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S.M.V. (Stanley Clarke, Marcus Miller, Victor Wooten): Thunder

Maestros de las Frecuencias Bajas, Thunder, Hillbillies on a Quiet Afternoon, Mongoose Walk, Los Tres Hermanos, Lopsy Lu – Silly Putty (medley), Milano, Classical Thump, Tutu, Lil' Victa, Pendulum, "Lemme Try Your Bass", Grits

Músicos:
Stanley Clarke: bajo eléctrico, bajo acústico
Marcus Miller: bajo eléctrico, clarinete bajo, saxo, sintetizador
Victor Wooten: bajo eléctrico
Steve Baxter: trombón
Michael Patches Stewart: trompeta
Kevin Ricard: percusión
Chick Corea: piano
Ronald Bruner Jr, Poogie Bell, Derico Watson, J.D. Blair: batería
George Duke, Ruslan Sirota, Ariel Mann, Karlton Taylor: teclados
Antoinette Butterscotch Clinton: voces, beat box

Heads Up, 2008

Calificación: Apoya vasos

Si se despedaza una mentira, los pedazos son la verdad. (Eugéne O'Neill)

El mundo está lleno de mentiras. Los políticos nos mienten y la gente, que dice creerles, también miente. Nuestros padres nos hacen creer en los Reyes Magos y mienten. Cuando prometemos que el próximo lunes vamos a empezar una dieta o a dejar de fumar, mentimos. A nuestras esposas les juramos que desde la primera vez que la vimos nos enamoramos… y mentimos; y ellas dicen que fuimos el primer hombre en su vida… y mienten. La creatividad de los mentirosos no tiene límites.
Nuestro equipo favorito pierde 8 a 0 y los jugadores le echan la culpa al árbitro. Todo es una mentira, incluso no me extrañaría que este comentario sea mentira.
Y por si algo faltaba para completar el rompecabezas, Ricky Martin acaba de ser papá.
Somos tan mentirosos que, cuando decimos la verdad, nos ponemos colorados.
Según los estudiosos del comportamiento humano, una mentira es una declaración realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa, esperando que le crean y ocultando la realidad en forma completa o parcial. Una afirmación puede ser una mentira si el interlocutor piensa que es falsa o que oculta parcialmente la verdad. En función de esta definición, una mentira puede ser una falsedad genuina o una verdad selectiva… o incluso la verdad, si la intención es engañar o causar una acción en contra de los intereses de otra persona. Mentir implica un engaño intencionado y consciente, pero también puede ser una mentira el acto de la simulación o el fingir.
Pero no se deje confundir ni permita que le mientan… Mentir es decir una mentira; y los que lo hacen frecuentemente son mentirosos.
Mentir está en contra de los preceptos morales y es algo prohibido en muchas religiones. Los filósofos, en su mayoría, también se posicionan en contra aunque algunos estiman que en circunstancias especiales sí se puede permitir la mentira como, por ejemplo, mentir para proteger a inocentes ante un opresor inmoral.
El filósofo Leo Strauss justificó la mentira para ocultar una posición estratégica o para ayudar a la diplomacia. Maquiavelo aceptó la mentira basada en necesidades de “filosofía política”; y Platón habló con encomiable argumentación de la “mentira noble”.

Lo cierto es que la tolerancia de la gente con los mentirosos es habitualmente muy pequeña. A menudo basta con sorprender a alguien mintiendo para que se le asigne el mote de mentiroso y se le pierde la confianza para siempre.
San Agustín tipificó las mentiras en ocho categorías: las mentiras en la enseñanza religiosa, las mentiras que hacen daño y no ayudan a nadie, las que hacen daño pero sí ayudan a alguien, las que surgen por el mero hecho de mentir, las que sirven para complacer a los demás, las mentiras que no hacen daño y ayudan a alguien, las mentiras que no hacen daño y salvan una vida y las mentiras que no hacen daño y protegen la pureza de alguien. Santo Tomás de Aquino, en cambio, sólo encontró tres tipos de mentiras: la humorística, la útil y la maliciosa, pero indicó que las tres eran pecado. El filósofo Harry Frankfurt en su reciente libro On Bullshit estableció dos categorías: la mentira absoluta, que es cuando la persona pretende esconder la verdad y el bullshitting, que es cuando la quiere revelar pero se mantiene indiferente ante ella.
En definitiva: entre los tres, encontraron 13 tipos de mentiras.

No sé si será un mal presagio, pero el álbum Thunder tiene 13 temas y al grupo S.M.V. también lo integran tres personas, aunque no son los filósofos San Agustín, Santo Tomás y Frankfurt, sino los músicos Stanley Clarke, Marcus Miller y Victor Wooten. Lo que no puedo asegurar es que los trece temas sean o no diferentes tipos de mentiras.
Los tres miembros de S.M.V. son bajistas, los tres son considerados auténticos referentes en su instrumento y los tres son músicos de color. Del mismo color.
El trío se reunió por primera vez en la ciudad de New York en Octubre de 2006 durante el concierto Bass Player Live. Allí plantaron la semillita que germinó con el álbum Thunder, obra conceptual que les demandó dos años de elaboración… ¡je! Es mentira. En realidad, uno le preguntó a los otros (y/o viceversa) “¿qué tenés que hacer mañana?” La respuesta fue: Thunder.

Un interludio orquestal que recuerda (y mal) a Emerson, Lake and Palmer desemboca en Maestros de las frecuencias bajas. Un ostentoso aire de fanfarria apto para preanunciar el ingreso de un emperador o un superhéroe o un campeón de box o, como en este caso, tres estrellas del bajo, fertiliza el terreno para el desarrollo de los solos. Sabido es que estos tipos pueden hacer lo que quieren con sus respectivos instrumentos; pero aun así cabe preguntarse: ¿qué es lo que quieren?
Thunder es el tema que da título al álbum, así que a lo mejor allí encontramos la respuesta a la pregunta anterior. Sin embargo apenas hallamos una (otra) seguidilla de solos montados sobre un ritmo caprichoso, reiterativo, ñoño y machacón, construido a partir del beat box de Butterscoch, muchacha que merced a sus acrobacias vocales tuvo su minuto de fama en el programa televisivo America’s Got Talent.
Hillbillies on a Quiet Afternoon es un composición en la que Wooten rinde tributo a Clarke que, dicho sea de paso, también toca en este álbum. Para el citado homenaje no tuvo la mejor idea que copiar la línea melódica del tema Quiet Afternoon del álbum School Days de 1976, que dicho sea de paso pertenece a Clarke que… etc., etc., etc.
Mongoose Walk es una parodia de jazz a la que se suma Chick Corea; aunque su aporte es tan escaso, que sólo parece participar como testigo no imputado en la causa.

Los aires de romanticismo español en Los tres hermanos son una invitación a imaginar a tres morochos besándose a la luz de la luna. Luego sigue un medley integrado por dos clásicos de Clarke: Lopsy Lu del álbum Stanley Clarke de 1974 y Silly Putty de Journey to Love de 1975. Ambas versiones son pura magia. Nada por aquí, nada por allá. Milano, desde su título, evoca a una de las principales ciudades de la Italia septentrional, rindiendo así merecida pleitesía a la rica historia milanesa. Es más, diría que el tema es casi una milanesa con papas fritas. Clasical Thump, en origen, formó parte del álbum de Victor Wooten A Show of Hands, de 1996 y no hay más para comentar. Seguidamente hacen una relectura “hip hopera” de Tutu. Tema que compuso Marcus Miller y que más tarde inmortalizaría Miles Davis. Sobre esta versión sólo podemos decir que el juez caratuló la causa como secuestro y violación seguida de muerte. Lil’ Victa aportaría algo de frescura y originalidad, si no fuera porque en ese estilo han hecho cosas mucho mejores Bela Fleck and the Flecktones. Pendulum es un groove monótono y latoso que asemeja a una máquina de ritmo; pero en realidad todo proviene de la voz de Butterscotch, que es como una máquina de ritmo pero sin pilas ni cables. Lo más importante de LemmeTtry your Bass es su brevedad; y el final de este suplicio es con la sacrílega y profanadora aproximación al blues de Grits.

En 1898, Louis de Rougement relató en una conocida publicación de la época que había naufragado en las costas de Australia. Allí participó en festines caníbales, construyó una casa de perlas, mandó mensajes de auxilio en seis lenguas utilizando pelicanos, cabalgó en tortugas de 270 kilos y contó cómo se curó de la fiebre durmiendo dentro de un búfalo muerto. Las sociedades científicas invitaron a Rougement a brindar conferencias sobre su aventura antropológica y hasta llegó a publicarse un libro que causó sensación en aquellos tiempos: Treinta años entre los caníbales de Australia. Poco después, su farsa fue descubierta; pero en lugar de ser víctima del escarnio y la burla de la sociedad, su fama apenas sufrió una insólita transformación: Comenzó a dictar conferencias anunciándose como el mayor embustero del mundo.
Recientemente S.M.V. presentó un álbum llamado Thunder.
Poco después se supo que Thunder, más que un álbum, parecía una clínica de bajo en la que se enseñaba todo lo que se puede hacer con el instrumento y todo lo que no se debe hacer con la música.
La febril creatividad de los embusteros suele obtener reconocimiento, pero eso de ninguna manera alcanza para transformar la mentira en verdad.

Una mentira no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en ella (Mahatma Gandhi)

Sergio Piccirilli

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