El Ojo Tuerto

Bobby Previte and The Coalition of the Willing: ReBobbynando

Es el turno de Anthem For Andrea en el que se lucirá (otra vez) Marco Benevento con sucesivas intervenciones; primero en piano eléctrico y luego en órgano. Benevento reemplaza al tecladista original Jamie Saft. Y por lo visto, lo reemplazara definitivamente.

Memory Hole parece proponer un breve descanso… pero no lo logra. Previte gesticula, ordena, empuja y con todo éxito caemos derrotados una vez más. Hunter está feliz en su rol de rocker y lo demuestra cabalmente con una sonrisa que le llega a la nuca.

Una intro en batería deriva en The Inner Party. Skerik sale del escenario velozmente. Parece que se acordó que tenía cita con el psiquiatra. Siguen en trío. Después de unos minutos, Skerik regresa. No sabemos si el electroshock le hizo efecto o no, pero el encuadre terapéutico da como resultado un solo demencial.

El cerebro es una cosa maravillosa; todos deberían tener uno. Lo recomiendo.

Por primera vez Previte toma el micrófono para saludar y presentar a sus músicos. El tipo está fantástico. Lleva más de una hora a los garrotazos y se lo ve fresco como una lechuga.

Arrancan con The Ministry Of Love. Una base que bien podría ser el soundtrack de un documental sobre los indios apaches alienta a parte del público a bailar la danza de la lluvia. Otro grupo algo más belicoso hace lo propio con la danza del fuego… perdón… con fuego. La versión es heavy… Iron Maiden al lado de esto suena como Loco Mía. Dicho con el mayor de los respetos hacia… Previte, claro está.

Sobre el final llega el momento Hunter de la noche. Previte, al mejor estilo Cholo Simeone, se mete en la cancha para alentar a sus muchachos. Los goles se suceden. Final con vuelta olímpica incluida.

Nadie se mueve. Nadie puede.

Llega The Ministry Of Truth, tema que abre el disco The Coalition of the Willing.

Previte anuncia el solo de Marco “Mr. Natural” Benevento. Imaginen a John Medeski y Keith Emerson y tendrán una idea acabada de lo ocurrido. El pibe no se guarda nada. En medio del solo en órgano, sucede lo peor. El Hammond fallece. Cualquiera sabe que cuando el teclado no funciona hay que apretar F1, pero Benevento prefiere sonreir. Coloca un cartelito que dice “fuera de servicio” y continúa tocando en Wurlitzer.

Se suma el resto y nos dan el tiro de gracia. Ahora sí, final.
Y si nadie se va, ¿qué pasara?
Regresan para hacer Oceania y está bien, ya que allí empezó todo. Me refiero al escenario en que transcurre la novela de Orwell.
Cierre para una noche inolvidable.
Nos vamos plenamente satisfechos y pensando en lo sucedido, o sea…
Nos vamos ReBobbynando

Sergio Piccirilli

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