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Anthony Braxton & Italian Instabile Orchestra: Creative Orchestra (Bolzano) 2007

Composition Nº 63, Composition Nº 92 Part 1, Composition Nº 164 Part 1, Composition Nº 92 Part 2, Composition Nº 164 Part 2, Composition Nº 59

Músicos:
Anthony Braxton: saxo alto, saxo sopranino
Gianluigi Trovesi: saxo alto, clarinete
Daniele Cavallanti: saxo tenor
Carlo Actis Dato: saxo barítono
Eugenio Colombo: saxo alto, flauta
Pino Minafra, Alberto Mandarini, Guido Mazzon: trompeta
Giancarlo Schiaffini, Sebi Tramontana, Lauro Rossi: trombón
Martin Mayes: cuerno francés
Umberto Petrin: piano
Emanuele Parrini: violí
Paolo Damiani: cello
Giovanni Maier: contrabajo
Vincenzo Mazzone, Tiziano Tononi: batería, percusión

Rai Trade, 2009

Calificación: A la marosca

A medio mundo le gustan los perros pero hasta el día de hoy nadie sabe qué quiere decir guau (Mafalda)

Uno de los anhelos esenciales de todo músico con autenticas pretensiones artísticas es lograr un lenguaje propio. El saxofonista y compositor Anthony Braxton no sólo ha sido capaz de obtenerlo sino que fue mucho más allá: construyó una fascinante cosmogonía musical signada por la complejidad, la autonomía y el persistente recorrido por territorios estilísticos de inabarcable diversidad. A Braxton todos lo conocen, la mayoría lo respeta, algunos lo admiran sinceramente y muchos menos dominan en profundidad los conceptos musicales que anidan en su obra.
Yo no soy nadie para intentar describir cabalmente la obra de Braxton pero… nadie es perfecto, por lo tanto si soy nadie soy perfecto pero… sólo Dios es perfecto, por lo tanto soy Dios. Pero Dios no existe, por lo tanto yo… ¡uhh… qué macana!
Le aseguro que no es difícil describir la totalidad de la obra de Braxton: es imposible. En las últimas décadas se ha empeñado en documentar todas sus composiciones y proyectos llegando así a editar casi dos centenares de álbumes. Su música es una especie de jeroglífico intelectual de profunda espiritualidad, interceptado por melodías minuciosas, elocuentes silencios y torbellinos armónicos indescifrables. Para agregar un desafío aún mayor a este apasionante laberinto creativo, Braxton adjudica un código de números a cada una de sus composiciones como si quisiera emular por contraposición a Pitágoras, quien cuando hablaba de números hacía referencia a la poesía. En sus propias palabras, Braxton asegura que “toda lógica musical cuenta con una lógica visual y sus respectivas equivalencias en símbolos y señales. Por eso, cada una de mis composiciones tiene un título gráfico, un título codificado y un número de opus, siendo tres o tres elevado al cubo, el generador primario”. Clarito, ¿no? No.

Este genio del arte contemporáneo afirma haber transitado música de formulas identificadas con jugadas de ajedrez, música de lenguajes, músicas coordinadas, composiciones vinculantes, estructuras formales con espacios arquitectónicos, músicas jeroglíficas que integran color y movimiento, estructuras oníricas que se internan en la música narrativa y músicas proporcionales. ¡Ahhh…! Ahora entendí: “A medio mundo le gustan los perros pero hasta el día de hoy nadie sabe qué quiere decir guau.”
Para completar el rompecabezas marca Braxton, en la última etapa de su carrera se abocó a desarrollar un sistema denominado Ghost Trance Musics en el que hurga en las profundidades ancestrales de la música de trance y que, según él mismo afirma, es una experiencia que configura “la transición de la música de fórmulas a la de lenguajes y de ésta a las 12 etapas de la evolución, las Ghost Trance Musics.” Y pensar que todavía no logro comprender la letra del tema de The Police “De do do do de da da da”.
Yendo al objetivo principal de este comentario, digamos que Creative Orchestra (Bolzano) 2007 fue grabado en la ciudad de Bolzano, Italia.
Por si usted estuvo distraído en los últimos siglos, digamos que Italia es un país. Además de ser cuna de la cultura europea, a lo largo de la historia Italia supo cobijar a artistas de todas latitudes: franceses, suizos, alemanes e incluso algunos italianos también (¡y cuidadito con enojarse que tengo permiso para portar apellido!) En Italia, la cultura ocupa un lugar de privilegio. Basta citar que los italianos tienen la pizza, la pasta y el rissoto. También se destacan por sus magníficas carnes como… Sofía Loren, Claudia Cardinale, Ornella Mutti y María Grazia Cuccinota. Sin olvidarnos de sus famosas obras de arte, como las ya mencionadas.
Lo cierto es que Anthony Braxton fue a Italia en junio de 2007 para presentarse junto a la Italian Instabile Orchestra en el Alto Adige Jazz Festival. El álbum Creative Orchestra (Bolzano) 2007, de reciente edición, documenta esa memorable actuación.

Si bien es lógico suponer que la magnética presencia de Braxton concentra el interés principal de este álbum, no resultaría menos acertado señalar que la Italian Instabile Orchestra es mucho más que un eventual acompañamiento, ya que esta big band experimental de 18 miembros es uno de los más encumbrados proyectos de jazz orquestal de vanguardia que tiene el viejo continente en la actualidad. Además, la alianza con un ícono del arte contemporáneo como Braxton no es algo desconocido para este ensamble, debido a que en el pasado reciente han trabajado junto a músicos de la talla de Cecil Taylor, Willem Breuker y Lester Bowie.
El álbum da inicio con un exordio de difusos contornos que nos ubica en los umbrales de Composition Nº 63, obra que Braxton incluyera en el álbum The Montreaux/Berlin Concerts de 1977. El clarinete de Trovesi asume un rol melódico explícito que, tras sutiles fracturas y quiebres estructurales, desemboca en un breve pasaje en solitario. El resto de los instrumentos se va incorporando sucesivamente sin que ninguno llegue a imponerse en el tejido armónico. Luego, el saxo barítono asume el discurso principal orbitado por el resto de los instrumentos hasta terminar por configurar sinuosas capas orquestales. El saxo de Cavallanti irrumpe con autoridad, mientras el piano de Petrin dibuja enigmáticos fraseos. Como si le faltase vuelo a la partitura llegan los vientos y, cuando estos amainan, caemos en medio de una intensa batalla entre el cello de Damiani y el violín de Parrina que, como corresponde, nos deja contra las cuerdas. Si usted todavía se quedó en la frase “el álbum da inicio con…”, es posible que no tenga demasiado sentido contarle que este impactante segmento es rematado por una especie de apocalipsis orquestal en el que se profundiza la interconexión temática entre la partitura y la libre improvisación, entre los solos y las densas texturas y entre la disposición cerebral y lo puramente emotivo.

Luego sigue Composition Nº 92 Part 1, obra de la que recuerdo una magnífica versión a cargo de The New York Composers Orchestra (emprendimiento colectivo que integraran entre otros Robin Holcomb, Bobby Previte, Wayne Horvitz, Steven Bernstein, Butch Morris y Marty Ehrlich) incluida en el álbum de 1992 First Program in Standard Time. La relectura que hace Braxton de su propia obra, a instancias de la Italian Instabile Orchestra, es igualmente admirable. El poderoso anclaje en la tradición del jazz de la partitura original convive con oscilantes texturas resueltas mediante recursos armónicos innovadores, realzados por la sólida base que construyen el bajo de Maier y las dos baterías, el implacable fraseo del piano de Petrin y un descollante solo en trombón que vaya a saber si lo hizo Schiaffini, Rossi, Tramontana, Gina Lollobrigida o fetuccini a la putanesca. Sin aviso previo, el tema empalma con Composition Nº 164 Part 1, obra incluida en el álbum de Braxton 4 (Ensemble) Compositions de 1992. Un preludio angular en el que se superponen (con éxito) la flauta, el clarinete y el cuerno francés precede a una memorable intervención de Petrin. Finalmente todos confluyen, no sabemos cómo pero confluyen. Un deliberado galimatías musical cohabitado por un feroz pizzicato en contrabajo, dramáticos acordes en cello, brillantes inserciones en clarinete y trompeta y una impagable intervención de Braxton en sopranino. Composition Nº 92 Part 2 retoma la esencia orgánica de la primera parte pero expuesto mediante una indescifrable ecuación que confronta una mayor aproximación al acervo cultural del jazz, con un torbellino de enlaces orquestales vanguardistas magnificados por un enajenado solo de cello y la imperturbable batuta de Braxton. Pasan otras cosas. No importa cuáles, otras. Créame que todas buenas.
Siguen con Composition Nº 164 Part 2. Un ejercicio de abstracción complejo, atrapante, perverso. Otra fascinante aproximación a los distintos aspectos que conforman el universo creativo de Braxton. El álbum concluye con Composition Nº 59, tema que formara parte de los álbumes Creative Orchestra (KÖLN) 1978 y Eugene de 1989. Un clima pastoral es interceptado por una patota de músicos hasta que Braxton pone orden con un solo apabullante que se va desvaneciendo hasta fundirse en los aplausos finales…
¿Por qué no sé si le dije que el álbum es en vivo? Muy vivo.
En definitiva, no viajamos a Bolzano, Italia.
Pero con Braxton y la Italian Instabile Orchestra fuimos mucho, mucho más lejos.

Viajar no es cambiar de lugar. Viajar es cambiar de ilusiones (Anatole France)

Sergio Piccirilli

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