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Leopoldo Marechal: El Beatle Final

(Centro Editor de América Latina)

¡Teje, tejedor de humos!
¡Construye, albañil de neblinas!
Leopoldo MarechalLo primero que hizo Ramírez en tren de inspiración fue solicitar una botella de cognac como un tesoro arqueológico en el Museo Retrospectivo de las Borracheras.
Desde hacía un siglo, los habitantes de la ciudad sólo se mamaban con el cocktail de neutrones retardados que sucedió al ácido lisérgico y a las esencias destiladas de los hongos mexicanos. A favor de su botella, Ramírez concibió un beatle o aullador mecánico lo suficientemente poderoso como para llegar a los tímpanos resecos de los metropolitenses. El beatle sería un gigante de metal: tendría la forma del hombre, para que los ciudadanos lo reconocieran en sus pantallas de televisión y se reconociesen a sí mismos en él; y se llamaría Ringo, en homenaje al beatle de carne y hueso que se inmortalizó en su edad y cuya osamenta ilustre descansaba en la abadía de Westminster. Pero, ¿qué voces y músicas habitarían el tórax electrónico de Ringo? Si el beatle mecánico debía expresar el Imperio, era urgente recoger y grabar todos los no proferidos acentos de sus habitantes, las euforias comunes, los temores y angustias colectivos.
El viento se teje si el tejedor es hábil.

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