El Ojo Tuerto

Elvis Costello: La noche que MacManus se contó una de convois

Amoeba – Hollywood (U.S.A.)
Lunes 22 de Junio de 2009 – 20:00 hs.

En Londres un 25 de agosto de 1954 nacía a muy temprana edad, como suelen hacerlo casi todos los recién nacidos, un tal Declan Patrick MacManus. Algunos acostumbran decir que los bebés siempre son lindos; otros, por el contrario, aseguran que son arrugaditos y feos. Lo concreto es que, en este caso, ambas corrientes de opinión estaban de acuerdo: el tal Declan Patrick pertenecía al segundo grupo. Su mamá (a la que llamaremos Mary, por dos buenas razones: primero para no entrar en detalles biográficos innecesarios y segundo porque se llama Mary) afirma que la primera palabra que pronunció el pequeñín fue skin (piel, en inglés). No sabemos si la respetable señora “escuchó visiones”, bebía, sufría de alucinaciones o tenía juanetes; pero ella asegura que su hijo, al decir la palabra skin, estaba intentando cantar a su modo la balada de Cole Porter que inmortalizara Frank Sinatra: I’ve Got You Under My Skin. Cuando corroboré la veracidad de esta anécdota, la primera reacción fue reír a carcajadas; pero luego lo tomé más seriamente y comencé a preocuparme por la salud mental de Doña Mary.
Sin embargo años después, cuando esa supuesta aspiración del nene por convertirse en crooner se hizo realidad, me convencí que lo mejor era reír a carcajadas.

En los tiempos subsiguientes lo más importante que ocurrió en la vida de Declan Patrick es que creció. Luego sabemos que tuvo un hijo, se casó, aprendió a caminar, trabajó como administrativo, se involucró en la escena del punk y la new wave, comenzó a usar lentes, aprendió a tocar la guitarra y dejó los pañales, aunque no podemos precisar que ese haya sido el orden exacto en el que sucedieron los hechos.
A mediados de los setenta y a instancias de Jack Riviera, director de Stiff Records, MacManus fue conminado a adoptar un nombre artístico que tuviera mayor impacto en el público. Así fue que le recomendaron inspirarse en una combinación de nombres y apellidos entre su madre (Mary Costello) y el famoso cantante Elvis Presley. En un primer momento pensó en llamarse Mary Presley pero entendió que podía prestarse a confusiones; entonces decidió invertir los factores sin alterar el producto para adoptar el nombre con el que finalmente se haría famoso: Elvis Costello.
Desde aquel entonces a la fecha, con más de tres décadas de carrera sobre sus espaldas, la trayectoria de Costello ha orillado diversos estilos y experimentado intensas mutaciones. Coqueteó con el pop en Armed Forces, se aproximó subrepticiamente al soul en Get Happy!!, reivindicó el country en Almost Blue, ofreció una magnífica relectura de Romeo y Julieta desde la perspectiva de la música de cámara en The Juliet Letters, compuso el ballet Il sogno, cedió a sus aspiraciones de convertirse en crooner en North y reposó en la música ligera o easy listening junto a Burt Bacharach en Painted from Memory.

En los inicios Costello supo describir en sus canciones los vicios del imperialismo y los pecados del negocio de la música pop y se animó a denunciar la censura, el racismo, la discriminación o las injusticias del liberalismo económico.
Claro que aquel joven impetuoso que recorría los bares londinenses por las noches y declaraba entre trago y trago “lo único importante es la venganza y la culpa”, es hoy un hombre sosegado de 55 años que se lleva muy bien con la industria discográfica, conduce un programa de televisión, recorre sin ruborizarse la alfombra roja en la entrega de los Oscars de la mano de su esposa, la cantante Diana Krall, y vive en la tranquila Canadá “porque en Inglaterra hay demasiada envidia”.
Esa mutación sufrida por Costello no ha hecho que mi interés por su música disminuya. Lo hizo desaparecer por completo. No obstante, al enterarme que lanzaría junto a músicos de bluegrass un álbum acústico con el título de Secret, Profane & Sugarcane orientado a la música country, grabado en Nashville y producido por T-Bone Burnette, experimenté una serie de profundas sensaciones ambivalentes que oscilaron entre la indiferencia absoluta y sumergirme en un voluntario proceso de amnesia auto-inducida. En eso estaba cuando el destino me flageló sin piedad enviándome una invitación para asistir a la presentación de ese material a llevarse a cabo en el local de Amoeba de Hollywood. Acepté de inmediato… que ése no era mi día de suerte.

Amoeba es una de las pocas cadenas de venta de discos en Estados Unidos que aún sobrevive al embate de la era digital y Costello, en un gesto que lo distingue, decidió rendir tributo a esa resistencia presentándose el mismo día en los dos locales que posee la compañía. Uno ubicado en la ciudad de San Francisco y otro en Hollywood.
Amoeba cuenta con un pequeño escenario y cientos de bateas llenas de compactos ordenados alfabéticamente. Cuando llegué al lugar del encuentro y consulté por la ubicación que me correspondía, un señor de considerables dimensiones y mirada desafiante dijo: “Váyase a la m…”. Superada la sorpresa inicial, lograron convencerme que debía permanecer de pie frente a la batea de la letra M; pero lo realmente inaceptable es que se trataba del sector de discos usados y ofertas.
Ingresa Costello y a tono con mi situación expresa: “Gracias por venir, me encanta que estén ordenados alfabéticamente”.

Al mejor estilo country atacan al galope en formato de trío con una briosa, confusa e inconexa versión de Complicated Shadows del album Secret, Profane and Sugarcane. Antes de que esto pase a mayores creo oportuno presentar a los músicos: “Elvis Costello guitarrista y cantante, le presento a Mike Compton en mandolina. Mike Compton, le presento a Jim Lauderdale en guitarra y coros, Jim Lauderdale, le presento a Elvis Costello.” Ahora que se conocen quizás la situación mejore. Incluso no estaría de más que en el futuro ensayen un par de horas antes de tocar en público.
My All Time Doll no despeja las dudas pero al menos nos permite confirmar que estamos en presencia de una propuesta que circunda la variante de música country conocida como Sonido Nashville.
Aclaremos que el country es un género musical surgido en las zonas rurales del sur de los Estados Unidos que combinó estilos folclóricos de los países a los que pertenecían algunos de los inmigrantes europeos con formas musicales locales ya arraigadas como el blues y el góspel. En sus orígenes, el country o country-western, recibió el nombre de hillbilly, término peyorativo que se utilizaba también para definir al hombre blanco de mala vida y escasa educación que habitaba áreas remotas o montañosas.
Tiempo después, con el advenimiento al género de músicas tradicionales de las islas británicas e influencias afroamericanas, el despectivo término hillbilly sería sustituido por rótulos como country & western, old times y especialmente por la denominación bluegrass. La propuesta de Secret, Profane & Sugarcane, si bien recoge algunos aspectos de las fuentes mencionadas, se funda en los parámetros del sub-género conocido como sonido Nashville, estilo promovido a mediados del siglo XX por las grandes compañías discográficas que incorporó elementos de la música pop. Para que nos entendamos mejor… Donald Myrus dijo que “el sonido Nashville fue al hillbilly lo que Hollywood fue para el cine”; y Chet Atkins lo definió sin reparos “como el sonido del dinero”. ¿Está claro?

El show continúa con Down Among the Wines and Spirits, composición que Costello originalmente escribiera para la cantante de música country Loretta Lynn. El público vocifera como si fuesen extras en un capítulo de El Gran Chaparral y estuvieran arriando ganado. Por favor llamen a un médico, no me siento bien.
Luego ofrecen una raída versión de Blame It On Cain, del álbum de 1977 My Aim Is True, que incluye un segmento instrumental gobernado por un intento de unísono entre los tres instrumentos al que denominaremos prima facie como… contrapunto.
A continuación estrenan la balada Condomned Man. No es nada del otro mundo pero, comparado con lo anterior, parece Las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach.
Seguidamente sorprenden con un cover en ritmo bluegrass del tema de Grateful Dead A Friend of the Devil del álbum American Beauty de 1970. La versión incluye un modesto solo en mandolina a cargo de Compton mientras Jim Lauderdale se ocupa de la voz líder secundado en los coros por Costello.
Red Cotton es una de las dos composiciones incluidas en Secret, Profane & Sugarcane que Costello compuso por encargo de la Ópera Real de Dinamarca sobre textos inspirados en Hans Christian Andersen, poeta y escritor danés que se hiciera famoso por sus cuentos para niños como La Sirenita y El Patito Feo.

Crooked Line es una soporífera canción de amor que Costello co-escribiera con el cantautor y productor T-Bone Burnette. Para ese entonces me siento incapaz de controlar las extremidades, tengo el cuerpo rígido, no respondo a estímulos externos, la respiración es lenta y la piel se puso pálida. Signos inequívocos de que entré en estado de catalepsia. Luego Costello exhibe unas “panties” de color rosa y hace una broma poco feliz sobre la reputación de las mujeres aludidas en el tema de cierre: Sulphur to Sugarcane. La versión es apenas discreta pero al menos ofrece un verso de notable fidelidad con lo ocurrido hasta aquí “es demasiado tarde para quejarse”.
Regresan para el bis con un medley que incluye al inédito Five Small Words y un extracto del clásico de Buddy Holly Not Fade Away. La imagen final es con Costello emulando a un vaquero mientras revolea su sombrero en señal de despedida.
Parece inevitable que esto quede anclado en mi memoria para siempre como:
La noche que MacManus se contó una de convois.

Sergio Piccirilli

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *