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Tyshawn Sorey: That/Not

Disco 1: Leveled, Template I, Sympathy, Permutations for Solo Piano, Seven Pieces for Trombone Quartet, Templete II
Disco 2: Sacred and Profane, Templete III, Four Duos, Cell Block, That’s a Blues, right?, Templete IV, Commentary

Músicos:
Tyshawn Sorey: batería, piano
Ben Gerstein: trombón
Corey Smithe: piano, wurlitzer
Thomas Morgan: contrabajo

Firehouse 12 Records, 2007

Calificación: A la marosca

Me he vuelto revolucionario a pesar de mí mismo (Igor Stravinski)

Iconoclasia deriva del griego eiconoklastes. Corresponde aclarar que nos referimos al origen etimológico de la palabra y no a un señor con ese nombre nacido en Grecia. Bueno, si usted es griego y se llama eiconoklastes, discúlpeme pero fue sólo una casualidad. El término proviene de eicon, que significa imagen y klao, romper. Históricamente se aplica a la doctrina de los enemigos del culto a las imágenes surgida durante el imperio bizantino allá por los siglos VIII y IX… horas mas, horas menos. Por aquel entonces, León III ordenó la destrucción de todas las representaciones de Jesús, la Virgen María y especialmente todos los santos (Simón Templar, el Santo, Caramelos Santos, el Santos de Pelé, etc.). No sabemos qué pasó con León IV, pero fue el emperador León V quien instauró en el año 813 un segundo período de luchas que se extendió hasta la llegada del emperador Teófilo. Al morir éste, su esposa Teodora -cansada de ser considerada una simple ama de casa- movilizó a los iconodulas y proclamó la restauración de íconos en el 843.
Claro, eran otros tiempos… pero la verdad es que siempre que se movilizan los iconodulas se arma la gorda.
Por extensión, un iconoclasta es una persona que se opone a la veneración de imágenes o ídolos tales como pinturas y esculturas sagradas. También se dice de quien niega y rechaza la merecida autoridad de maestros, normas y modelos.
En lenguaje coloquial, el concepto iconoclasta se utiliza también para referirse a aquella persona que va a contracorriente y cuyo comportamiento es contrario a los ideales, normas o modelos de la sociedad actual o a la autoridad de maestros dentro de ésta, sin que implique una connotación negativa de su figura.

El joven baterista y compositor Tyshawn Sorey, en su debut como solista con el álbum That/Not, se manifiesta como un auténtico iconoclasta. Antes de continuar informemos que iconoclasia deriva del griego… bueno… ¿qué podemos agregar que no se haya dicho ya, no?
Sorey,
en su corta pero fructífera trayectoria, ha acompañado en escena a Dave Douglas & Nomad durante la presentación del álbum Mountain Passages, es habitual colaborador del ensamble de Butch Morris e integra junto a Vijay Iyer el proyecto Fieldwork. Ahora, en su emprendimiento como solista, se descuelga con un álbum doble (doble de verdad… dura más de 150 minutos) sutil, abstracto, de esencia modesta, expansivo, abierto, de innovadora perspectiva, comprometido y comprometedor. Un ejercicio de reflexiones profundas fertilizado por sombras perpetuas, depuradas y envolventes. Una obra conceptualmente dinámica en la que las fuentes contenidas no representan veneración a las imágenes, modelos o maestros sino que ayudan a construir un discurso libre de ataduras, rótulos y limitaciones.

En That/Not el jazz, el free, la libre improvisación, el blues y la nueva música creativa actúan como faros que guían en la oscuridad a Sorey en su viaje a nuevos territorios.
Leveled se mueve en los parámetros de la formación doctrinaria impartida por Ornette Coleman pero desarrollándose en un campo que no tiene muchos precedentes. El trombón de Ben Gerstein disemina pistas que conducen al epicentro melódico mientras que el contrabajo y el piano dibujan sombríos matices. Tyshawn Sorey se muestra como un baterista de infinita sutileza y con la capacidad suficiente para oficiar simultáneamente como un cartógrafo dispuesto a revelar el mapa de la composición que sirve de guía al cuarteto.
Template I, II, III y IV son densas miniaturas melódicas cuya secuencia alternada le otorgan al disco una sensación de narrativa cinematográfica.
Los envolventes silencios de Sympathy comparten protagonismo con una melodía distante, lúgubre y de modesta construcción.
Sorey ama las restricciones claustrofóbicas y manifiesta una deliberada negación por la comodidad melódica y armónica. Esto se expresa especialmente en Permutations for Solo Piano, tema en el que deja la batería para ocuparse del piano. Obra construida a partir de pequeñas células melódicas de dos o tres notas con un pequeño módulo de evolución lenta que, más que un proceso de variación, parece ser otro de gradual mutación o traslación. El carácter reduccionista, la ausencia de clímax, el uso de disonancias, serenidad y notas prolongadas hasta el infinito, nos remiten de inmediato a For Bunita Marcus, del período más inasequible y oscuro de Morton Feldman. Etapa en la que llevó hasta el extremo las influencias de sus colegas expresionistas abstractos, interpolando temporalmente las obras de Pollock y Rothko.

Seven Pieces for Trombone Quartet es una composición segmentada con varios enlaces en el que el trombón opera como eje conductor. Recurre a lo reducido haciendo que los silencios desempeñen un papel clave, realzados en este caso por breves y caóticas estridencias que simulan vestigios de la intensidad inherente al free.
En Sacred and Profane, la intro en piano a cargo de Corey Smithe recorre los ángulos más oscuros de la música clásica. Se suman el contrabajo y la batería y el tema muta en una oscura aproximación al serialismo vienés. La sorprendente sensibilidad de Gerstein permite que el trombón se adueñe de la melodía para luego desembocar en metamorfosis diversas que incluyen un duelo de sutilezas de piano y batería y una colorida intervención de Thomas Morgan en contrabajo, que se aproxima tangencialmente al solo pero sin llegar a hacerlo efectivo. Aun requiriendo de un fuerte compromiso auditivo, logran esculpir un espacio al que no es fácil ingresar, pero del que es casi imposible salir.
Los sonidos dispersos, pero amalgamados en término de climas en Four Duos, tiene un carácter más elocuente y discursivo pero no menos complejo y experimental.

Unos pesados acordes en piano encadenados a densas frases de contrabajo comandan Cell Block, tema de onírica aleatoriedad y con una sutil narrativa que parece arrancada de un film de Michelangelo Antonioni. Una construcción laberíntica que se eleva y desmorona con mínimos trazos de análoga simbología y moderación.
El explícito título That’s a Blues, Right? describe adecuadamente el interrogante que encierra el tema. Una anárquica experimentación de sonidos de la que emerge un pasaje en blues.
El sosegado Commentary es un etéreo y angular solo de piano que ofrece un espacio comparativamente más seguro que el resto del disco, alentando un merecido reposo tras el extenuante viaje auditivo.
That/Not no tiene canciones que usted entonará junto a su familia en la Navidad. Tampoco se encontrará a sí mismo tarareando alguno de los temas en la ducha. Es más, resulta probable que después de escucharlo ni siquiera recuerde que tiene familia o que debe bañarse de vez en cuando. That/Not es complejo, diferente, obsesivo y hasta por momentos caprichoso. Una travesía al espacio interior. Una invitación a imaginar un horizonte musical abierto, desconocido y sin imágenes por venerar.

La música es un ejercicio de metafísica inconsciente en la cual el espíritu no sabe que hace filosofía (Schopenhauer)

Sergio Piccirilli

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