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Dream Theater: Systematic Chaos

In the Presence of the Enemies Pt.1, Forsaken, Constant Motion, The Dark Eternal Night, Repentance, Prophets Of War, The Ministry of Lost Souls, In the Presence of Enemies Pt.2


Músicos:
James LaBrie: voz.
John Petrucci: guitarra.
John Myung: bajo.
Mike Portnoy: batería.
Jordan Rudess: teclados.

Roadrunner, 2007

Calificación: Está muy bien.

Se trata del noveno álbum en estudio de esta banda norteamericana de progressive metal; Dream Theater siempre se las ha ingeniado, con mayor o menor suerte, para darle una vuelta de tuerca interesante a sus planteos musicales. También, como casi siempre, las sutilezas son dejadas de lado. Con una técnica envidiable y un gusto a veces cuestionable, los momentos sutiles son breves y dan lugar a una catarata de potencia y vértigo. En esta oportunidad, la vuelta de tuerca pasa por los arreglos y algunas armonías que refieren a un cruce entre el glam y el metal clásico. Esto está potenciado por lo afectadas que suelen ser las interpretaciones vocales de LaBrie que son lo más reiterativo y menos lucido, en este disco y en relación a las últimas entregas de la banda. Podría ocuparse menos de actuar y buscar mejores melodías vocales.
La verdad es que si uno está esperando grandes composiciones en el sentido tradicional, éste no es el disco. Las composiciones se sustentan desde la complejidad técnica y lo vertiginosamente atrapantes que resultan. Lo bueno es que no se quedan a mitad de camino en este sentido, se tocan todo sin ningún tipo de reparos y dominan absolutamente su oficio. Esto no implica de ninguna manera que las composiciones sean malas; sólo que, como sucede con gran parte de las bandas progresivas, el acento está en otro lado, ya sean las letras, los arreglos o el sonido. Poniendo un ejemplo burdo, el tema Owner of a Lonely Heart, de Yes, lo toca en guitarra un niño de seis años. Ahora para que una banda lo haga sonar, es otro tema…

En esta oportunidad roban… digo… se nutren menos de sus influencias. Recordemos que en la entrega anterior del grupo, el tema Octavarium que le da nombre al disco, se pasean por Pink Floyd, Genesis y Yes, entre otros. Igualmente, la influencia de Rush no pasa inadvertida en esta oportunidad.

No se trata del mejor álbum de la banda pero es realmente bueno; lo que sucede es que desde Scenes From a Memory, sus composiciones se han vuelto menos reconocibles que las de sus primeros discos, en los que cada tema tenía una identidad propia más marcada. Lo que se distingue en este caso es una constante en la búsqueda de un sonido muy potente pero romántico, como alguna vez lo hiciera Rainbow en la época de Dio. Tiene también toques del excelente EP de la banda, Change of Seasons.

Comienzan con dos minutos para partir cabezas, de pura adrenalina, para pasar a uno de los motivos principales del tema In the Presence of the Enemies Pt.1. Una melodía extrañamente romántica aunque, como no podía ser de otra manera, potente. Están dispuestos a mostrar que son capaces de matices, vuelven al tema de la intro pero para que La Brie haga su trabajo. El trabajo de Rudess con Petrucci (al unísono) es imponente. Gran parte del tema es en 6, lo cual le da un aire épico que va de la mano del romanticismo clásico o del metal clásico, como quieran.

Foresaken es más directo y rockero pero delicado al mismo tiempo. Lo delicado es la armonía del tema y los arreglos, todo pasado por 1010100000101010 watts de potencia. Equilibrio delicado, ¿no? Power chords y cuerdas.

A la carga barraca con Constant Motion. Otro característico unísono a alta velocidad, para dar lugar al trash, Metallica style, pero sin sonar como un motor descompuesto. De todas maneras, con las partes de este tema se pueden hacer un par de discos enteros de bandas metálicas. Toques de Pantera, un poco de modo frigio y demostraciones de que casi no quedan imposibles. Ya lo he dicho, no quiero estar en el mismo recinto que esta banda cuando ensaya, prefiero una acería sin protección auditiva.

Dark Eternal Light, oscuro… complejo, desafiante, atrapante. Letras semi sci-fi, comic lúgubre. Spawn nos acecha, a puro metal progresivo. El puente es nuevamente para romper cabezas, es un despropósito a pura adrenalina.

En Repentance  momentáneamente sacan el pie del acelerador para un tema con aires crimsonianos; una balada triste, melancólica, perfectamente escrita. A LaBrie estos temas le van como anillo al dedo. Un excelente solo de Petrucci con las manos atadas, un sonido fantástico y mucho lirismo. Hasta con sonido a mellotron y todo, el tema se pierde en una larga coda que va in crescendo. Lo mejor del disco.

The Prophets of War comienza con otro sonido conocido, una secuencia del famoso Moduar Moog; sí señores, Jordan Rudess usa esa pared de sintetizador que parece sacada de una película clase B del espacio, mezcla de teclado y vieja central telefónica. Este tipo de sonidos son el disparador de este tema, mezcla de una versión moderna del Fantasma de la Ópera con Queen y Queensrÿche. Grandilocuente, excesivo, pero, sin embargo, es el tema más atípico del disco y no desentona.

El arreglo del comienzo de Ministry of Lost Souls no me gusta ni un poco; la orquestación de teclados y el sonido de la guitarra no parecen estar bien escritos. El tema comienza como una balada mitad Pink Floyd con Kansas y Scenes From a Memory. Bien resuelta, no llega al nivel de Repentance. El tema va ganando potencia y oscureciéndose de a poco. Modo frigio nuevamente de por medio, luego se desata para otra aventura instrumental; el aire a Floyd se disipa y toda la potencia del metal progresivo y la garra aparecen sin dejar de lado la armonía del tema para, volviendo al comienzo, hacer un círculo completo.

In the Presence of Enemies Pt.2 cierra el disco como abre, a todo trapo. Aunque como buena segunda parte que cierra un disco debe comenzar de manera opuesta a la primera. Así sucede; piano y voz con alguna guitarra de fondo. Todo para ir desgranando los temas de la parte 1 re-arreglados y de a poco ir ganando potencia. Dieciséis minutos con toda la carne en el asador, achuras y todo. Vegetarianos abstenerse.

Letras sobre obsesiones, compulsiones, conflictos internos, épicas batallas cotidianas entre el bien y el mal, la muerte, la vida después de la muerte,  todo con un tono cinematográfico, teatral y en muchos casos de comic; de eso tratan las letras que complementan perfectamente el tenor musical de esta entrega. Se podría pensar que ya están grandes para estas estupideces, bueno… es lo que hay y esa juventud cuasi inmadura es lo que permite a Dream Theater seguir vigente y sin olor rancio.

También están presentes conocidos colaboradores de Rush, desde el ingeniero de sonido hasta el diseñador gráfico. Esto indica una producción muy cuidada y detallista, desde el sonido hasta la producción integral del disco. Otra muy buena entrega de DT.

Federico Larroca

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