Por Los Codos

Mariano Otero

Hace aproximadamente un año y medio publicamos una extensa entrevista al contrabajista Mariano Otero. En aquella oportunidad, el proyecto de la Orquesta estaba en sus inicios. El presente encuentra al contrabajista con  su proyecto magno en plena ebullición. Tres fue recibido con algarabía y optimismo, incluso por aquellos que creen que el jazz es una manera de hacer gimnasia. Bueno… de alguna manera lo es, aunque se ejercitan otras cosas. Y del flamante Cu4tro, ya se enterarán por boca y gracia del protagonista.

Con Mariano Otero es un problema ponerse a hablar. De cualquier cosa. Porque además de haberse transformado en uno de los referentes ineludibles de la actual música creativa, es un tipo reflexivo, inteligente, que no deja cabos sueltos y que se empecina porque su mensaje llegue en forma clara. Lo hace además desde el corazón, desde una entrega por momentos desmedida. Y se advierte que no hay aquí mérito alguno. Al menos en las oportunidades que nos tocó conversar profesional o informalmente, no le salió otra cosa.

Mariano Otero es un músico joven que editó 4 álbumes: A Través (BAU, 2003), D.Forma (EMI, 2005), Tres (S-Music, 2006) y el flamante Cu4tro, también por S-Music.
Nos respetamos mutuamente y ciertas coincidencias artísticas, ideológicas y conceptuales (dije “ciertas”, no todas) ayudan a que la charla fluya naturalmente y con una verborragia poco habitual. Esto tiene su costado negativo: a la hora de desgrabar la nota, el tiempo (a diferencia de lo que dijo alguna vez David Lebón) no es veloz.
El crecimiento de Otero no se ha circunscripto exclusivamente a su labor artística. Está (muy) atento a lo que ocurre a su alrededor. Y ha sabido adoptar y adaptar a su esencia valores que lo han enriquecido.
Porque ustedes sabrán que hacer una entrevista es como mantener una conversación. Se corre el riesgo a veces de tener la sensación de estar dialogando con un mimo. O peor aún, con un calculador.
Otero larga todo. Algunas cosas por supuesto quedan en la interna.

Al llegar a su casa, me entero de un suceso ocurrido hacía pocos minutos: en extrañas circunstancias, alguien había sustraído de su propia casa solamente un elemento. Pensamos que no habría nota, lo hubiéramos entendido, otro día, otra semana… minga.
En plena remodelación de su casa y con el ir y venir de albañiles, electricistas, ingenieros y otras razas, empezamos a intentar descubrir lo ocurrido haciéndonos los James Bonds. En realidad yo me sentí Etchenáik, el notable personaje del Manual de perdedores de Juan Sasturain. Y a pesar de las (breves) interrupciones (que las hubo y varias) Otero, increíblemente, jamás perdió el hilo de la conversación.

En la nota anterior habíamos hecho un repaso histórico desde prácticamente su nacimiento; en esta oportunidad nos centramos en su presente artístico, en sus vivencias y sus pareceres. No quedaron de lado temas como la religión y la política. Y siempre (aclaro esto porque no es televisión) el gesto de concentración, la necesidad de expresarse en forma clara, en otras palabras: de facilitarnos la tarea.
Pero…
Les comentaba de ciertas coincidencias.
También hay diferencias.
Una es irreconciliable.

Ya es hora de que lo sepan: soy hincha del glorioso Racing Club de Avellaneda.
Mariano Otero tomó una decisión errónea de la que no se vuelve: es de la contra, Independiente.
Y los dos somos futboleros.
Tal vez por eso, luego de jugar a los detectives y gesticulando en forma más que ampulosa, vocifera:

¿Vos podés creer que hoy el cartero se apareció con una camiseta de Racing? Justo a mí… lo tendrías que haber atendido vos. Lo miré y le dije “no… no es para mí…” Y no era.

Yo, que por cortesía no me fui con la piqué número 2 de Roberto Perfumo o con la 10 del intocable Rubén Paz opté por convocar a los muchachos de la Guardia Imperial una vez finalizada la nota. Y la cosa se puso tan buena, que después me olvidé.

Una vez más, fue enorme el placer de charlar con Mariano Otero.
Porque en lo personal, cuando el contrabajista se abre, te muestra hasta el hueso.

El jazz es un ambiente que ha crecido mucho en el último tiempo y todavía nadie supo manejar las cosas que se puedan explotar. Yo, del disco “Tres”, en dos meses, vendí 2.500 discos. Del anterior, “D.Forma”, vendí 1.000 en dos años. Y yo sé que con “Cu4tro” voy a vender más. Si eso no sirve como indicador de algo… Porque el movimiento ya es una verdad. Además, yo vengo insistiendo con esto de la música de autor y no la música de género, empezar a entender esa diferencia; y la que hay entre la música de Count Basie y Fernando Tarrés, porque si no volvemos a caer en esa estupidez de “esto es jazz y esto no”. Y eduquemos, porque a partir de la educación se generan espacios más grandes. Si no, empiezan los disparates. La escena creció mucho pero no otras cosas que deberían acompañar. Por ejemplo, recién este año se puso, para el Premio Gardel, un jurado especializado. Que por lo menos te asegura que el premio se lo va a llevar un disco de jazz… Hay un contraste entre el crecimiento global que se traduce en la cantidad de discos, de músicos, de proyectos, de que no alcanzan los lugares para tocar… con lo poco informada que está la gente.

Pero que no haya lugares para tocar, ¿no es un contrasentido? Porque si el movimiento está “instalado”…

Bueno… es que no hay lugares para tocar y tampoco hay, más allá del tuyo, medios que informen, algo gráfico, programas de radio o televisión… si yo tuviera la guita, hoy en Buenos Aires pongo un Blue Note para 300 personas. Que acá no hay: y te juro que lo hago andar, porque la escena actual te asegura material por 20 años.

Vos decís que la gente que hoy tiene en sus manos el poder de decidir, no maneja el medio.

Exacto; y los que lo manejan, como vos, quedan atrapados en el día a día. Como nos pasa a todos, cada uno en su actividad principal; vos tenés tu laburo, yo el mío. Vos, que sos un artista paralelo en el mundo de la música y otros que también aportan lo suyo, no pueden crecer salvo que aparezca alguien que los apoye. Es una situación que puede darse en Europa. Que alguien con recursos apueste a esto. Pero no lo veo como algo sudamericano. No me imagino a alguien que diga “vamos a juntar a tipos como Morales o Guillermo de Minton’s o Jorge Freytag para un proyecto así o asá”. Y ustedes están peleándola lo mismo que nosotros, acertando, equivocándose, pero están haciendo cosas…

Bueno… es que acá, en lugar de un inversor pasaría a ser un mecenas…

Y eso es horrible… Lo que falta es alguien con sensibilidad artística y que se decida a apoyar lo que ustedes dan y lo que darían en mejores condiciones. Parece que el arte y el dinero, en un país tercermundista como éste, no se llevan muy bien… Y te puedo asegurar que en Europa es posible.

¿No será también que gran parte de los músicos no han crecido en paralelo con el movimiento?

Yo estoy convencido de que es así. Si un músico no sabe discernir la diferencia entre tocar en un boliche para diez personas y un teatro… y hay mucho de eso. Y también está la teoría del fracasado…

Una suerte de hippismo…

Ojalá fuera un hippismo real… romántico… ojalá…

No sé si es bueno o es malo, pero a mí me sorprende que saques un disco como el que sacás.

(Sonríe) Qué bueno…

No te adelantes. Me sorprende porque en la nota anterior estaba instalado en vos eso de cambiar disco a disco. Y de pronto… dos CD’s seguidos con la Orquesta…

Mirá vos… yo creo que en este disco es en el que más cambié con respecto al anterior. Me puse la meta más difícil, que fue mantener la orquestación, pero teniendo que cambiar sí o sí. Es el disco para el que más estudié, para el que más practiqué el instrumento, para el que viajé a estudiar, en el que más se nota todo eso en mi manera de tocar y en la escritura. Y si no me creés, preguntale a los músicos, a Juan Cruz (de Urquiza) por ejemplo. Te juro Marcelo que hay un abismo. Porque para el disco anterior, la mitad de mi energía se la comió el armado, el aprender a escribir y todas esas cosas que aparecen en un proyecto nuevo. Y para éste… ya estaba; entonces, mi energía la volqué en la escritura, en buscar en todos los lugares para entregar todo. Pero la diferencia es enorme. Y como me puse en un brete cuando terminé “Tres”, pensé que un buen desafío era cambiar manteniendo la Orquesta. Porque cambiar por cambiar… hubiese hecho un disco en quinteto o en trío. El desafío era mostrar la evolución con el mismo proyecto.

La evolución o la involución…

Lo que resulte, aunque en mi caso creo que es una evolución. Internamente, al menos. Afuera, se verá. Yo soy muy ambicioso artísticamente y no me dejo estar nunca. Y yo en este disco puse todo. Le hice mucho caso a mi profesora, a mi psicóloga, a los tipos con los que tomé clases en EEUU y después… hice lo que se me cantó (risas); que fue, justamente, hacerle caso a todos, porque coincidían en que tenía que escribir lo que realmente sentía. Y por eso pude escribir un tema como “Hasta el cielo”, en mi mayor. Por eso pude escribir “Brown”, de 12 minutos y ponerlo como apertura siendo funk. O un tema como “Zep”, que termina el disco heavy metal con un riff de guitarra que parece Nirvana o Pearl Jam… porque busqué eso. Te juro que en ninguno de mis discos anteriores sentí esto que siento ahora: haber llegado al límite; haberme exprimido al mango. Mis tres discos anteriores me representan, pero para éste dejé de dar clases, renuncié a los dos conservatorios en los que trabajaba y escribí como loco… me gasté 400 cartuchos de tinta para la impresora, como 20.000 folios para las partituras (risas). Trabajé como nunca para este proyecto. Y también encontré un grupo de trabajo muy estimulado que me hizo una devolución fundamental para seguir creciendo.

OK; esto que decís, en la cocina, en la interna. Ahora, el tipo que pone el CD en la casa, que escucha primero “Tres” y después “Cu4tro”, ¿encuentra esas diferencias?

Yo creo que el tipo que pone primero “Tres” y después “Cuatro”…

En principio está loco…

Tal cual (risas). Y tiene tiempo para escuchar discos largos (más risas). Yo creo que hacer una generalización es más que nada un juego. Habría que hacer un estudio sociológico para ver qué le ocurre a cada uno y la verdad… (risas) no da, ¿no? Yo te puedo decir lo que me pasaría a mí en esa situación. Yo en “Tres” escucho unas cosas y en “Cu4tro” escucho otras. Esa diferencia, ya me paga. Después discutimos si hubo o no evolución, pero yo te puedo traer las pruebas…

Pero no podés ir casa por casa…

Ni me interesa… yo lo que quiero es ser honesto y seguir arriesgando. Y en el disco tiré todo lo que tenía. “Brown” salió de segunda toma; Espíritu… de primera. Y eso no pasó en el disco anterior. O sea… algo ocurrió en la gestación.

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