Nine Horses: Snow Borne Sorrow
Wonderful World, Darkest Bird, The Banality of Evil, Atom and Cell, A History of Holes, Snow Borne Sorrow, The Day the Earth Stole Heaven, Seretonin, The Librarian
Músicos:
David Sylvian: voz, guitarra, teclados
Steve Jansen: batería, percusión, teclados, programas
Burnt Friedman: teclados, programas
Keith Lowe, Daniel Schroeder, Neil Sutherland: bajo
Arve Henriksen: trompeta
Ryuchi Sakamoto: piano, teclados
Morten Gronvad: vibráfono
Hayden Chrisholm: saxo y clarinete
Thomas Haas: saxo
Theo Travis: saxo y flauta
Tim Metzer: guitarra acústica y eléctrica
Joseph Suchy: guitarra eléctrica
Stina Nordenstam: voz en “Wonderful World”
Andrea Grant, Marcina Arnold, Erika Mtungwazi, Derek Green, Beverly Brown, Tommy Blaze: coros
Sound CD, 2005
Calificación: Dame dos
Nine Horses es la nueva banda de los hermanos Sylvian…
Digo, de los hermanos Jansen…
No, de los hermanos David Sylvian y Steve Jansen…
No se sorprenda, quizás sean hermanos de distinto padre. O madre…
Inclusive en forma excepcional hay hermanos de diferente padre y madre. La relación en esos casos puede provenir de algún tío lejano o por algún vecino… eh… claro que ahora con la prueba del ADN uno puede hacer grandes comprobaciones y llevarse idénticos chascos…
Y sin perder la hilación me pregunto: los animales… ¿se identificarán entre sí como hermanos? ¿Dicen, por ejemplo: “Ves aquel perro que se está mordiendo la cola… ¡Es mi hermano!”, o “qué mona es esa mona, si no fuera mi hermana, sabé' qué…”?
Ni qué hablar de los gatos… siameses.
¿Y qué pasará con los caballos? ¿Dirán “soy de familia numerosa. Tengo 9 hermanos, son todos unos caballos” ?
¿Nueve caballos?
Justito, me da pie para hablar de Nine Horses la nueva banda de los… herma… los músicos David Sylvian y Steve Jansen.
Sylvian, a lo largo de su extensa trayectoria, tuvo a Jansen como frecuente colaborador. Para este nuevo proyecto se sumó el compositor de música electrónica Burnt Friedman. Ésa es la base creativa. Pero vayamos “paso a paso” (¿en dónde escuche eso?)
Los temas que integran Snow Borne Sorrow fueron compuestos en la misma época en que Sylvian estaba de gira presentando su disco anterior Blemish, una exploración musical orientada al minimalismo en términos compositivos y con amplios espacios para la improvisación. Si bien este nuevo trabajo tiene ecos de Blemish, a diferencia de éste, Snow Borne Sorrow es mucho más accesible, con una deliberada aproximación al maximalismo, respetando la estructura de canción que ha caracterizado a Sylvian en la mayor parte de su carrera y acercándolo al formato y la dirección de discos como Brilliant Trees o Dead Bees On a Cake.
Las letras son fundamentales, como en toda obra de Sylvian. Aquí bucea en las relaciones íntimas, en sus conflictos y resoluciones, pero desde un enfoque más espiritual que psicológico, donde seguramente ocupa un rol preponderante el gurú de Sylvian, Sri Amritananda Mayi (¿no le da envidia que él tenga un gurú y uno ni siquiera pueda conseguir un plomero un día feriado?). Tampoco le es ajeno el impacto mundial causado por el atentado al World Trade Center ni la crítica a los líderes políticos a los que alude directamente en los temas Wonderful World y Atom and Cell.
Los músicos que participan como invitados son una prueba fehaciente del tipo de comunicación y encuentro que provoca este mundo globalizado. No sólo por las diferentes nacionalidades, sino también por la forma de trabajo que, tecnología mediante, permitió que cada uno participara del proyecto sin la necesidad de reunirse al mismo tiempo en un estudio de grabación.
En algún momento Sylvian afirmó: "Estuve al borde del precipicio, pero la vida me ofreció una razón para evitar la caída. Esa razón fue Ingrid" (refiriéndose a la cantante Ingrid Chávez, su mujer por aquel entonces).
El enigmático y sinuoso Blemish surgió durante el colapso de esa relación. Con este nuevo disco Sylvian parece alejarse otra vez de la oscuridad y hasta resulta posible encontrar en él un sutil optimismo.
A los creativos, las crisis matrimoniales parecen incentivarlos… al resto, en cambio… eh…
A mí se me da por encerrarme en el baño y hacer barquitos en papel higiénico… Tengo un amigo que en esos críticos momentos entona canciones tirolesas… Pero también hay ejemplos históricos de gente que enfrenta esas crisis y las resuelve… como Enrique VIII…
Disculpe, por un momento perdí la cabeza (¿qué esperaba… tratándose de Enrique VIII?).
Nine Horses llevó tres años de elaboración. Al trío base se le fueron sumando los aportes del bajista de Zony Mash y habitual colaborador de Sylvian en los últimos tiempos, Keith Lowe, el trompetista noruego Arve Henriksen y más tarde Ryuichi Sakamoto y el saxofonista y flautista Theo Travis, a quien convocaron especialmente para el tema A History of Holes, y la cantante suiza Stina Nordestam convocada para ocuparse de la voz líder en Wonderful World.
En Snow Borne Sorrow nos encontramos con una plataforma de sutiles texturas sobre la que se despliega la atrapante y cálida voz de Sylvian. El tono general es por momentos levemente jazzy y en otros más cercano a un pop refinado, pero siempre convincente.
Que quede claro: Snow Borne Sorrow es un disco simple. Pero en ningún caso debe confundirse simple con fácil.
Me atrevo a decir que no pretende emocionar ni conmover, sólo invitar a una relajada contemplación.
Casi como si observáramos en silencio un bello atardecer.
Recomendable para “esos” momentos.
No, ésos no… aquéllos…
Ahora sí.
Reflexión final: ¿por qué le habrán puesto caballos?
Sergio Piccirilli