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John McLaughlin: Industrial Zen

For Jaco, New Blues Old Bruise, Wayne’s Way, Just So More So, To Bop or not to Be, Dear Dalai Lama, Señor C.S., Mother Flature

John McLaughlinMúsicos:
John McLaughlin: guitarra eléctrica
Dennis Chambers, Mark Mondesir ,Vinnie Colaiuta, Gary Husband: batería
Matthew Garrison, Hadrien Feraud, Tony Grey: bajo eléctrico
Bill Evans, Ade Rovelli: saxo
Zakir Hussain: tabla
Otmaro Ruiz, Gary Husband: teclados
Shankar Mahedevan: voz
Universal Music France, 2006

Calificación: Más de lo mismo.

Los necios admiran, los sensatos aprueban…
(Alexander Pope).

El análisis musical es una disciplina relativamente reciente y que ha experimentado una gran evolución a partir del siglo XX. O sea que el análisis y la crítica musical están todavía en pañales… (¿será por eso que alguna es descartable o está sucia?).
Anthony Pople afirma que las preguntas iniciales que debe hacerse quien aborda la crítica musical son: ¿qué es esto? ¿Cómo funciona esto? ¿Qué significa esto? ¿Qué es esto para mí?
De esa manera, el crítico abrirá el concepto de la obra musical analizada a dimensiones semánticas, psicológicas y perceptivas; y el objeto del análisis dejará de ser estático para convertirse en algo cambiante y fluido… como las sustancias que se adhieren al pañal, ¿vio?
Dos décadas atrás, Ian Bent -en su obra Analysis– reconocía que la música presenta un problema inherente a la misma naturaleza de su materia ya que no es un objeto tangible y medible. Pero sí resulta posible determinar el sujeto del análisis expresado a través de la representación sonora que proyecta, el espíritu del autor en el momento de la composición y el desarrollo temporal de la experiencia del oyente.
La música debe contemplarse como algo que existe a través de la percepción y, por lo tanto, su significado radica más que en la obra misma, en la manera en que es percibida.
Así como la intención del compositor es llegar a su audiencia, la crítica musical pretende descubrir ese proceso de comunicación. En este último campo, cada vez más se produce un alejamiento de la rigidez del estructuralismo para dar paso al concepto del análisis musical partiendo de la historia particular del crítico. De esa manera, se ofrece un contexto emocional de mayor credibilidad y un punto de referencia concreto que estimula la propia interpretación en lugar de otorgarle valor catedrático a la crítica musical. Lo mencionado tiene un indudable valor teórico, pero pasemos a la práctica…
Como expresara Kabli “la práctica es la prostitución de la teoría”. Ese traspaso puede resultar muy divertido.
Usted debe estar pensando que pretendo brindar pautas claras para analizar este disco…¡Na’ que ver!
En todo caso estoy dejando la puerta abierta a la posibilidad para desarrollar la subjetividad más bestial que se pueda concebir.
Industrial Zen es el nuevo disco de quien ocupara el trono reservado a los grandes guitarristas de las ultimas décadas: John McLaughlin.
Cuánta razón tuvo Napoleón al definir trono como: “un taburete de madera forrado en seda”.
Queda claro que el trono en sí mismo no tiene ningún valor, sino por lo que desde esa posición hace quien lo ocupa.
A quemarropa disparo: en Industrial Zen, McLaughlin demuestra que sigue conservando el virtuosismo y la vitalidad que lo distinguieran tres décadas atrás y también que la mayoría de las ideas expresadas en este disco provienen más o menos de… la misma época.
McLaughlin no cambió mucho. El mundo sí.
En realidad, y a los fines de evitar ser tendencioso, podría afirmar que Juan (¡sí… Juan! Nosotros a los John les decimos Juan) en Industrial Zen, sólo toma prestada una idea de los 70’s. Una idea que empezó el 1 de enero de 1970 y terminó el 31 de Diciembre de 1979.
Y si en este trabajo encontramos algo innovador en McLaughlin (y con respecto a sí mismo) es en la forma de trabajar los sonidos.
Un torrente de programas, efectos, loops y samples abundan a lo largo del disco. Pretender adjudicarle a la innovación tecnológica un factor evolutivo en términos creativos, sería como considerar que un cuadro de Picasso, para que “evolucione”, debe ser visto en un televisor de plasma de 150 pulgadas y pantalla plana, o que las películas de Tarkowsky deben ser en 3D y con sonido envolvente o que para disfrutar a Beethoven hoy en día hay que incorporarle un dj.
Industrial Zen es un collage de elementos de la Mahavishnu, la One True Band, el primer Shakti y la más reciente Heart of the Things. Aquí, más que recurrir a las musas se recurrió a los museos.
Vamos al primer tema del álbum… ¡Uy! Me equivoqué… ¡puse un disco de Weather Report! ¿No? No. Es For Jaco (dedicado a Jaco Pastorius), de allí la confusión. En su solo, McLaughlin recicla el sonido de la epoca de Inner World sobre un tándem percusivo integrado por Mark Mondesir y Gary Husband (el primer baterista con alas de la historia). Ojito con el feroz bajista Hadrien Feraud (¿pegame y llamame Jaco?). Su solo termina con un fraseo de Continuum como para no dejar dudas hacia dónde va la madre del borrego.
Seguimos con New Blues Old Bruise. El tema es sepultado en vida por una maraña de samples y programas diversos. Algo no funciona.
¿Será un problema de hardware o de software?
Saben a que me refiero, ¿no? Hardware es aquello a lo que se puede patear y software es aquello a lo que sólo se puede maldecir.
Si algo faltaba, el tema termina en fade. Aborrezco los temas que terminan en fade… Son como un coito interruptus… La primera vez puede tener su encanto, pero hacerlo a cada rato… estee… pruebe y verá… y en este disco hay varios. La inflamación será inevitable.
Sigue Wayne’s Way. Ahora el homenajeado es Wayne Shorter. El tema sorpresa… raspe y descubra qué hay debajo…
El desarrollo melódico inicial actúa como si fuese un protector de pantalla hasta que alguien mueve el mouse y se arma una carrera de 100 metros llanos entre Dennis Chambers, Zakir Hussain y Juancito.
Si participaba Carl Lewis salía cuarto. Contundente e innecesario.
La intro de Just So More So parece interpretada por The Rippingtons. Cuando mejora parece Yellow Jackets. Lejos, lo más flojo del disco.
Avísenle a Michael Brecker que To Bop or not to Be está dedicado a él. Digo… porque todo sucede tan rápido… ¿Quién los apura?
Aclaro que Dear Dalai Lama no está dedicado al Papa. Con Shankar Mahedevan en voces haciendo del Boxitracio (tere quetetere quete ua ua ua); raspe y debajo aparecerá un contrapunto entre Chambers y McLaughlin a una velocidad tal que cuando el tema termina, el resto de la banda ha envejecido. Con la raspadita, apenas sacamos un: “siga participando”.
Las iniciales de Señor C.S. no refieren al Carlos Saúl de la revolución productiva sino al Carlos Santana de Amor, Devoción y Entrega.
El resultado es igualmene dudoso.
El cierre es con Mother Flature que repite la fórmula de… “lejos lo mas flojo”. Con Mahedevan alternando una letra cantada en ingles y… otra vez, el Boxitracio. Ni Hijitus podrá impedir que el tema termine en…fade.
No estoy enojado; sÓlo estoy haciendo la primer pregunta de la serie recomendada por Pople para un correcto análisis musical: ¿qué es esto?
Y justamente eso es lo que digo… ¿qué es esto?

Resulta monstruosa la manera en que la gente va por ahí criticándote a tus espaldas, por cosas que son absolutamente ciertas.
(Oscar Wilde)

Sergio Piccirilli

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