El Ojo Tuerto

John Scofield Trio: Un Trío En Construcción

Teatro Coliseo – Buenos Aires
Sábado 20 de enero de 2007 – 22: 00 hs.

ScofieldComo aperitivo, los que nos conocen un poquito saben (y los otros tienen la chance de sumarse al clan) que adoramos a John Scofield y que todos los cargos deben atribuírsele al guitarrista, culpable exclusivo (no generalizaré, libero a mis compañeros) de esa adoración.
Así es que nos referimos a él con todo respeto (y también cariño) y de la manera más subjetiva posible (porque no me vengan con eso de la objetividad que bla bla) como el Pelado, Dios, Mago, “Escofil” (acentuando prosódicamente la “i”), Juan, Juanete… y el que más me gusta: Papá.
Todo concierto que Scofield brindó en Buenos Aires fue de nivel superlativo. Para esta ocasión, la situación era menos clara que en las anteriores. Un trío nuevo, sin disco que presentar… pero se sabe: el Pelado es el Pelado y ahí fuimos, con los trapos, las vinchas, los gorros y prestos a sumarnos a la “ola”.
Para no aburrir, haremos una muy breve reseña del guitarrista: nació y sigue vivo.
Disculpen que no sigamos ahondando en detalles. No queremos abrumar.
En esta oportunidad, lo acompañaron John Patitucci en contrabajo y Kendrick Scott en batería.

PatitucciA las 22:25 el trío entra a la cancha y el teatro (bah… en realidad, la audiencia) estalla en una ovación. Scofield agradece y se lanza en un straight ahead furioso, más emparentado con su período junto a Joe Lovano (principios de los ’90). La primera impresión es que el Pelado está entero y, como siempre, con ganas de tocar y de muy buen humor. La segunda es que el baterista Kendrick Scott tiene poco y nada que ver con otros bateristas que el Papá supo conseguir, especialmente si lo comparamos con Bill Stewart. Su primera intervención, luego de un solo de Patitucci que no podemos comentar porque el audio tomó cierta bifurcación y no llegó con claridad a nuestros oídos, fue previsible y carente de sorpresas. Pero esto recién empieza.
Pego un salto en la butaca cuando adivino los primeros acordes de Green Tea, del disco A Go Go. El tema, en su versión original, me encanta (no tanto el disco); pero el salto se debió al acierto que, apuesta mediante, me proporcionó un par de tintos. Y ahora sí podemos decir que el concierto comenzó. Un aire de pseudo calypso inunda el teatro. Segundo solo de Patitucci. Ídem anterior. O el sonido no es bueno o al bajista le falta Quaker en los dedos. Scott acelera desmedidamente en una curva y derrapa. Scofield se ve obligado a modificar sus fraseos y parece que se viene un tirón de orejas en el camarín. Pero el Pelado, en su solo, la gasta; entonces, me relajo y gozo.

ScofieldEl señor Pelado anuncia que van a tocar “nueva música”. Bueno… habrá querido decir “nuevas composiciones”; o mejor dicho… ustedes entienden, ¿no? La base ahora hace lo que tiene que hacer. El tema no es nada del otro mundo; casi tampoco nada de este mundo. Pero Scott sorprende con un juego percusivo atractivo que le levanta el sport. Se intuye cierta analogía con Over Big Top. Dije “cierta”.
El violento final preanuncia la consabida balada que sirve para que nos demos cuenta de que el silencio imperante en la sala es total, que una de las columnas de sonido vino con un grillo incorporado y que los recursos de Papá son inagotables. Otro solo de Patitucci que sirve para darnos cuenta de que el contrabajo tiene un sonido pastoso y feo, que el bajista intenta ser la columna vertebral del trío pero la columna está medio torcida y que la agilidad de dedos no implica musicalidad.
El clásico de Bud Powell y Miles Davis, Budo, lo tocan de taquito; pero pasa poco y nada y me estoy inclinando hacia la última opción. Patitucci insiste en demostrar cuán veloz se puede ser. El exceso de notas no impide que reconozcamos una técnica impecable y que sigamos pensando que una pausa sería bienvenida.

Kendrick ScottOtra novedad en forma de balada con Scofield coqueteando con los pedales. A continuación, Little Walter Rides Again, el tema que abre Out Louder, la reciente colaboración que el guitarrista hiciera con los Medeski Martin & Wood. Empezamos a entender cuál es el punto fuerte de Kendrick Scott. El dueto que llevan a cabo el baterista y Scofield es tremendo, con el guitarrista apelando a la pedalera en una suerte de “Scotronics”; El otro John (Patitucci) no quiere quedar fuera de la cuestión y realiza un formidable solo que, esta vez, logramos escuchar. Momento bravo el proporcionado por los muchachos que tiene su continuidad en un dueto de Scofield con… Scofield. Apelando nuevamente a los pedales, pregraba bases muy atractivas (por momentos parecen riffs) sobre las que se monta una y otra vez. El resultado es una deforme versión de Pretty Out (de aquel discazo Grace Under Pressure del ’92). A título personal, es el momento más logrado del concierto. Scott confirma que tiene Patituccicon qué siempre y cuando le acierte al estilo. Patitucci se envalentona y recurre al arco. Chau convencionalismos y bienvenida la experimentación. ¿Por qué no seguir tensando? ¿Por qué sacar el pie del acelerador justo ahora con una (otra) balada sosa y una versión de Julia (Lennon-McCartney) que está bien pero nada más?
Pensamos que volvía el tedio; pero para el último tema del show, Scofield (me) tenía reservada una sorpresatta: con los tres encendidos, a pleno, con el guitarrista recurriendo nuevamente (y bien) a los pedales y con saludables desbordes, entregan una versión notable  del tema que da título al lamentablemente poco conocido Úberjam.
Pienso que el concierto debería finalizar acá.
Y así es.

Pero vuelven para dos bises (cover de Charlie Parker incluido) que no tuvieron mucho sentido.
John ScofieldA decir verdad, fueron a contramano.
Antes de exponer conclusión alguna, les recuerdo lo apuntado al principio de esta nota acerca del respeto, el cariño, Dios, el Mago y Papá.
Está claro que fue el show menos atractivo de los que brindara Scofield en Buenos Aires. Al trío parece faltarle rodaje, como si estuviera en construcción; y el guitarrista no parece haber acertado convenientemente en la elección de los músicos, en especial del baterista Kendrick Scott; que toca fenómeno pero determinadas cosas, las emparentadas con el Scofield más rocker o funky. En cambio, a la hora del swing, al Kendrick no le cuesta esfuerzo trastabillar.
En cuanto a Patitucci, hay que reconocer que le puso garra (por momentos, desmedida). Y que debió luchar contra un sonido áspero que puso a prueba nuestras dotes de adivinos. Pero, en términos generales, cumplió.

Lo que fue claro y notorio es que algo falló en la comunicación del trío; algo que, evidentemente, no ocurría con Swallow y Stewart.
Y Scofield seguirá siendo Papá y un Mago.
Pero esta vez no acertó el todo y es entendible.
Ya lo dijo en su momento el gran Tu Sam: “puede fallar”.
Y, en parte, falló.

Marcelo Morales

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