexionar en profundidad sobre la condición humana.

 

Si el mundo fuera obvio, el arte no existiría. El arte nos ayuda a penetrar en la opacidad del mundo (Albert Camus)

 

Sergio Piccirilli

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