Matrimonios y Algo Más: Sylvie Courvoisier & Mark Feldman
Red Cat – Los Angeles (USA)
Viernes 18 de enero de 2008 – 22:00 hs.
En el marco del CalArts Creative Music Festival llevado a cabo en el Red Cat de Los Angeles se presentó el dúo integrado por la pianista Sylvie Courvoisier y el violinista Mark Feldman. El dúo es una composición musical para dos ejecutantes, instrumentales o vocales. Cuando se trata de dos instrumentistas suele hablarse de dúo. En cambio el término dueto, diminutivo de dúo, se utiliza para las composiciones de dos cantantes. Pero además de ser un estilo de composición, se conoce por este nombre a la formación musical de dos intérpretes. En sus orígenes, allá por la segunda mitad del siglo XVIII y sobre todo en el XIX, el dúo se empleaba en la ópera barroca. Esa estructura de interpretación fue reemplazando paulatinamente al aria en la distribución principal de la ópera. El dueto ganó protagonismo merced al dinamismo obtenido como consecuencia del enfrentamiento y contraste entre dos personajes. Su estructura varía según la época histórica y las escuelas operísticas. En el caso de duetos breves y sin articulación interna se habla de duettino o duetinos. También podemos mencionar al duodeno, que es un tubo hueco que conecta el estómago con el yeyuno, aunque sólo en ocasión de ingesta excesiva puede alcanzar un rango musical.
Asimismo, la denominación dúo se refiere a composiciones musicales para dos instrumentos solistas. Entre las formaciones más difundidas de dos instrumentos se encuentran: violín y piano, como en el caso de Courvoisier y Feldman, piano a cuatro manos, dos pianos, etc. Pero se pueden presentar también formaciones de trompeta y órgano, flauta y piano, clarinete y piano, violonchelo y piano, voz y piano, voz y órgano… y cuando hay más confianza entre los músicos… vos y yo. Algunos musicólogos incluyen al dúo de piano, violín y voz y otros similares bajo la denominación… trío. En cambio a los dúos de cuatro integrantes, sin duda alguna, se los llama cuartetos. Y hay pruebas de lo que estoy diciendo, ¿eh? Por ejemplo si usted los llama “che, dúo de cuatro de integrantes…”, seguro que no vienen; en cambio, si les dice “cuarteeeetoooo…”, no sé si vienen, pero por lo menos se dan vuelta.
La palabra dúo también se aplica a conceptos extra-musicales. Dúo es el nombre del robot alienígena del video juego Mega Man y es el título de un film protagonizado por Stephane Ginnsz, uno de los primeros actores con síndrome de Down en encabezar un reparto. El Power Book Duo es una línea de computadoras manufacturada por Apple. Dúo Maxwell es un carácter de ficción de una serie de animé. Duo Airways es el nombre de una aerolínea británica. Y además, Dúo es la razón social de una famosa agencia matrimonial de Corea, que como todos sabemos también es pianista como Courvoisier, quien a su vez se casó con Mark Feldman, aunque no podemos asegurar si lo hizo a través de la agencia matrimonial de Corea, valga la redundancia.
La lista de dúos famosos es infinita. Los hay cómicos como Abbott y Costello y Laurel y Hardy. Dúos de caricaturas animadas como Tom y Jerry o Pinky y Cerebro. Marionetas como Carozo y Narizota. También los hallamos en series de televisión como Starsky y Hutch. En el campo de la investigación científica están Master y Johnson, en la literatura Romeo y Julieta y en la filosofía Ortega y… Gasset. Incluso podemos encontrar dúos de dudosa reputación como los cantantes Pimp-y-Nela, que son dos hermanos que se comportan como si fuesen pareja o los superhéroes Batman y Robin que son una pareja que se comporta como si fuesen hermanos. Al respecto de estos últimos se comenta queeee… ¡no! No se lo voy a decir; quizás… en otra ocasión…
¡Dije no! Bueno, ya que insiste…
No soy de la clase de persona que se mete en la vida de los demás, pero dicen que el hombre murciélago cuando andaba (literalmente) de capa caída obligaba a Robin a deslizarse por su batitubo. A veces la gente habla por… hablar. Aunque algunos aseguran haber escuchado a Batman diciendo “lo único que quiero es hacer el bien, bien… pero con lo bien que le quedan al joven maravilla las calzas y la bombachita verde… ¡Uno también tiene su corazoncito!”
A mí el chisme me resulta repulsivo, pero parece que Alfred también andaba en algo raro… y la tía Harriett con El Pingüino… y a veces todos juntos. Dicen que los sábados en la baticueva se armaba un bati-fondo…
Bueno, en Ciudad Gótica siempre está oscuro, no se ve bien. ¡Es fácil confundirse!
Siguiendo con el hilo de la conversación, les comento que en el escenario del Red Cat se encuentra el dúo integrado por Sylvie Courvoisier y su esposo Mark Feldman.
La primera sección del concierto estará dedicada a Malphas, álbum que hicieran Courvoisier y Feldman para el sello Tzadik en el 2006 sobre composiciones de John Zorn. Este segmento abre con Zethar. Un preludio exploratorio nos deposita en una zona indefinida entre la improvisación jazzística y la música académica contemporánea. Los recursos compositivos de la obra son principalmente tonales pero también modales, seriales e improvisatorios. Courvoisier resuelve esta ecuación armónica con distintos recursos como la ejecución de complejos pasajes digitados y el uso del puño cerrado, además de otras técnicas extendidas de la ejecución pianística. Una secuencia de pesados acordes en los que parecen confluir el clasicismo y la música klezmer propulsan un veloz fraseo de violín que incluye saltos melódicos frecuentes sobre intervalos de segunda menor, séptima mayor y novena menor… mayormente. El dúo, además de su abrumador despliegue técnico, transmite una fuerza soterrada que le permite abrir las puertas a la fantasía más que demostrar algo con certidumbre axiomática (¿qué tal?). La espontánea ovación del público es quebrada por alguna exclamación esporádica, típica del ámbito de la música clásica como “¡bravo, maestro!”. En cambio, los más exaltados reemplazan esa ecuménica definición por un arrabalero “bestia, animal”. Esto último, al menos para mí, es inaceptable. Es un dúo, así que va en plural: ”Bestias, animales”.
La agitada, y plena de humor y gracia, Sammael es simplemente salvaje. Courvoisier y Feldman intercalan orgásmicos fraseos, dibujando un paisaje sonoro que simboliza lo que parece ser una persecución entre el violín y el piano, en donde los roles de cazador y presa se invierten constantemente.
Labariel se proyecta desde las sombras de la abstracción. El sereno equilibrio armónico y su umbrosa expresividad inicial es interceptado por un pasaje en el que Feldman cita la Sinfonía Número 40 en sol menor de Wolfgang Amadeus Mozart. El tono trágico y la intensidad emocional de esa monumental obra, adquiere aquí un tinte cáustico, mordaz y zumbón que actúa como disparador para una furiosa improvisación colectiva. De esa abstrusa y laberíntica atmósfera emerge con naturalidad un nostálgico pasaje en violín que posibilita el retorno a la guía rectora de la melodía preliminar.
La episódica improvisación de Kafziel cierra el segmento dedicado al álbum Malphas. Aquí nos ofrecen otro descomunal ejercicio técnico con Feldman alternando ejecución en arco y pizzicato y Courvoisier extremando el potencial de recursos de su instrumento con una emocionante sucesión de acordes, en bloque primero y accionando el arpa cromática, después.
Confieso que por lo general acostumbro anotar, en mi libreta de apuntes, datos sobre los conciertos a los que asisto. Notas breves y básicas. Revisando esas anotaciones con posterioridad encontré que a estas alturas del show sólo había anotado mi nombre, la dirección de mi casa y un número telefónico para llamadas de emergencia.
Seguidamente, Feldman toma el micrófono para presentar Le petit fille au ballon roug, composición de Courvoisier incluida en el álbum Savarigie Courtoise de 1994. Atinadamente, luego de traducir el título al inglés, Feldman aclara que en francés suena más elegante y distinguido y tiene razón. Convengamos, por ejemplo, que no es lo mismo melange d’boire que milanesa con puré. La milanesa con puré es más rica.
La composición de Courvoisier es una sutileza melódica de trazos enigmáticos desarrollada a partir de un leitmotiv que parece heredado de Beethoven y cuyo vocabulario pianístico incluye una serie de arpegios que le otorgan cohesión y sustancia a la estructura armónica. A continuación ofrecen Real Joe, tema de Mark Feldman que formara parte de su álbum solista The Book of Tells de 2005. La esencia romántica de esta pieza es fracturada con breves intervalos de libre improvisación, configurando con natural sencillez un juego de equilibrados y sugestivos contrastes.
Para finalizar hacen Two Speedy del álbum Music for Violin and Piano de 1999. Una cadena de acordes en politonalidades y polivelocidades manifestados a través de un telepático ensamble, converge en un interludio en solo piano de relajada profundidad. La composición se corona con un explosivo intercambio de vertiginosas y precisas frases. Un cierre sublime, augusto, insigne, principesco. ¡Una guasada, bah!
Química es la ciencia natural que estudia la materia, sus propiedades y su estructura. Su ubicuidad hace que sea considerada como una de las ciencias básicas ya que tiene suma importancia en diferentes campos del conocimiento. Pero también es habitual escuchar que existe “química” entre las personas. Eso hace que algunos se sientan atraídos o resulten indiferentes entre sí, como si hubiese en el componente emocional una respuesta química. Hay quienes aseguran que cuando se trata de atraer a la pareja, el asunto va más allá de lo meramente físico y que intervienen en el proceso, esas señales químicas. No siempre funciona; sin ir más lejos, conozco una pareja que se divorció porque entre ellos había mucha química. Bueno, eran farmacéuticos.
La química existente entre Courvoisier y Feldman, como en otros casos, nos hace inferir que a veces en el campo del arte se trata de Matrimonios… y algo más.
Sergio Piccirilli