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Vijay Iyer: Tragicomic

The Weight of Things, Macaca Please, Aftermath, Comin’ Up, Without Lions, Mehndi, Age of Everything, Window Text, I’m All Smiles, Machine Days, Threnody, Becoming

Músicos:
Vijay Iyer: piano
Rudresh Mahanthappa: saxo
Stephan Crump: contrabajo
Marcus Gilmore: batería

Sunnyside, 2008

Calificación: Dame dos

El sabio no busca el placer, sólo busca la ausencia de dolor (Aristóteles)

Vijay Iyer, en pocos años, se ha constituido en una de las figuras con mayor aptitud creativa del firmamento musical. La amplitud de sus intereses artísticos y culturales y la infalible materialización de los mismos nos obligan a utilizar más de un concepto para definir el alcance de su obra. Iyer es pianista, compositor, arreglador, productor, artista multimedios, educador, escritor, tiene un Master en Matemáticas y Física y se doctoró en Tecnología y Artes. La prestigiosa revista de ciencias Speed lo ubicó, en un artículo reciente, entre las nueve mentes más brillantes y revolucionarias de la actualidad. Por si fuese poco, Vijay Iyer además despliega una profusa tarea educativa, dictando clases en composición e improvisación musical y ciencias en algunos de los más acreditados establecimientos universitarios de los Estados Unidos. Ha escrito artículos, ensayos, monografías y estudios diversos en el campo de la musicología y participa activamente en conferencias y debates asociados al arte en general.
Esa voraz expresividad intelectual que lo distingue hizo que en la primera mitad de este año comentara en el Journal of Society for American Music el libro Unlocking the Groove, confeccionara el programa de los conciertos ofrecidos en el Carnegie Hall por el Brentano Quartet, asistiera como productor a la saxofonista Matana Roberts en el álbum The Chicago Project, participara del nuevo trabajo del Wadada Leo Smith’s Golden Quartet, Tabligh y editara dos nuevos discos: Door, junto al trío cooperativo Fieldwork que completan Tyshawn Sorey y Steve Lehman y Tragicomic, con su cuarteto, integrado por Rudhesh Mahanthappa, Marcus Gilmore y Stephan Crump.
La referencia al término tragicómico posiblemente arroje pistas sobre el concepto que anida en este nuevo experimento discográfico de Vijay Iyer.

En la tragedia, el hombre no es capaz de dominar una situación de conflicto en la que se confrontan la autonomía del individuo con un imperativo del destino que atenta contra su libre albedrío. Toda tragedia implica una lucha entre un horizonte lógico y justificado con una necesidad oculta e inasible. En la tragedia se trata de evitar algo que en apariencia es evitable pero que al final emerge como ineludible y fatal, convirtiendo cada paso por alejarse del infausto destino en una gradual realización de lo que se quería evitar. La gravedad de sus consecuencias suscita compasión y miedo. Compasión porque el individuo encuentra una desdicha que no buscó; y miedo porque nos permite tomar consciencia que todos, por igual, estamos expuestos al fracaso al que puede empujarnos el destino.
Uno de los mejores ejemplos literarios sobre la tragedia es Edipo Rey, de Sófocles. En esa obra un oráculo le anuncia a Layo, Rey de Tebas, que si algún día tiene un hijo, éste lo matará y se casará con su madre. Cuando nació Edipo, Layo lo entregó a un pastor para que lo abandonara en el bosque, pero el pastor se apiadó y lo entregó en adopción. Edipo creció ignorando su origen; y, sin saber de quién se trataba, mató a su padre en una pelea y terminó casándose con su propia madre, Yocasta. Al enterarse de la verdad, Edipo se arrancó los ojos, Yocasta se suicidó y Layo… bueno… Layo nada, ya estaba muerto. En síntesis, todo salió como el oráculo.
Esta historia sirvió en el psicoanálisis freudiano para dar nombre a la teoría denominada Complejo de Edipo, que se refiere al conflicto emocional que se da en la infancia de todo ser humano de sexo masculino en el que, simultáneamente, se siente atracción sexual inconsciente por la madre y un sentimiento de odio también inconsciente (pero no tanto) hacia el padre.
Cuando se da el caso contrario, suele hablarse del Complejo de Electra; es decir, cuando… esteee… ¡lo contrario! O sea, cuando el padre tiene la fantasía de matar al hijo para casarse con su nuera o algo así. ¡No tiene importancia! Sigamos con lo nuestro…
Aunque también hay casos donde el hijo odia al padre pero en lugar de matarlo para casarse con la madre sólo le saca el auto a escondidas para salir de parranda con una prima, que dicho sea de paso parece que era bastante brava.
Ahora bien, de todos los complejos el más terrible es aquél en el que el individuo mata a su esposa para casarse con la madre… de su esposa. ¡Es su suegra! ¡Es terrible!
En todo caso lo ideal es dejarle estos temas a los psicoanalistas y, si son de la Antigua Grecia, mejor todavía así matamos dos pájaros de un tiro.

La contracara de la tragedia es la comedia. Aunque ambas son reacciones inadecuadas ante situaciones conflictivas, en la comedia el conflicto puede tener un efecto cómico expresado como respuesta objetiva por parte del sujeto o bien el efecto cómico, en sí, es un derivado directo de la situación de conflicto.
Para ejemplificar lo que es la comedia volvamos a Edipo Rey; imaginemos lo que pasaría si al enterarse de la verdad, Edipo, en lugar de arrancarse los ojos, se colocara una careta de Tribilín; y si Yocasta, al intentar suicidarse, en lugar de usar veneno tomara un poderoso laxante. Ambos quedarían como perfectos imbéciles, pasando de lo heroico a lo ridículo en un mismo acto.
La tragedia y la comedia pueden tener un desenlace común que tiende al fracaso; pero mientras en el primero de los casos es grave e inalterable, en el otro se expresa de manera leve y episódica. Lo cierto es que tragedia y comedia, drama y humor, se complementan para inculcarnos la idea que nada es absoluto y que aun en los peores momentos hay una luz de esperanza, un cambio posible, una transformación en ciernes. Tal vez en esos principios se encuentre la clave del título elegido por Iyer.

El álbum abre con The Weight of Things, una breve improvisación colectiva en la que se conjugan una dinámica ascendente, nebulosas texturas y una telepática comunión armónica. El título del siguiente tema, Macaca Please, refiere al sonado caso de racismo que involucró al senador republicano George Allen quien fuera filmado durante un mitin en el momento en que se dirigía al estudiante universitario S.R. Sidarth como “macaco”. El encuadre ofrece un espiral de secuencias melódicas que van enlazándose como eslabones de una cadena de ecuaciones, interceptadas por un frenético contrapunto entre el saxo de Mahanthappa y el piano de Iyer y un simbiótico montaje rítmico del contrabajo de Marcus y la batería de Gilmore.
Aftermath es la primera de las cuatro partes de la Suite Tragicomic que, oportunamente, el Chamber Music America le comisionara a Iyer. Una sólida excursión impresionista en la que sobrevuelan sutiles variaciones de un latente romanticismo.
En Comin’ Up hallamos una exquisita relectura de ese clásico del repertorio de Bud Powell condimentada con remotos tintes latinos y un discurso pianístico relajado y convincente que ocupa el eje central del entramado armónico.
Con Without Lions llega la segunda parte de la Suite Tragicomic. Un soberbio ejercicio de contrapuntos que por su definición, orden y finitud, asemejan a un algoritmo traducido en términos musicales. En Mehndi asoma un voluminoso lirismo acentuado por las notables intervenciones solistas de Iyer y Mahanthappa, la minuciosa evolución del contrabajo de Crump y el incorpóreo aporte percusivo de Gilmore.

Age of Everything nos ofrece en formato de trío una agitada cadencia funk en perfecta simetría con elementos de jazz latino, que propician un descollante solo de piano.
También en trío, Window Text es un abrazo simbólico entre las cerebrales turbulencias del M-Base y conceptos armónicos enraizados en la tradición del jazz.
I’m All Smiles es un elegante solo de piano que incursiona con sigilo en el apasionado universo musical de Thelonious Monk. Machine Days y Therenody nos traen de regreso al cuarteto para completar la Suite Tragicomic; el primero de esos movimientos está signado por cíclicos arpegios de visceral intensidad y el último con una ascendente tensión melódica y armónica de perfiles épicos.
El cierre, con la poética espiritualidad de Becoming, nos deja un mensaje optimista y esperanzado que completa el ideario expresado en este álbum.

En cierta ocasión, Cornell West dijo que el blues había nacido como reacción directa a los horrores de la esclavitud y la opresión, adjudicándole a esa manifestación creativa del ser humano ante el sufrimiento, un carácter tragicómico.
Vijay Iyer establece una analogía con ese concepto otorgándole vigencia a la idea de que el arte es un foco de resistencia, una oportunidad, una metamorfosis que provoca la transmutación de la tragedia en una esperanza. Pero también observa que ambas se complementan e interactúan permitiendo que el ser humano encuentre su centro.
Y Tragicomic, fiel a su título, es una profunda reflexión sobre el equilibrio y el balance.

La reflexión es el ojo del alma (Jacques Benigne Boussuet)

Sergio Piccirilli

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