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Barry Guy/Marilyn Crispell/Paul Lytton: Ithaca

Fire and Ice, Void, First Shard, Broken Silence, Second Shard, Ithaca, Zinc, Third Shard, Unfolding, Zig Zag, Klaglied.

Guy Crispell - Ithaca
Músicos
:
Barry Guy (bajo acústico)
Marilyn Crispell (piano)
Paul Lytton (percusion)
Intakt Records, 2004

Calificación: Dáme Dos

Uno corre el riesgo de equivocarse al intentar comentar discos como éste. El primer error y el más comun, es creerse con la capacidad de simplificar y esclarecer. Un verdadero despropósito, sobre todo cuando nos encontramos ante algo que no es simple, ni está del todo claro. Ni qué hablar de la supuesta “capacidad” para comentar. No voy a preocuparme por brindar una información de manera organizada y clásica. Si los músicos se permiten hurgar en el free hasta los límites de lo comprensible, por qué no acompañarlos en ese viaje.
Que quede claro, ésta no es una obra que nos haga tararear sus melodías en la ducha. Es más, probablemente después de escucharlo pasemos varios días sin ducharnos. Ithaca es el segundo disco de este trío. Al igual que en el anterior Oddisey , las composiciones las aporta Barry Guy. Este contrabajista, nacido en 1947, es líder de la London Jazz Composer Orchestra y su principal logro ha sido la obtención de un nuevo vocabulario de timbres, matices y sonidos para su instrumento y otros del espectro de cuerdas orquestales, tal como lo demostró con el "String Quartet III", su obra para quince cuerdas y en "After the Rain" que le fuera comisionada para la City of London Sinfonia.
En Ithaca se inspiró en el cuadro del mismo nombre del pintor George Vaughn y, aunque suene extraño, en la obra de dos arquitectos: Zaha Hadid y y Daniel Libeskind. A juzgar por los resultados podemos imaginar que deben ser muy buenos diseñando laberintos. Aquí el trío experimenta con el free jazz y la nueva música clásica europea y el resultado es una obra atrapante, compleja, asimétrica y de acceso habilitado sólo para oídos exigentes y entrenados. La contribución de Crispell en piano y Lytton en percusión es poco menos que imprescindible para alcanzar los objetivos trazados. Mientras Crispell aborda estructuras complejas con una naturalidad desestabilizadora, Lytton se acopla a la perfección con sus juegos percusivos. El empleo de los silencios como parte de la construcción creativa es quizás el logro más importante de este trío. La suma de todos estos elementos invitan a una profunda meditación que no está exenta de riesgos.
En síntesis, la propuesta de Ithaca para algunos puede resultar maravillosa y para otros decididamente desagradable. Y aunque ése no sea el dilema principal, uno difícilmente pueda evitar permanecer indiferente ante el rigor creativo que manifiesta de principio a fin.
Después de todo, quién puede asegurar que la música fácil de digerir, cae mejor.
A veces son necesarios unos buenos retorcijones de cerebro.

Sergio Piccirilli

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