Por Los Codos

Gustavo Bergalli

Se fue justo…

Me fui con la gente pidiendo a gritos por los militares. Y en marzo del ’76 ocurrió el desastre. Yo me fui solo. Y mis padres me pedían por favor que no volviera. Y estuve 4 años sin venir. El primer año la pasé muy mal (se pone serio y acongojado). Me la pasaba tocando, pero estaba muy mal. Después pensé que el mejor homenaje que podía rendirles a mis hijos era recuperarme de todo eso y hacer las cosas bien hasta el momento de reencontrarme con ellos. En Estocolmo empecé a tomar contacto con los músicos de allá. Incluso mis hijos fueron a Suecia y Facundo (Bergalli, también músico) vivió conmigo un tiempo.

O sea que fueron 4 años donde solamente por carta o por teléfono…

Mirá… si yo no me volví loco, fue gracias a la música. La música me salvó la vida; así te lo digo. Por suerte tenía una pasión en mi vida, la música y mi instrumento… y eso me salvó.

Y si invertimos la ecuación, acá, ¿podría haberse desarrollado de la misma manera?

¿En ese momento? No… de ninguna manera. Los músicos, en Suecia (y no estoy hablando del talento, porque acá había muchos y muy talentosos)… después querría hablarte de la discriminación de algunos músicos jóvenes de este país para con la gente de mi generación… pero después… lo que se hacía acá en la Argentina se hacía a pura sangre, tipos como Oscar López Ruiz, Baby López Furst… pero cuando yo tocaba acá, en los boliches, incluso en La Cueva de Pueyrredón, que se llamó La Cueva de Passarotto, después vino La Cueva del Rock con Sandro, Nebbia… pero antes de eso La Cueva era “nuestra” (sonríe). Quiero decir que acá había mucho ambiente, tocábamos en todos lados; y también estaban los músicos profesionales, de orquestas, pero los músicos de jazz éramos nosotros. Estaban las orquestas de las radios, de la televisión, los que hacían jingles… y nosotros estábamos divorciados de todo eso. Que funcionó como un caldo de cultivo maravilloso. Pero los suecos son mucho más técnicos. Acá tocábamos los temas en tres o cuatro tonalidades; y allá me di cuenta de que no tocábamos ni las tonalidades originales ni los comienzos ni los finales. Había otra escuela… Coltrane y Miles iban a cada rato. Yo aprendí mucho más de lo que sabía, estudié profundamente el instrumento. Formé grupos, toqué con mucha gente y no solamente me completé musicalmente sino también como persona. Porque somos muy diferentes. Allá la sociedad es muy organizada y con mucho respeto por el ser humano. No tienen nuestra calidez ni andan a los besos y a los abrazos como nosotros, pero tratan a su país como a su propia casa. Y eso, acá, todavía no se entendió. Y además se me presentaron muchas oportunidades como grabar con Lee Konitz, por ejemplo.

Es decir que lo que acá era un germen allá era una planta (risas)

Pero me tuve que ajustar el cinturón y estudiar mucho. Acá no me llamaban para trabajar. Y allá, misteriosamente, me escucharon y me preguntaron “¿querés grabar mañana?” Al poco tiempo apareció Nelson Riddle con el hijo de Frank Sinatra y con todos los arreglos de Sinatra y me ofreció ser la primera trompeta. Acá… todavía estaría esperando.

De todas las experiencias que ha tenido, ¿alguna lo sacudió particularmente?

Bueno… soy miembro de la Stockholm Jazz Orchestra. Independientemente de que yo estoy ahí y de que sea sueca, es sin dudas una de las mejores orquestas de jazz del mundo. Para un arreglador y compositor como Bob Mintzer o Jim McNeely o Maria Schneider, no completás tu carrera si no hacés algo con la Stockholm. Son unos músicos tremendos y la verdad… la pasamos fenómeno. Y suena espectacular.
Otra cosa es un quinteto, con el que Suecia me mandó como embajador del jazz sueco… a mi propio país. Tocar con Lovano fue muy lindo; también con Palle Danielsson y Bobo Stenson; con Kenny Werner, con Lee Konitz… una jam de unas 4 horas con Michael Brecker y Jack DeJohnette, tocar en la orquesta de Maria Schneider… hay tantas… y otra experiencia inolvidable es el proyecto de tango en big band que te mencioné antes. La primera vez me emocioné muchísimo. Toqué en la India… qué sé yo… tantas cosas…

¿Cuánto tiempo estuvo en Suecia?

Treinta años.

Livia Barbosa¿Y por qué decidió volver?

Bueno… yo estoy en pareja con Livia (Barbosa). Ella y mis dos hijos fueron muy importantes en mi retorno. Nunca dejé de estar en contacto con mis verdaderos amigos. Y ahora ya ves… estoy yendo continuamente para allá, así que… además, si uno hoy por hoy mantiene sus contactos, es mucho más fácil relacionarse que 30 años atrás. Y si de un lugar como Suecia te fuiste bien, las puertas te las dejan abiertas para siempre.

¿Y qué mundo se encontró en la Argentina, musicalmente hablando?

Para mí no fue ninguna novedad, ya que venía al país regularmente. Además tengo a mi querido hijo (Facundo) que tuvo la dicha de ser criado parcialmente en una zona gloriosa del conurbano bonaerense (risas)… bueno, él me tenía al tanto de lo que iba ocurriendo. A ver… la última generación jazzística antes del tock nacional fue la mía. A partir del nacimiento del rock argentino, casi toda la juventud se volcó a eso y creyendo que era la única música existente. Y está bien… y para mí los tipos que hicieron un click después de esos años fueron Armando Alonso y Francisco Rivero; son quienes se dedicaron al jazz en serio y a volcar sus conocimientos musicales de manera profunda. A partir de ahí es que para mí cambia la mentalidad en los músicos de jazz argentinos. Por eso no me encuentro con grandes sorpresas; me encuentro con gente que hace las cosas bien, que estudia, que investiga… eso me encanta. Pero también me encuentro con algo que me parece de una bajeza terrible.

Ahí se viene lo de la discriminación.

El ambiente jazzístico ha empeorado. No musical, sino humanamente. Yo sé que los músicos de mi edad no han sido tipos que hayan favorecido mucho la comunicación a la gente joven. Parte de la culpa probablemente sea de ellos, pero no puedo aceptar de ninguna manera un comportamiento tan bajo de algunos músicos jóvenes. Y como para mí la música es un acto de amor y no separatista… no puedo entender ciertos comportamientos. Y ojo que no pretendo que a todo el mundo le guste todo. Simplemente hablo de respeto. A mí me encanta el dixieland, por ejemplo, aunque ya ni se me pase por la cabeza un proyecto en ese estilo… Pienso que ser racista musical es ser xenofóbico. La música es un acto de amor. Yo entiendo que con la guardia vieja no te puedas poner a tocar Keith Jarrett; pero eso no habilita a la discriminación. Yo tengo varios grupos en distintos estilos y para cada uno hay músicos que comulgan más con cada uno de esos estilos. Hay alguna barritas muy feas acá en la Argentina donde pareciera ser que lo que priorizan es el lugar donde estudiaste. Te hablo de cosas que sé y que me han tocado de cerca.

¿Y por qué cree que ocurre esto?

No sé lo que pasó… parece haber resentimiento. O algunos se creerán los dueños de la verdad… no sé… hay localismo, no hay universalidad.

Pero usted toca con músicos jóvenes…

Por supuesto… pero yo me refiero a ciertos núcleos de músicos que tiran e inyectan esa basura (piensa). Argentina sufre una enajenación geográfica. Estamos muy lejos del resto del mundo aunque ahora las diferencias parecen haberse acotado. Pero se sufren las consecuencias “provincianas”

¿Cómo es eso?

Yo adoro Buenos Aires, Y te puedo asegurar que si en lugar de estar donde está, estuviera en el centro de Europa, estas bajezas no existirían. Yo para cada proyecto llamo a músicos diferentes; y a algunos, eso, les cae mal… y no lo puedo entender. Es hasta lógico que algunos encajen más en un proyecto que otro.

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