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Charles Lloyd: Sangam

Dancing On One Foot, Tales Of Rumi, Sangam, Nataraj, Guman, tender Warriors, Hymn To the Mother, Lady In the Harbor, Little Peace.

Músicos:
Charles Lloyd: saxos alto y tenor, tarogato, flautas, bajo y percusión
Zakir Hussain: tabla, voz, percusión
Eric Harland: batería, percusión, piano

ECM, 2006

Calificación: Dame dos

En mayo de 2004, en el Lobero Theatre ubicado en Santa Barbara, California, el saxofonista Charles Lloyd presentó un evento titulado “Homenaje a Billy Higgins”, colega, baterista y amigo de Lloyd. Se proyectó un documental y luego el saxofonista brindó un concierto en compañía del baterista Eric Harland y el percusionista Zakir Hussain.
Este álbum refleja dicha actuación.

Sangam no es solamente el titulo de este disco; ya que luego de ésta, que fuera la primera actuación en conjunto, quedaría conformado el Sangam Trio.
Allahabad es una pequeña ciudad del estado norteño indio de Uttar Pradesh donde confluyen las aguas del Ganges y el Yamuna con las del mítico Saraswati, donde según la creencia hindú cayo una gota de néctar de la inmortalidad de una vasija disputada por dioses y demonios.
El punto exacto de confluencia de los tres ríos lleva por nombre Sangam.
La palabra en sí, entonces, alude a la confluencia, a un lugar de reunión.
Todos los años se celebra un ritual en el cual millones de personas se sumergen en Sangam con el propósito de purificar su espíritu y deshacerse de los pecados cometidos. Una suerte de confesión pero sin sacerdote, o sea.
De esta manera se celebra la fiesta de Makar Sakranti, que marca el paso del sol por el hemisferio norte de la tierra.

Charles Lloyd nació en Memphis en 1938 y es uno de los referentes jazzísticos vivos más importantes y respetados, incluso por sus colegas.
El acercamiento del saxofonista a la música de la India se remonta a la década del ’60. Más recientemente, con el mencionado Billy Higgins, relizaron una serie de duetos incorporando instrumentos típicos de la India y Guinea. Es decir que hay un concepto real en la idea de esta celebración que lo juntó con el baterista Eric Harland (quien trabajara con McCoy Tyner, Pharoah Sanders, Ravi Coltrane, Joe Henderson y Betty Carter, entre otros y que además fuera el reemplazante del malogrado Higgins en el cuarteto de Lloyd) y con el percusionista indio Zakir Hussain, presente por razones más que obvias.
El concierto careció de ensayos previos y tampoco había listado de temas a interpretar. Se podría decir que estamos en presencia de un disco absolutamente improvisado.
A lo largo del álbum se respira una atmósfera envolvente, mística, no exenta de una profunda densidad, pero también de una luminosa creatividad.
A pesar de lo que puede suponerse a priori, no es Lloyd el solista exclusivo, sino que los momentos de liderazgo sonoro están repartidos de manera equitativa provocando en el oyente un grado de atención y compromiso sin los cuales quedaría excluido de esta singular experiencia auditiva.

Dancing On One Foot se inicia con el inconfundible sonido de la tabla, siempre y cuando sea ejecutada por Zakir Hussain. Harland se suma de manera sutil y cuando aparece Lloyd (y sin aviso previo), ya estamos en trance. Se van soltando y a los pocos minutos tenemos la certeza de estar ante una expedición en la que solamente hay que dejarse llevar.
La primera intervención del saxofonista es con el tarogato, un instrumento húngaro con un sonido muy similar al saxo soprano pero menos hiriente… al menos en manos de Lloyd.
Decíamos que hay que dejarse llevar; y no tiene usted idea de qué buenos guías son estos tres musicazos. Harland demuestra con su solo que es posible hacer música desde los tambores y sin necesidad de andar reventando los parches como si hubiera que propinarles castigo alguno. Sin pausa alguna, desembocan en Tales Of Rumi, originalmente aparecida en Canto, álbum de 1996 y que incluye un breve y sutil giro a Summertime.
No es la única referencia en el tema, ya que Hussain con una sólida intervención, inserta fragmentos que van desde el St. Thomas, de Sonny Rollins hasta la Obertura de Guillermo Tell de Rossini… en tabla…
Otra delicia es Sangam (el tema); las sutilezas realizadas por el tándem HussainHarland, libera a Lloyd (aquí en saxo tenor) para que haga lo que se le antoje. Y se le antoja mucho. A esta altura uno no sabe a qué prestar más atención… si a la delicada intervención del saxofonista o a los sutiles juegos percusivos de H-H.

Nataraj es una breve pieza de poco más de dos minutos en la que Lloyd, al piano, propone una atmósfera minimalista que sirve de pasaje a Guman, composición de Zakir Hussain. Una suerte de plegaria para el hombre que reconoce que es solamente… un hombre. El indio, a su vez, declara: “No se nace con conocimientos adquiridos. Uno aprende de alguien, quien a su vez aprendió de otro. Sin un maestro, o gurú, uno no sería lo que es. Así que no tiene sentido el orgullo”. Aquí Lloyd recurre a las flautas. De nuevo, pura magia.
Sería ocioso desarrollar tema a tema lo que en sí funciona como una unidad.
Como una verdadera confluencia.
Charles Lloyd tenía, a la grabación de este material, 66 años.
Les juro que quiero envejecer así.

Marcelo Morales

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