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Vandermark 5: Annular Gift

Spiel (for Bertolt Brecht and Kurt Weill), Table, Skull, and Bottles (for Bruno Johnson), Early Color (for Saul Leiter), Second Marker (for Ab Baars), Cement (for Michael Haberz), Cadmium Orange (for Francis Bacon)

Músicos:
Ken Vandermark: saxo tenor, clarinete soprano
Dave Rempis: saxo alto, saxo tenor
Fred Lonberg-Holm: cello, electrónicos
Kent Kessler: contrabajo
Tim Daisy: batería

Not Two Records, 2009

Calificación: Dame dos

La constancia no está en empezar sino en perseverar (Leonardo Da Vinci)

Conforme pasan los años uno se va convenciendo de que todo aquello que nos permite conseguir lo que queremos en la vida se reduce a una sola palabra: Perseverancia.
No importa cuán intenso sea nuestro deseo o lo bueno que pueda ser el plan elaborado o la dedicación asignada a su concreción, el éxito siempre dependerá en última instancia de la persistencia. Alcanzar un objetivo parece estar reservado a quienes se niegan a conformarse con menos, a quienes están dispuestos a resistir mientras otros abandonan y a quienes se predisponen a conseguir lo que quieren sin importar el tiempo que eso les lleve. La falta de constancia permite que emerja el miedo al fracaso; y ese reflejo de inseguridad se transforma en un incontrolable deseo por obtener lo que anhelamos en forma instantánea. Esa búsqueda de excelencia inmediata suele terminar en frustración, ya que es más una pretensión por escapar al fracaso que un intento real por alcanzar una meta. Las habilidades, el talento y la inteligencia no cuentan si la persona que ostenta esas virtudes… renuncia. Aun la persona más dotada, si no tiene perseverancia y abandona a la mitad del camino, terminará detrás de alguien que haya seguido adelante.
Por supuesto, no hay que confundir a quien solo aguanta tratando de resistir con obstinación a cualquier precio, con aquél que sabe sobrevivir a todos los obstáculos armado de una persistencia en la que el deseo prevalece y en la que la finalidad subsiste a fuerza de convicciones profundas. Ergo, podríamos tipificar dos grandes grupos conductuales: el de los que suscriben al lema “persevera y triunfarás” y los que pertenecen al grupo de los que se empacan como una mula sin ton ni son.

A estas alturas del comentario seguramente se preguntará adónde voy con todo esto y es lógico que así sea. Si usted es de la clase de persona que puede esperar, pertenece al grupo de los perseverantes; pero si quiere saberlo ya mismo o está empacado en que se lo diga en este párrafo o en la próxima palabra… por favor vaya ubicándose al final de la recua (*).

(*) Recua: nombre con el que se describe a un grupo de mulas en fila india.

Al exigirnos ser excelentes en el primer intento, la frustración ante el fracaso puede hacer que evitemos ser constantes y nos tornemos apáticos ante la idea de volver a intentarlo escudándonos en excusas irreales o culpando a otros por no haber logrado el objetivo trazado. Desistir es siempre la forma más rápida y segura para fracasar.
El famoso psicopedagogo Mark Dirtydiaper asegura que, para construir una idea apropiada de la perseverancia, debemos observar el comportamiento de un bebé. Según su teoría, los bebés no saben abandonar porque no conocen la diferencia entre éxito y fracaso. Sólo saben lo que quieren y no paran hasta conseguirlo. Dirtydiaper aplicó estos conocimientos en su propia vida y no le fue nada mal. Es cierto que ya cumplió 57 años y todavía sigue gateando pero tiene una perseveranciaaaaaaaa… ¡puf!
El que todavía no cumplió 57 ni gatea pero tiene una persistencia a prueba de balas es el compositor y saxofonista Ken Vandermark. Este ícono del avant-jazz ha desarrollado su pensamiento musical a través de años de trabajo junto a bandas como NRG Ensemble, Powerhouse Sound, AALY, el Peter Brotzmann Chicago Tent, School Days, Free Music Ensemble, The Territory Band, Frame Quartet, Free Fall y el Resonance Ensemble. No obstante, el medio expresivo más consolidado y elocuente de su fascinante ideario creativo ha sido Vandermark 5, proyecto en el que cubre una amplia gama de estilos compositivos que abarcan jazz tradicional, música clásica contemporánea, rock y funk en perfecta simetría con la experimentación de innovadores métodos de improvisación.
Vandermark 5, además, es un ejemplo de persistencia y constancia infrecuente en el ámbito de la música creativa ya que desde sus inicios en 1996 a la fecha, ha mantenido una tenaz presencia discográfica y escénica.

Sería ocioso mencionar que su producción incluye quince ediciones oficiales: 13 CD’s (Single Piece Flow de 1997, Target or Flame de 1998, Simpatico en 1999, Burn the Incline un año después, Acoustic Machine en 2001, Free Jazz Classics Vol. 1 & 2 de 2002, Airports for Light al año siguiente, Elements of Style, Excersises in Surprise en 2004, The Color of Memory de 2005, Free Jazz Classics Vol. 3 & 4 y Discontinuos Line ambos de 2006, Beat Reader de 2008 y el álbum que motiva este comentario: Annular Gift de 2009); un Box Set con doce discos (Alchemia-V5 Live de 2005) y un doble en vinilo (Four Sides to the Story de 2006). Incluso, y dicho con todo respeto, sólo un imbécil o alguien que no tiene nada que hacer en la vida se pondría a sumar la cantidad de piezas que integran una obra tan profusa como la de esta banda…
167 composiciones originales y 38 pertenecientes a otros autores.

Annular Gift fue registrado durante dos conciertos ofrecidos por la banda los días 14 y 15 de Marzo de 2009 en el Alchemia Jazz Club de la ciudad de Cracovia, Polonia.
El álbum da inicio con el dinámico dramatismo de la suite Spiel (for Bertolt Brecht and Kurt Weill). En esa dedicatoria parecen confluir los conceptos de sentido homenaje y referencia inspiradora, ya que los segmentos que integran la composición ofician como una simbólica alusión a las tres obras que unieran al dramaturgo y poeta Bertolt Brecht y al compositor alemán Kurt Weill a fines de los años treinta: La ópera de tres centavos, Grandeza y decadencia de la ciudad de Mahagonny y Final Feliz. Si en esas obras se fundían la forma, el fondo, la estética y los ideales para testimoniar una sátira social que (en abierta oposición al teatro burgués y el sentimentalismo) exigían del público una participación activa; la composición de Vandermark no lo es menos. En Spiel (for Bertolt Brecht and Kurt Weill) no hay una contemplación lírica sino un efecto de distanciamiento en donde el oyente está obligado a sacar sus propias conclusiones. No hay un replegamiento sutil sobre la subjetividad sino una verificación de los valores tradicionales que permiten promover la consciencia crítica a través de una reelaboración de la experiencia auditiva. El carácter episódico de la composición se abstiene de fórmulas estandarizadas para recurrir en cambio a una serie de transiciones estilísticas que van de la desbordante exuberancia del heavy-funk al rigor sacramental del jazz tradicional, pasando por la austeridad del neoclasicismo y la perturbadora erudición de la música improvisada europea. Todo acentuado por el versátil tándem rítmico que sostienen el contrabajo de Kessler y la batería de Daisy, la inagotable variedad de recursos de Vandermark alternando musculosas intervenciones en tenor con reflexivas incursiones en clarinete soprano, el fraseo serpenteante de Rempis en saxo alto y los fulgurantes comentarios del cello de Lonberg-Holm.

Table, Skull, and Bottles (for Bruno Johnson) suministra suficiente material armónico para desplegar un mordaz alegato próximo al hard-bop que propicia fugaces soliloquios instrumentales de gran factura.
En la balada Early Color (for Saul Leiter) confluyen expresiones estéticas divergentes en clara alusión al homenajeado (el fotógrafo y pintor Saul Leiter). Las sombrías líneas en blues de la primera parte, tras una sucesión de espectrales contrapuntos, muta en un frontal ataque dinámico de impronta rockera.
Second Marker (for Ab Baars) confronta pasado y futuro, tradición y vanguardia. El robusto swing de apertura le concede preeminencia a las cuerdas representadas por el contrabajo de Kessler y el siempre imaginativo cello de Lonberg-Holm para luego hacer un viraje estructural de infrecuente sonoridad del que emergen los electrónicos.
Un inspirado solo de batería a cargo de Daisy es la piedra fundacional del laberintico Cement (dedicado al arquitecto y diseñador austriaco Michael Habers). A partir de un caleidoscopio armónico que concentra jazz, funk y post-rock salen disparados un solo de cello más próximo a Jimi Hendrix que a Pablo Casals, el hipnótico duelo entre los saxos de Vandermark y Rempis y una visceral improvisación colectiva.
El álbum concluye con la espasmódica intensidad de Cadmium Orange (for Francis Bacon). La angulosa disposición de su línea melódica, los desgarradores contrastes climáticos y un carácter figurativo que exprime en su aparente violencia la desolación de la condición humana, parecen provenir de alguno de los cuadros del genial pintor racionalista anglo-irlandés Francis Bacon, a cuya obra está dedicada la pieza.

La perseverancia es el motor que estimula al individuo a hacer realidad sus ideas, por más imposibles que éstas puedan parecer.
Annular Gift demuestra que ese motor, en Vandermark 5, sigue funcionando a pleno.

Seamos realistas y hagamos lo imposible (Ernesto Che Guevara)

Sergio Piccirilli

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