Por Los Codos

Ernesto Jodos

Cuando se notaba que había algo pero sin llegar al público…

Exactamente; ahora acá, en Buenos Aires, vas a cualquier club de jazz a tocar y te encontrás con gente que no tiene ni idea de lo que fue a ver; van porque hay música…

Van a cenar y de paso…

Es que es así… y si no es así, no se labura.

¿No?

Y… no… en Estados Unidos si no es así, no se labura…

¿Y cómo te pega tener que aceptar eso?

Pero es que el jazz ES eso…

¿Qué es “eso”?

Tocar en un club. Y a un club la gente va a comer y a tomar.

No a escuchar.

Y… algunos van a escuchar…

Entonces, ¿para quién toca un músico?

Para los que estén escuchando.

No para los que están comiendo… digo… ¿no hay esa cosa de “voy a hacer que dejes de comer? ¿Cierta malicia?

Que dejen de comer no, eso estaría muy mal… (risas). Pero hay algo así… hay quienes no lo ven de esa manera pero de repente podés ir a un boliche y la gente está comiendo pero te escucha. Y otras veces la gente es más árida; y cuando es más árida te obliga, de alguna manera, a tocar mejor para combatir esa aridez.

Pero entonces, si el público es más atento, ¿tocás peor?

Lou DonaldsonNo, pero no estás obligado a hacer una relectura de lo que estás ofreciendo porque la comunión está; en otros casos hay que buscarla, sin cambiar la propuesta estética. Hay una anécdota que me contó (Horacio) Fumero sobre Lou Donaldson. Era un festival en un estadio; había un grupo de blues a todo vapor y después venía el cuarteto de Lou Donaldson cuando la monada estaba al mango… y en pleno éxtasis del público se empieza a escuchar muy bajito un acople. El sonido de ese acople va aumentando de a poco y de pronto sube Donaldson que estaba tocando una nota, se acerca al micrófono, se lo mete dentro del saxo dejando en claro que él estaba provocando ese acople… y como si nada empieza con Stella By Starlight… y la gente se murió. Ahí tenés un claro ejemplo de lo que te decía, de cómo un tipo, sin cambiar su postura estética, supo cómo modificar un comportamiento, digamos, “difícil” de la audiencia.

¿No se cambia nunca? ¿Nunca se agrega o se saca o…?

Sí… claro… pero eso es leer una audiencia; eso no te pasa mucho si tocás seguido en un mismo lugar o ciudad. Eso se aprende cuando vas tocando para públicos distintos. Vos tenés algo para presentar y hay que tratar de ofrecerlo de la manera más amigable posible.

Y a vos te gusta ser amigable…

No… me gusta que escuchen… que si estoy tocando, paren de gritar. Una cosa que generalmente “me” funciona es que cuando más alboroto hay, lo mejor es tocar bajito. Se empiezan a callar. Hay maneras de captar la atención y que no necesariamente sea mostrándote virtuoso; yo hice sets enteros tocando bien free y la gente ni abría la boca.

¿Tenés en cuenta al lugar a la hora de presentar una propuesta?

No… de eso se encargan los programadores de los boliches. O les interesa lo que hacés o no. Hay lugares en los que te sentís más cómodo o en los que naturalmente te encontrás con un público más joven y se hace más fácil captar la atención.

¿Vos decís que el público joven es más tolerante?

Creo que están más prendidos en la música que estamos ofreciendo. Yo me acuerdo siempre de una frase que Martín (Iannaccone) siempre decía antes de salir a tocar con Cambio de celda: “pobre la gente”. Y muchas veces nos sorprendimos.

¿El problema entonces lo tiene el receptor?

Ése es un concepto muy (norte)americano. Pero el receptor pagó la entrada. Y yo tengo que hacer lo mejor posible, dentro de lo que quiero comunicar musicalmente, para que esa gente pase por una experiencia de algún tipo: buena, mala, que les guste, que te odien… algo, menos la indiferencia. De todas maneras y exceptuando las veces en las que toco solo, en mi caso, cuando arriba del escenario hay comunicación entre los músicos, eso le llega a la gente aunque lo que estés tocando sea una deformidad. Lo siente. Entonces, mi primera audiencia son los músicos con los que estoy tocando.

¿Y cuando vos no sos el líder?

Mi compromiso es siempre el mismo. En esos casos no tengo potestad sobre la dirección del grupo, pero sí en lo que toco.

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