El Ojo Tuerto

Juan Cruz de Urquiza: Ninguna Bala Parará Este Tren

Thelonious Club – Buenos Aires
Sábado 24 de noviembre de 2007 – 22:00 hs.

Tren UrquizaEl Ferrocarril General Urquiza forma parte de la red ferroviaria argentina. Si bien el recorrido lo lleva de Buenos Aires a otras provincias como Misiones, Corrientes y Entre Ríos, “el Urquiza” es conocido por su trayecto diario, que va de Federico Lacroze (en Chacarita) hasta General Lemos (en San Miguel). Lamentablemente, los vagones se encuentran en un estado lejano al ideal y el servicio que presta hoy “el Urquiza” no es confiable, ni seguro, ni varias otras cosas.

Hay otro Ferrocarril Urquiza, el querido “Furgón de Villa Lynch”, club fundado en 1950 y que se afilió a la AFA en 1970. Nunca logró ascender de la última categoría, la Primera “D”.

Y varios Urquiza más, pero que no vienen al caso.

Juan Cruz de UrquizaEl que sí nos ocupa ( y está en Primera de hace rato) es Juan Cruz de Urquiza, trompetista argentino que recientemente editara su segundo álbum como líder, Vigilia, y que estuvo presentándolo en una serie de actuaciones con su cuarteto en Thelonious Club, ubicado en el coqueto barrio de Palermo, en la Capital Federal o, como se dice ahora, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El disco (hubo reseña en este site), nos encantó. Hacía un tiempo largo que no aparecíamos por Thelonious. Y la verdad que debemos agradecer el trato, la ubicación otorgada y la predisposición. El día que nos conozcan mejor… veremos…

Pipi PiazzolaEl show lo comienza el contrabajista Mariano Otero a las 22:15 hs., jugueteando con el baterista Daniel “Pipi” Piazzolla. El guitarrista Miguel Tarzia aporta acordes desde la retaguardia. Urquiza toma la delantera con un sonido levemente distorsionado y el cuarteto avanza a paso redoblado. Otero, concentradísimo, es el motor. No… es Piazzolla con su mirada perdida. Da igual… se lanzan y agarrate. A los 3 minutos ya el combo está explotando con idas y vueltas, marchas y contramarchas. La posta la toma Tarzia. Me costó, porque la versión es distinta y además no es un tema del álbum que están presentando; pero estamos en Idea 3, del álbum debut del trompetista, De este lado. El ahora trío vira a un blues clásico que dura… poco. Por momentos Piazzolla parece colgado de una percha. Y te destroza el ropero. Y empiezan a swinguear a una velocidad que es muy superior a la del ferrocarril. De pronto, desaceleran. Tarzia es el líder indiscutido en este momento, pero la verdad… ¿a quién o qué mirar?
Apoyado en mínimos efectos, Urquiza mete fraseos minimalistas mientras Otero hace que sus dedos combatan despiadadamente contra las cuerdas. Y los dedos ganan. Piazzolla percute en el tambor con dedos y palmas. Otero pasó al arco. Urquiza se acuerda de que Idea 3 tenía una melodía y el final es a toda guerrilla. Gran, pero gran comienzo.

TarziaAhora sí entramos de lleno en el disco nuevo. La rueda, composición de Tarzia, es una balada con el trompetista recurriendo a la sordina. Nuevamente quedan en trío, con el guitarrista haciéndose dueño de su propio tema. Pero Piazzolla está (es) tremendo y no es un detalle menor su trabajo en el hi-hat con el pie izquierdo.
Veníamos bien, tranquilos, disfrutando la velada, hasta que el dueto llevado a cabo por Tarzia – Piazzolla hace danzar (literalmente) a Otero, quien se acuerda de tocar y entonces mete (buena) mano. En su solo, a Urquiza se le caen las partituras y, además, muchas ideas. Y de las importantes. Se gana en intensidad. El acorde que mete Tarzia post solo del trompetista es un pase gol. Y la calma que preanuncia el final. Que, bien resuelto, llega.

Antes del concierto cruzamos unas palabras con Miguel Tarzia; el guitarrista nos comentó que si bien Vigilia (el tema) en el álbum dura unos 16 minutos, quedó afuera otra versión que duraba bastante más, unos 22 ó 23… “y ésa estaba bárbara… pero era muy larga”, nos comentó. Justamente, el tema para cerrar el primer segmento del concierto fue Vigilia. Y Urquiza aclara que “puede durar 20 minutos… o tal vez 30… veremos”.
Veamos entonces.

Juan CruzEmpiezan en trío y sin el líder. Luego se suma pero nuevamente se llama a silencio. Queda liderando Otero, que de eso sabe más que un poco. Daniel Piazzolla hace todo (auditiva y visualmente) para que ni se nos ocurra ignorarlo. En este pasaje, Urquiza disfruta cómo sus tres compañeritos se han transformado en kamikazes. Llegó la mugre, señores. Y bienvenida sea. Juan Cruz de Urquiza toma la trompeta pero parece darle “no sé qué” interrumpir la gloriosaa intervención de Tarzia. Un momento memorable con los tres a pleno y hay que ver las caras de éxtasis de Otero y Piazzolla. Urquiza parece querer hacerlos reflexionar. Se retoban un poco pero finalmente le hacen caso. No obstante, continúan los jugueteos y el cruce de miradas cómplices. Aparece un irresistible groove… que se suspende rápidamente.
Casi por decantación llegamos a un buen solo de Piazzolla (y eso que, en general, no me van los solos de batería). Todo tiene aún más sentido cuando el solo continúa sobre el aporte rockero de Tarzia y Otero. Piazzolla… poseído. Sí. Más. Cuando llega el final, miramos nuestro reloj de arena: 23 minutos. Qué lo parió. Intervalo.

Luego del break arrancan con Clifford. Un straight ahead bien tocado con Urquiza liderando y el guitarrista a cargo de las sutilezas. Piazzolla no deja de divertirse… y divertirnos. Como si desde los parches y los platillos intercambiara mensajes con algunos de los presentes. Buen solo de Tarzia. Piazzolla pierde un palillo; el guitarrista, impasible, sigue en lo suyo. Otero mete un solo pulcro, exquisito y con (mucho) sentido. El final del tema que menos me acomoda del álbum es extraordinario, así que…
Otero
Milésimas comienza con Otero a pleno y, de pronto, una carrera endiablada con piloto y tres copilotos. Espacio, libertades, estructuras móviles. En el escenario tenemos un cuarteto que se conoce a la perfección, cuatro líderes de excepción, músicos notables. Hay una gran intervención de Urquiza. Y toma la posta Tarzia. Y es una alegría auditiva y visual el tandem Otero – Piazzolla. El trompetista sonríe, tan serio y modosito que parece, pero no para de hacer muecas de regocijo ante el solo del guitarrista.

UrquizaEl final es con una extensa versión del clásico de Lennon y McCartney, Helter Skelter.
Desde el comienzo, Miguel Tarzia está pidiendo pista; pero es Urquiza quien toma la delantera. Su solo (con efectos) es tremendo, pero la base es demencial.
Y Tarzia tuvo, finalmente, pista; y quemó caucho como loco. Luego, un tremendo combate entre el guitarrista y el trompetista. Esto es posible, además, porque la base más que un colchón ofrece un sommier y de los buenos.
Tremenda versión. Y, a casi dos horas del inicio, final sin bises.

Ha sido un notable concierto el brindado por el cuarteto de Juan Cruz de Urquiza.
Es que estos muchachos, juntos, son una locomotora.
Pero, a diferencia de las del ferrocarril, anda sobre rieles y no te deja en la vía.

Marcelo Morales

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