Por Los Codos

Horacio Fumero: La Música Es Muy Poderosa; Nosotros No

¿Y ensayaban?

No. Yo le puse una condición.

¿Una qué…?

(Sonríe) Cuando él me dijo “te ficho” porque usaba un lenguaje así, futbolístico, yo le dije lo de la condición y el tipo se quedó mirándome como diciendo “¿condiciones a mí?”. Entonces yo le dije algo que a él le gustó muchísimo y que sirvió para poner las cosas en su lugar; le dije “si voy a tocar contigo, tú me tienes que enseñar, porque no hay otra posibilidad; yo manejo un pequeño repertorio y tu repertorio no tiene final; si no me enseñas no tengo dónde aprender, así que la condición es ésa: si me enseñas, te digo sí, pero si no me enseñas entonces te digo bueno, en lo que te pueda servir, pero al final de mi saco vas a llegar muy rápido; yo tengo para ofrecerte ganas y algunos conocimientos pero no mucho más.”
Y lo entendió y le gustó porque era franco. Pero ojo que yo no era franco porque era especial, me parece que es la única manera de ir por el mundo. No queda otra. ¿Voy a ir a versear a un tipo que me ve en transparencia? Estos tipos en la primera nota te ven como si fueras transparente y hay que ser muy boludo si pensás que podés engañar a un tipo de éstos. Entonces yo iba una o dos veces por semana a su casa, me llevaba un grabador como el tuyo y llegaba a su casa, ponía el aparato encima del piano y el Tete tocaba una hora sin parar enganchando un tema con otro y yo lo seguía con el bajo. Me iba a casa… y a laburar, a sacar todo, a entenderlo. A la semana siguiente, más; y al final quedó como una costumbre… duró… siempre. Si estábamos en Barcelona los dos, yo una vez por semana iba a la casa del viejo; sin grabador pero con el bajo, quedó como un hábito, ni hablábamos ni nada, tocábamos una hora y chau.

Y con el baterista…

FumeroNunca ensayamos, jamás.

Pero el trato era cordial?

Por supuesto.

Tenías además otros laburos?

Sí, claro… además yo quería tener otros laburos para no depender solamente de eso. De pronto el Tete desaparecía unos meses para tocar con Ron Carter o andá a saber con quién y yo hacía otras cosas, pero no era sólo una cuestión de guita sino que para mí era muy importante que él supiera que yo me ganaba la vida. Que si un día el decidía que yo no le servía más como músico, que no tuviera problemas “raros” que le impidan la decisión de llamar a otro bajista. Yo necesitaba esto para estar tranquilo; entonces lo que hacía era demostrarle que yo me las iba a arreglar igual. Era una manera que a mí me permitía poder estar al lado de él, así, como estamos vos y yo; porque esos tipos son tan grandes, que es muy difícil poder estar así, mano a mano. No es fácil. Para que la relación fluya era necesario estar al lado sin sentirse por debajo. Porque sería entonces tortuoso para ambos. Debe haber un respeto mutuo; ojo, esto desde el aspecto humano: el trato, de igual a igual. Musicalmente ya sabemos quién era quién; en esto no hay dudas. Pero en lo personal… el Tete nunca me dejó pagar, nada. Pero yo podía intentarlo; y en el caso de que el tipo no me hubiera dicho nada, yo tenía con qué pagarlo. O sea, en el plano musical, era el maestro; pero en lo humano, había varios lugares por los que podíamos transitar juntos y creo que eso hizo que yo pudiera estar con él tantos años.

Me gustaría retomar lo que pasó en tu regreso del '84.

Sí hombre… (piensa) ¡¿Cómo habla el Isoca, eh?! (risas) Yo vine a ver a mi familia, a mis amigos, al León… pero tenía un mambo tan grande en esa época a nivel personal… que no te puedo dar la más mínima explicación de cómo encontré la cosa acá, ni la más puta idea (risas).
Lo que sí recuerdo muy bien es que en mi pueblo había mucha gente que todavía no se creía lo que había pasado durante la dictadura. Yo he tenido algún que otro enfrentamiento fuerte con amigos míos, eh… gente que me decía que eran todas macanas y que yo era “un hijo de puta como todos esos izquierdistas de mierda”, a lo que yo respondía que esperaran, que en un tiempito ya iba a saltar todo.
Otro quilombo fue con las Malvinas. Eso fue una desgracia, porque todo el mundo que estábamos por ahí nos dimos cuenta de que era una maniobra de distracción; que estaban tratando de distraer la cosa con algo tan espantoso como una guerra y mirá que manotazo de ahogado espantoso pegaron que se llevó a un montón de pibes…

Cuando el Tete muere vos estabas tocando con él; ¿por qué creés que no quiso cambiarte?

Bueno… lo que pasa es que el Perr (el baterista del trío) y yo éramos la base rítmica y estábamos siempre con él, pero el Tete tocaba con mucha gente. Yo entré porque Erik Peter, el bajista que tenía el Tete, se volvió a Suiza y quedó ahí un agujero.

Ya afincado en Barcelona, ¿cuál fue tu primer contacto con los músicos de acá?

Bueno, con el Gato hice una gira grande en el ’74 tocando charango y guitarra. Ahí pude conprarme mi primer contrabajo bueno y ahí se terminó lo del Gato. A ver… la primera vez que toqué en Buenos Aires después de haberme ido fue con el Tete en el Teatro Coliseo; tocamos con Lopecito (López Ruiz) en la batería en el ‘86. Después yo hice alguna cosita con Giacobbe y mi querido y amado Minichillo, una gran tipo y un gran músico. Pero la primera cosa… Carlos Inzillo… (piensa) mirá que las cosas a veces son tan raras… una vez el León en España me dice que por qué no voy a tocar a Buenos Aires y yo le decía “pero yo no conozco, qué sé yo…”; entonces el León se encontró con Inzillo en Nueva York, pero de casualidad, en la calle y le habló. Y el Inzillo le dice “¿el Isoca Fumero?”, claro… porque me conocía de cuando yo era pendejo. Entonces me propone hacer un homenaje al Tete y ahí conocí a Oscar Giunta (hijo), a Facundo Bergalli, a Juan Cruz de Urquiza, yo lo invité a Giacobbe e hicimos un concierto en el Teatro San Martín; y eso fue lo primero más o menos serio, por el ’98. Después… Mainetti estuvo en la Expo ’92 en Sevilla y después se fue a Barcelona y nos hicimos muy amigos. En un momento dado, Adrián (Iaies) le comenta a Pablo de una posibilidad de grabar en España y que estaba buscando bajista y Pablo le dijo que no busque más y así se armó la cosa. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *