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Tim Berne’s Snakeoil en concierto: Exento de fraudes y engaños

Blue Whale – Los Angeles, California (USA)

Sábado 25 de Febrero de 2012 – 21:00 hs.

 

El renombrado saxofonista y compositor estadounidense Tim Berne, junto al cuarteto que completan Matt Mitchell en piano, Ches Smith en batería y Oscar Noriega en clarinete, se presentó en la acogedora intimidad del Blue Whale -sito en el corazón de Little Tokyo, Los Angeles- como parte de la gira de lanzamiento del álbum Snakeoil de 2012. El poderoso cuerpo de trabajo expuesto en ese nuevo proyecto discográfico responde -palabras más, palabras menos- a una estrategia composicional en la que confluyen infrecuentes texturas, complejas resoluciones armónicas, sinuosas melodías, súbitos desplazamientos rítmicos, ausencia de obviedades estilísticas y una permanente interpolación entre la estricta exposición del material que emerge de la partitura y los abundantes espacios asignados a la libre improvisación. En ese contexto se van eslabonando con impiadosa precisión el jazz de vanguardia, la música de cámara, el free-jazz, el minimalismo y la música clásica contemporánea, hasta lograr consagrarse en un lenguaje sonoro visiblemente emparentado con las tendencias estéticas más radicales del nuevo milenio.

 

Snakeoil es la primera grabación en estudio que edita Tim Berne como solista en los últimos ocho años y también el álbum que indica su debut como líder en el catálogo del legendario sello alemán ECM. Es cierto que su –otrora impensada- relación con el sonido que identifica a la casa discográfica dirigida por Manfred Eicher podrá sorprender a muchos; sin embargo, cabe recordar que esa ligazón ya tiene exitosos antecedentes en las contribuciones realizadas por Berne en los álbumes Prezens de David Torn en 2007 y The Rub and Spare Change de Michael Formanek en 2011.

En Snakeoil hay detalles esenciales que un periodista de raza -un purasangre del periodismo, un hombre de prensa con pedigrí, un periodista descendiente de sementales importados y con las partes inferiores de sus patas traseras de color blanco- no puede pasar por alto; por ejemplo, la causa, motivo o razón por las que su autor ha titulado Snakeoil a este proyecto. Antes de seguir adelante con el comentario debo consignar que la irrefrenable pasión investigadora que anida en todo periodista, reportero, corresponsal, editor, enviado, articulista, redactor, cronista, gacetillero o informador, es lo que convierte a la incansable labor periodística en un auténtico apostolado. Incluso me animaría a decir, sin temor a exagerar, que la incansable labor periodística -más que un auténtico apostolado- es… una incansable labor periodística.

 

En ese sentido le cuento, al galope, que en el idioma inglés la frase “snake oil” suele utilizarse habitualmente para describir a un charlatán. La verdad es que tenía pensado explicar con lujo de detalles cuál es la conducta que identifica a un charlatán pero, lamentablemente, hoy estuve un poco corto de tiempo ya que me vi obligado a hacer un imprevisto viaje de negocios a Júpiter y en el trayecto –además de hacer una parada intermedia en la Luna para retirar dinero del banco y comprar algunos souvenirs- tuve que satisfacer sexualmente a un contingente de amazonas del sudeste marciano, corregir la órbita de un satélite de la NASA que estaba fuera de curso, firmarle un autógrafo a Dios y eludir a cientos de miles de paparazzis que pugnaban por obtener una exclusiva fotográfica de mi exitosa presencia en el cosmos.

 

Si bien es cierto que voy a quedar debiéndole el significado de la palabra charlatán, intentaré compensar ese pasivo aclarando que la relación entre la frase “snake oil”  y la charlatanería deriva de un engañoso medicamento a base de aceite de serpiente comercializado en el siglo XIX y que -además de la acepción mencionada en el párrafo anterior- dicha expresión también se emplea actualmente en el campo de la criptografía para identificar signos de advertencias sobre productos o métodos comerciales considerados falsos o fraudulentos. “Y por si esto fuera poco…” (típica frase de vendedor de medicamentos milagrosos hechos con aceite de serpiente), le cuento que la criptografía se ocupa de las técnicas, aplicadas al arte o a las ciencias, que alteran las representaciones lingüísticas de mensajes para hacerlos ininteligibles a lectores no autorizados, garantizando así su confidencialidad en el supuesto caso de que fuesen interceptados.

Muy bien…ya sabemos que la frase “snake oil” proviene de un engañoso medicamento elaborado con aceite de serpiente y que puede significar “charlatán” y que también guarda relación con la criptografía. En consecuencia, Tim Berne tituló Snakeoil a su álbum por… por… bueno, no se lo puedo decir porque es confidencial y no quiero quedar ante usted como un charlatán.

 

Lo concreto es que la presencia de Tim Berne’s Snakeoil en Los Ángeles despertó un nivel de expectativa que superó con creces la capacidad del Blue Whale. A modo de ejemplo le digo que en ese lugar caben cincuenta personas cómodamente sentadas. Si fueran cien, algunos deberán permanecer de pie; y con doscientas –como en este caso- ya hay que empezar a hablar de un abigarrado auditorio integrado por acróbatas, contorsionistas y gente tratando de mantenerse aferrada al techo con sus uñas.

En el escenario ya se encuentra el experimentado cuarteto integrado por Oscar Noriega (Endangered Blood, Banda de los Muertos, Los Totopos, Central Chain) en clarinete y clarinete bajo, Ches Smith (Ches Smith’s These Arches, Mary Halvorson Trio & Quintet, Los Totopos, Marc Ribot’s Ceramic Dog) en batería y percusión, Matt Mitchell (Matt Mitchell’s Central Chain, John Hollenbeck Large Ensemble, Los Totopos, Darius Jones Quartet) en piano y su líder Tim Berne (BB&C, Buffalo Collision, Bloodcount, Los Totopos) en saxo alto.

 

El concierto da inicio con una inesperada versión extendida de Comered, pieza proveniente del álbum Old and Unwise que reunió en 2011 a Tim Berne con el contrabajista francés Bruno Chevillion. Aquí, el vocabulario tonal tradicional y aspectos atonales emancipados de la noción de disonancia, operan de una forma integrada y sincrónica hasta elaborar una estática oscura e inquietante. En el continuo fluir sonoro de una composición con temperamento explícitamente abierto y abrasivo, se van concatenando los arrolladores gestos instrumentales de los solistas, diferentes formatos y combinaciones tímbricas y abundantes segmentos afectados a la improvisación colectiva. En ese tejido tienen especial destaque el efusivo soliloquio de Oscar Noriega en clarinete bajo, un vaporoso dúo de piano y xilofón a cargo de Matt Mitchell y Ches Smith y una clase magistral de Tim Berne en técnicas extendidas para saxofón. Finalmente el tema es rematado -ya con el cuarteto a pleno- con un laberíntico e infinito clímax dinámico no apto para personas impresionables.

A continuación llega el monumental Spectacle, la primera (y única) pieza extractada del álbum Snakeoil que la banda interpretó en todala noche. Una auténtica obra maestra del equilibrio entre composición e improvisación, con una partitura de dimensiones melódicas y rítmicas considerables, enormemente rica en lo conceptual, instrumentada de manera inmejorable y defendida sabiamente por los músicos mediante una ejecución plena de brillantez, virtuosismo y buen gusto. Disfrutable de principio a fin e infinitamente superior a la versión original.

 

El concierto sigue con una extensa relectura de Untitled, tema cuya interpretación original a cargo de Tim Berne’s Big Satan formara parte del álbum Livein Cognito de 2008. Una pieza que debido a sus disonancias, deliberada elusión de la melodía, yuxtaposiciones rítmicas e interpretación sin concesiones, se ubica en el umbral donde las formas tradicionales empiezan a diluirse. En el marco de una exposición tan abstrusa como atrapante, sobresalen un notable interludio en solo piano a cargo de Matt Mitchell y sendos duelos entre la batería de Ches Smith y el clarinete de Oscar Noriega y entre este último y el saxo alto de Tim Berne.

A pesar de que esta propuesta no es apta para todo público, todos deberían animarse a intentar el ejercicio de afrontar su experiencia auditiva. No obstante, debo sincerarme y confesar que no convocaría a Tim Berne’s Snakeoil para animar la fiesta de casamiento de mi hermana. Hay múltiples motivos para no hacerlo, pero uno de los principales –y tal vez el más convincente- es que no tengo hermana.

El cierre del concierto será con el inédito The Closer, composición que integra el repertorio del ensamble extendido Tim Berne’s Adobe Probe – proyecto que aún no ha hecho su debut discográfico y que además de su líder incluye a Chris Speed, Marc Ducret, Matt Mitchell, Shane Endsley, Michael Formanek y Dan Weiss-. En los extensísimos cincuenta minutos que dura esta pieza ocurre de todo: pasajes asociados al free-jazz más extremo, un alambicado acercamiento al blues, notables referencias a la música clásica que parecen establecer un puente entre la tonalidad del romanticismo tardío y la atonalidad expresionista, sofisticadas intrusiones percusivas que exudan una sensibilidad próxima a la meditación Zen y ascéticas construcciones melódicas con ausencia de clímax intercaladas por arrestos solistas de carácter épico… Demasiada información para un lugar tan pequeño y no me refiero al Blue Whale sino al cerebro.

 

Los miembros de Tim Berne’s Snake Oil regresan a escena (en realidad nunca se fueron) para ofrecer un bis de (otros) cincuenta minutos de duración sobre el que debe haber mucho para decir pero la verdad es que a estas alturas de la soirée sólo atiné a anotar en mi libreta –y con letra de subnormal- su título: Sketches of Pain.

 

El encriptado mensaje musical enunciado por Tim Berne, en las tres horas que duró el concierto, quizás no haya podido ser descifrado en su totalidad. Sin embargo, su entrega alcanzó para dejar en claro que este “aceite de serpiente” no es producto de charlatanes o embaucadores y que todo lo ofertado está exento de fraudes y engaños.

 

Sergio Piccirilli

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