Por Los Codos

Luis Nacht

¿Vos tenías conciencia de lo que estaba pasando en la Argentina en ese momento?

No… nadie tenía verdadera conciencia.

Tus viejos sí… por algo se exiliaron…

No tanto… porque los que nos íbamos en esa época pensábamos que era por un par de meses hasta que todo se acomodara… y después volvemos. Pensábamos que lo peor que te podía pasar era que te detuvieran, te torturaran un poco y te dejaran preso… creo que, salvo ellos, (por los militares) nadie se imaginaba lo que estaba ocurriendo. La sensación era la de desensillar hasta que aclare; y en definitiva tipos como Onganía o Lanusse terminaron siendo nenes de pecho.

¿Te pegó en algún momento la cuestión del exilio?

Sí… claro… me agarró la nostalgia y ahí empecé a escuchar tango y folclore; yo acá escuchaba otra cosa.

¿Hasta cuándo estuviste en México?

Hasta el ’85. Me volví porque ya había democracia y porque además estaba un poco cansado del tráfico, el ruido… y además tenía ganas de volverme. Tenía mis amigos… y además viste cómo es… si no te dejan entrar a un lugar te dan más ganas.

¿Te encontraste con algo inesperado al regreso?

No… para mí fue como volver a mi casa. Igualmente uno viene con otra cabeza y de pronto te das cuenta de que muchas cosas eran difíciles de cristalizar acá, cosas que en México eran mucho más factibles de realizar. Yo allá estaba en un grupo de música latinoamericana, un estilo que por esa época gozaba de popularidad; entonces viajábamos, ganábamos plata. Y cuando llegué acá me encontré con que pasaron 18 años hasta que la cosa empezó a andar.

Pero vos en México no solamente tocabas música latinoamericana sino que también cantabas…

Bueno… (risas), no era voz líder ni mucho menos… éramos varios cantantes. Compuse varias canciones, una onda trova cubana…

No hay registro de eso…

Hay, hay (sonriendo maliciosamente), es una cosa increíble…

¿Y hoy lo escuchás y qué te pasa?

Me muero de risa, me agarra tentación… es horrible (carcajadas), pero horrible… yo no tenía mucha conciencia. Cuando me di cuenta, me deprimí; dejé de tocar y me dije “tengo que estudiar”. Era todo feo, lo que tocaba, lo que cantaba… indefendible.

Huerque Mapu - CD
¿Y acá viniste con el plan de hacer música latinoamericana?

No… vine con el plan de trabajar de lo que sea y estudiar. Porque no tenía condiciones para vivir de la música a un nivel profesional… igualmente al poco tiempo entré en Huerque Mapu; con ellos sí podía tocar, cantar… pero ahí por lo menos afinaba (risas); lo otro era un bochorno…

BeirachVos te fuiste a estudiar a Estados Unidos en el ‘96

Sí, finales del ’96, estudié un mes más o menos. Tomé unas clases con (el pianista) Richie Beirach y con (el saxofonista) George Coleman. Me sirvió mucho, aunque en ese momento la pasé muy mal…

¿Por qué?

Porque sobre todo Coleman me criticó mucho mi manera de escuchar; no tanto lo que tocaba, pero me hizo de goma con la falta de entrenamiento auditivo. No reconocía nada de lo que tocaban. Coleman tocaba y yo… bien gracias… me acuerdo que me dijo “tenés esperanzas porque reconocés las tónicas” (risas). Pero me sirvió…

George Coleman¿Y hasta el ’97 qué hiciste musicalmente?

Tocaba… con Eduardo Sajco, por ejemplo, con Marcelo Kaplan, gente relacionada más que nada con el folclore contemporáneo. Después lo conocí a Ernesto (Jodos). Igualmente no había mucha gente que tocara jazz, así que el grupo era más bien reducido.

¿Y cómo llega a tu cabeza el hecho de tener un proyecto propio?

En mi caso creo que fue cuando empecé a componer.

¿No se te ocurrió por ejemplo salir a tocar standards?

No… lo hacía pero para estudiar. Incluso hoy no lo haría…

Pero vos grabaste temas de Coltrane…

Sí, pero hay uno o dos y traté de pegarles una vuelta de tuerca.

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