Reportaje a Myra Melford
El mundo cambió mucho después del 9/11. ¿Cómo impactó en vos tanto en lo artístico como en lo musical?
Pienso que eso sirvió para afirmar mi intención de seguir creciendo para ofrecer música que contribuya positivamente en algo a este mundo. Ése es el lugar en el que debo ubicarme y establecerme. Pensar en eso (refiriéndose al 9/11) puede distraerme de mis propios objetivos; esto último no se refiere a atender mi ego sino a conservar la capacidad de responder a lo ocurrido ofreciendo algo que sea positivo.
¿Qué puede hacer el artista para que el mundo mejore?
Como te decía antes, recordá que la música es como una vibración, olas de sonidos que pueden elevarte y llenar de energía positiva la atmósfera y ésa es nuestra principal contribución. El impacto puede ser tan inmediato que también arrastra y carga un mensaje social y político.
Vayamos a tus inicios. Vos recibiste una formación clásica, ¿no?
Estudié música clásica para piano de los 5 a los 14 años. Entonces me mantuve al margen por mucho tiempo.
¿Y cómo llegaste al jazz?
Cuando fui a la Universidad volví a tocar piano. Primero música clásica y después jazz.
¿Cuándo fue tu debut en un escenario?
Creo que fue durante los años universitarios en el Evergreen State College en Olimpia, Washington. Recuerdo haber tocado en un concierto después de mi primer año como estudiante de jazz y en los comienzos de la etapa en que empecé a componer mi propia música. Eso fue un punto culminante para mí ya que en ese momento me desconecté de mi carrera en ciencias para colocar todo en el desarrollo de mi música.
¿Recordás qué sentías en aquel momento?
Euforia. Y un sentido claro de qué es lo que debía hacer con mi vida.
¿Cuándo decidiste empezar a hacer tu propia música?
Fue en la universidad. Había comenzado con mis lecciones de jazz cuando, a los pocos meses, escuché un concierto de Leroy Jenkins, Amine Claudine Meyers y Pheeroan Aklaff y… ¡se me encendió la lamparita! (risas). No sabía muy bien qué estaba haciendo esa gente pero me inspiró a buscar mi propia música, mi propia voz tanto como pianista como compositora.
¿Tenés un método para componer?
Tengo mi propio método que está basado en ideas que me introdujo Henry Threadgill muchos años atrás cuando estudiaba con él. Desde aquel momento encontré mis propias soluciones a varios problemas y además fui recolectando mucho de la experiencia asimilada por otros compositores en toda clase de géneros.
¿Cuáles son tus temores como artista? ¿Miedo a repetirse, a ser ignorada, a no recibir inspiración…?
Acostumbro a decir que mi problema ha sido convivir con la sensación de que hay muchos grandes músicos y a verme en la obligación de preguntarme cuánto puedo hacer de novedoso o qué tengo para ofrecer; o preguntarme si con todas mis limitaciones estoy realmente haciendo una contribución valiosa. Ésa es mi pregunta en este momento de mi vida. Es muy conmocionante, pero estoy haciendo gradualmente las paces con eso.
Seguramente alguna vez te han dicho “con ese talento podés ganar mucho dinero”. ¿Nunca estuviste tentada en hacerlo?
Aún estoy tratando de hacer algo de dinero. Pero la verdad es que no traté de hacer dinero primero. Traté de hacer música y recién entonces buscar los medios que me permitieran hacer dinero.