Por Los Codos

Mariano Sívori

Con una generosidad y predisposición que no podemos menos que agradecer, el contrabajista deja de lado los formalismos y se abandona a un entusiasmo que prontamente compartimos. Y saliendo de boxes en quinta a fondo, expresa sin tapujos:

Yo le creo más a un periodista que dice “esto me gusta o no” y lo fundamenta que al que, tal vez por querer dar una mano o simplemente por “buena onda”, termina diciendo algo de lo que hacés que no tiene nada que ver. En una crítica reciente que me hicieron, que pretendió ser buena, termina no teniendo sustento con el sonido de la música; por eso yo particularmente prefiero una crítica que no sea benevolente, ya sea diciendo que está mal arreglado o que no le gusta algún solo, lo que sea, siempre y cuando tenga que ver con lo que el periodista escucha. O sea… a mí me molesta más una buena crítica pero que no tenga que ver con lo que hice, que una mala donde se refleje la propuesta. Porque esto último me parece mucho más honesto y lo recepciono mucho mejor. Por ejemplo… en la crítica que decía, se habla de que el disco es ecléctico y que eso tiene que ver con el hecho de que yo toqué muchas cosas diferentes y que eso seguramente debe haber pesado. Y yo no puedo estar de acuerdo con eso… no toco un cha cha cha, una bossa nova… al contrario… para mí es absolutamente orgánico. Además yo lo concebí de esa manera… y lo escucho de esa manera. Y creo que tiene que ver con una voz personal… A mí no me interesa entrar en la variante del “apoye a la música argentina” si el apoyo es poco serio o sin sustento.

Es que para un periodista es más fácil agarrársela con alguien que está lejos… salvo que haya alguna cuestión personal de por medio…

Totalmente de acuerdo. Pero además… porque yo les doy bolilla a las críticas, por ejemplo, de cine. Y a veces coincido y a veces no… Lo que me inquieta es cuando la crítica, independiente de que sea favorable o no, no tiene correlato con la obra en sí y se terminan yendo por las ramas y se nota que no se está “empapado” en lo que se dice. Si hacés la crítica de un disco tenés que hablar del disco, de la música… siempre hay una cuestión de gustos, por supuesto, está intrínseco eso, está perfecto y tiene que pasar. Pero lo que opines, tiene que estar justificado. Ya se trate de algo positivo o negativo. Si no, no me sirve. Termina siendo algo similar a un panfleto… y contraproducente. De todas maneras no se trata de crucificar a nadie… todos podemos tener días poco felices.

En función de lo que mencionaste antes, ¿cómo concebiste el disco? ¿Fue una situación traumática, tuviste el concepto claro desde un principio…?

Mirá… todo eso al mismo tiempo. Yo tenía muchas ganas de… no de hacer todo yo porque es mentira…. Nunca hace todo uno. Pero sí quería estar más involucrado desde el principio en las decisiones. En Escalandrum, que es un grupo que adoro y donde están mis mejores amigos, la música es casi el resultado de un Frankenstein. Alguien trae una partitura ya teniendo en cuenta a los demás músicos, se discute, se arregla, se hacen modificaciones… es un trabajo grupal. Y en las decisiones finales yo muchas veces coincido, a veces no… Pero se trata siempre de un porcentaje que se va modificando de acuerdo a las diferentes situaciones. Algo muy diferente a plantearse hacer todo uno. Elegir los músicos, qué tipo de orquestación… de principio a fin. Después, por supuesto que hay aportes. El desafío era ver cómo podría funcionar todo eso que yo tenía en la cabeza… ver qué pasa cuando tenés el 100% de libertad para hacer las cosas. Ya tenía a los músicos en la cabeza, con sus sonidos, sus personalidades y, en un principio, yo había generado la idea de una orquestación un poquito más grande y que iba a ser un sexteto o septeto estable donde se metían cuartetos de cuerdas, electrónica pero más emparentada con la música electroacústica, jugar con efectos… tener un hilo conductor en el que se metían esas cosas… cintas magnéticas, dos trombones y una trompeta… pero me empecé a angustiar porque no me salía como yo quería, dejé de escribir y acoté todo en un formato más confortable para mí. Y la verdad que estoy muy contento con el disco, algo muy raro en mí porque generalmente no me gusta nada de lo que hago. Pero esa idea primaria persiste y seguramente la voy concretar en el próximo CD. Porque con todo lo que aprendí, con aciertos y desaciertos, creo que ahora estoy más preparado para poder llevar a cabo una suerte de obra integral intercalando elementos ajenos al jazz en una formación estable.

¿Era una obsesión sacar el disco?

(Piensa… mucho…) Yo creo que tenía más la necesidad, obsesión o deseo de hacer algo, pero del proyecto en sí. Todo el tiempo pensé en la música… viste que el disco no es muy “bajístico”… no tengo solos… me centré más en otras cuestiones grupales.

¿Hubo algo que te sorprendiera llevando a cabo el proyecto… alguno de los músicos, alguna situación en particular?

Bueno… yo a Pipi (Piazzolla) lo conozco mucho. Pobre… (sonríe), lo conozco tanto que por ahí ya no me sorprende (risas).

Porque vos ya habías tocado con todos, previamente, en otros proyectos…

Sí… Ramiro (Flores) es un tipo al que yo adoro como instrumentista y musicalmente. Incluso su disco (Flores) lo escuché mucho… y me gustó un montón. En realidad soy de escuchar bastante… todo lo que puedo… y le dije a Ramiro que su disco a mí me generó… como que me acompañó mucho durante el proceso previo, al igual que unas sonatas de Mozart tocadas por Glenn Gould, algo de Guillermo Klein, un disco de (el baterista) Bill Stewart que no es que me encantara pero sí el trabajo de los caños… o el disco solista de Reid Anderson (bajista de The Bad Plus), un par de (el guitarrista) Ben Monder… pero nada de eso vas a escucharlo en el disco… Pero sí puedo decir que seguramente algo de todo eso que iba escuchando me ayudó…

Vos estás en varios proyectos simultáneamente y con distintas formaciones, en trío con Cirilo Fernández, en octeto con Nicolás Sorín… en…

Esperá… los encuentros con Sorín y con Cirilo (Fernández) fueron fundamentales. Porque para mí hay un antes y un después de cuando empecé a trabajar con ellos. Yo aprendí mucho de tocar con los dos y me gusta lo que hacen, desde ya… pero disculpame, te interrumpí…

Retomando… vos decís que nada te “contaminó”.

Nada… y todo… Pero Sorín y Cirilo sí me contaminan. Lo que tengo en claro es que mi música no tiene humor. Y la de Sorín, sí. Él interactúa, va de momentos muy sentidos a otros muy graciosos. Yo no lo siento así…

Que no tenga humor no implica que no despierte alguna sonrisa…

Sí… pero no es jocosa mi música. No me sale… en realidad no es que no me sale… no quiero. Tal vez más adelante sí, pero en este proyecto no. Y ojo que disfruto de tocar esos cambios en la música de Nicolás (Sorín), pero no quise forzar esas situaciones.

¿Por qué, con toda esa paleta, el formato de sexteto?

Yo me di cuenta un instante después de convocar a los músicos. Yo quería que estuviera Ramiro (Flores) tocando lo que toca, que esté (Gustavo) Musso… y así todos. Y me dio seis… Me han preguntado ya si tenía que ver con que Escalandrum es también un sexteto, pero no…

Bueno… la principal diferencia, a priori, es la inclusión de una guitarra…

Sí… y que los caños están dados vuelta… yo quería que estuviera Lucio (Balduini). (El trompetista) Mariano Loiácono siempre estuvo cerca del proyecto. Ha venido al primer concierto que dimos y se subió a tocar, suele ser reemplazo de alguno de los saxos en determinados shows y en un momento pensé en incluirlo y que fuera un septeto. Pero significaba reescribir varias partes y meter otra persona ya significaba otro concepto. Pero Mariano (Loiácono) siempre estuvo cerca del proyecto. Y cuando toca con nosotros Juan Cruz (de Urquiza) también es tremendo lo que pasa… así que probablemente incluya en el futuro dos trompetas, otro saxo y todo lo que te mencioné antes… aunque sea en el disco. Después veremos cómo hacemos en vivo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *