Andrew Bird: The Mysterious Production of Eggs
Untitled, Sovay, A Nervous Tic Motion of the Head to the Left, Fake Palindromes, Measuring Cups, Banking On a Myth, Masterfade, Opposite Day, Skin Is, My, The Naming of Things, MX Missles, Untitled, Tables and Chairs, The Happy Birthday Song.
Músicos:
Kevin O´Donell: batería
Mark Ross: órgano
Ryan Hembrey: batería
Nora O´Connor: voces
Duane Denison: guitarra
Andrew Bird: guitarra, vibráfono, violín, voces
Righteous Babe, 2005
Calificación : Obligatorio
En una primera escucha, pareciera que Andrew Bird es uno más en esta cosecha interminable de cantautores intimistas (Devendra Banhart, Sufjan Stevens, Josh Rouge); sin embargo, a medida que reescuchamos el disco, descubrimos a una persona con un grado de sensibilidad elevado, un tipo que desde su voz, su guitarra, su violín o silbando (créanme: este tipo silba como nadie), logra crear un puñado de canciones difícil de adjetivar.
Lo que diferencia a nuestro artista en cuestión de los antes mencionados es quizás la estructura de las canciones, su universo personal, la virtud para encontrar el arreglo necesario valiéndose de múltiples instrumentos… y nunca pierde el horizonte; por dentro, sus canciones son genuinamente folk; por fuera, toman arriesgadas formas dándole una originalidad propia.
Profesor de música en la Old Town School Music de Chicago, colaborador de bandas como Squirrel Nut Zippers, violinista, con cinco discos en su haber con su banda Andrew Bird's Bowl of Fire (su tercer trabajo The Swimming Hour –2001- no tiene desperdicio) y dos discos como solista: el obligatorio Weather Systems (2003) y el que hoy nos convoca Andrew Bird and The Misterious Production of Eggs.
El disco recorre a través de sus catorce canciones, dos de ellas instrumentales, un mundo imaginario y surrealista, con textos cargados de inocencia y fantasía, recuerdos de su infancia creando un universo propio, repleto de buen gusto, narrados siempre por la cálida voz de Andrew, y la instrumentación justa para cada emoción que quiere y logra trasmitirnos; por momentos su voz recuerda la del Tom Yorke menos gritón, pero es verdad también que está más cercano a la familia Buckley, con quien lo han comparado varias veces…
Si se puede destacar alguna cancion, me resulta dificil elegir alguna; Fake Palindromes es pura energía que encuentra la calma en su voz, que cabalga sobre una línea de bajo increíble, y que termina tan sorpresiva como abruptamente; tal vez la canción del disco sea Masterfade, la voz de Bird juega entre la guitarra acústica y el pizzicato del violín, se van sumando delicadamente distintos instrumentos llegando a un gran estribillo apoyado en cuerdas que crean un clima por demás acogedor, hasta que sucede uno de los mejores momentos del disco: su silbido ilumina la canción creando un puente; créanme, disculpen que insista, ¡qué buen gusto para silbar! porque no es un silbido así nomás, está utilizado como un instrumento que hipnotiza y que nos llena de asombro.
Andrew Bird ha compartido giras y escenarios con My Morning Jacket, Magnetic Fields, Lambchop, Ani DiFranco… todos declarados fans de su música…
En síntesis, Papá Noel me trajo el regalo antes de Navidad; sinceramente este disco creó adicción en mí, y me contagió su optimismo, su buen humor, que en estas fechas tanto me hace falta, (porque no me digan que a ustedes les gustan estas fechas… al menos a mí me ponen de un humor… ¿será la saturación de verde y rojo?).
Un disco por momentos elegante, por momentos intimista, por momentos divertido, por momentos lleno de ternura y en todos estos momentos, magnífico.
No me acuerdo donde leí estas palabras: "cuando la música no admite descripción, es porque realmente es verdadera". La mejor definición para esta obra maestra.
Cristian Woinarowski.