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Kneebody: Low Electrical Worker

Poton, Blue Yellow White, Dr. Beauchef Penguin Dentist, Flood on 12th Street, Roll, Notwithstanding, Of Course, Finlayson, Cupcake Baby, Looking Back, Mahalia, Mr. Darcy, The Politician


Músicos:
Adam Benjamin: piano eléctrico y acústico, clavinet, sintetizadores
Shane Endsley: trompeta, efectos
Kaveh Rastegar: bajo eléctrico
Ben Wendel: saxo tenor, melódica, efectos
Nate Wood:  batería

Colortone Media, 2007

Calificación: Dame dos

La imaginación no es más que el aprovechamiento de lo que se tiene en la memoria (Pierre Bonnard)

No siempre las cosas son lo que parecen. No siempre una buena síntesis expresa un conjunto de cosas y, mucho menos, las explica.
Imaginemos a una niña acariciando a un gato. Nos acercamos sigilosamente y le preguntamos:
– ¿Araña?
– No, gato.
Una reducción extrema a veces nos conduce a un punto casi irracional que nos regresa al lugar en donde estábamos originalmente.
Cuando escuché hablar de Kneebody por primera vez, interrogué a mi circunstancial interlocutor de la siguiente manera:
¿Qué música hacen? 
Fusión, me respondieron.
En aquel momento vinieron a mi mente Miles Davis en Bitches Brew, Chick Corea con Return to Forever, John McLaughlin con Mahavishnu Orchestra, Joe Zawinul con Weather Report, Larry Coryell con Eleventh House, Tony Williams con Lifetime y, a partir de eso, el resto. Seguramente en ese instante pensé “ya todo lo escuché, ya todo lo sé”; y seguí mi camino.
Error.
En el caso de Kneebody, la respuesta (aunque correcta) no era lo suficientemente abarcativa en términos de descripción.
Aunque también es cierto que la precariedad de mi pregunta, de alguna forma, indujo a eso. Sigamos dando rienda suelta a la imaginación…
En un tren el guarda está pidiendo pasajes. Un pasajero comienza a buscar frenéticamente su boleto. En su desesperación revisa sus bolsillos, el portaequipajes, el portafolio, pero no lo encuentra. El guarda sonríe, lo observa unos momentos, hasta que decide apiadarse del pasajero. Le saca el pasaje de la boca (en donde había estado todo el tiempo) y sigue su camino. Si hubiésemos sido testigos de lo sucedido, podríamos concluir en que el pasajero era un tonto.
¿Cuántas veces nos ha tocado vivir una situación similar o al menos comparable? ¿Cuántas veces en la vida actuamos como el guarda y seguimos nuestro camino?
Tal vez si regresáramos y revisamos la situación con detenimiento, hallaríamos una versión diferente de los hechos. Basta como ejemplo señalar que el joven del relato sólo tenía un pasaje usado y lo estaba masticando para que el guarda no se diera cuenta. ¿Quién era el tonto?
Vuelta al punto inicial. Kneebody es una banda de fusión.
¿Seguimos nuestro camino o profundizamos?

Disculpe todo esta perorata pero, en los últimos tiempos, he desarrollado una irreductible voracidad analítica y una irrefrenable voluntad por conocer los principios fundacionales de las cosas y por establecer analogías de manera compulsiva. Y esto empezó cuando cambié el tradicional desayuno de café con leche y tostadas con mermelada por otro con vodka, gin y aguardiente. Lo concreto es que ahora siempre veo las cosas de dos maneras o, para ser más preciso, veo todo doble.
Kneebody representa un estado posmoderno de la música de fusión. Combina sofisticación instrumental con virtuosas improvisaciones.
En su núcleo conceptual no hay limites para las influencias. De Duke Ellington a Jimi Hendrix. De Steve Reich a Aphex Twin.
Elementos que resultan familiares pero que no configuran un impedimento para construir un discurso cohesivo y original.
Kneebody es una densa amalgama de géneros y estilos con una voz unificada y singular. Un trato implícito con el M-Base funk, el post rock futurista, la introspección camarística y un pop agridulce.
Encontrar una banda nueva integrada por jóvenes compositores y eximios ejecutantes, siempre resulta inspirador.
Sin ir más lejos, a mí me alienta e impulsa a aprender, a mejorar, a aumentar los conocimientos…
Definitivo: el día que encuentre en dónde se estudia para ser joven, me inscribo.

El tecladista Adam Benjamim es un respetado compositor, educador e improvisador que obtuvo un amplio reconocimiento al integrarse a la Dave Douglas Keystone Band. El trompetista Shane Endsley es graduado del Eastman School. En su corta pero prolífica trayectoria, ha tocado con John Hollenbeck, Ani Di Franco, Slavic Soul Party, David Binney, Steve Coleman, Tim Berne y Ralph Alessi. El baterista Nate Wood es miembro del grupo de pop rock The Calling. El bajista Kaveh Rastegar también es egresado del Eastman School y forma parte del trío Thruster junto a Timothy Young y Matt Chamberlain, además de colaborar con músicos de la talla de Nels Cline, Carla Bozulich y Wayne Horvitz. El saxofonista Ben Wendel ha tocado con Dave Holland, la Todd Sickafoose’s Blood Orange, Nels Cline y Myra Melford, entre otros. ¿Hace falta más?

Low Electrical Worker abre con Poton. Allí el piano, el bajo y la batería brindan un poderoso sostén rítmico para que el saxo y la trompeta construyan delicadas texturas de contraste, desplegando un discurso de extraña precisión y despiadada métrica que establece un perverso juego de seducción con laberínticas y controladas disonancias.
Los arreglos en Blue Yellow White construyen armonías polifónicas y ritmos en contrapunto, fijando, lo que parece ser la columna vertebral de la estética de Kneebody.
En el adictivo Dr. Beauchef Penguin Dentist, un delicioso groove viste el esqueleto armónico con ropajes de hit single.
Flood on 12th Street es un bloque sonoro exploratorio de trazos breves, distantes y envolventes. Una atmósfera retro caracterizada por el sonido del piano Fendher Rhodes distorsionado, en la que los solos neutralizan la tendencia, tan común en la música de fusión, a enfatizar el virtuosismo técnico y la vorágine de notas por sobre el factor compositivo.
Roll nos permite distinguir claras referencias al minimalismo. En Notwithstanding se aproximan con autoridad al rock y Of Course es lo más cercano al pop que hallaremos en Low Electrical Worker.

En el espacioso Finlayson, la base es una usina generadora de interacción polirrítmica, mientras el piano, la trompeta y el saxo acentúan y condimentan el núcleo estructural. El breve trayecto de Cupcake Baby va del jazz a la música electrónica. En cambio, el intenso contratiempo de Looking Back es un combate a muerte con un metrónomo (risita al final incluida). En el dibujo melódico de Mahalia, la trompeta y el saxo se disputan el pincel. Finalmente cada uno agarra el propio y que gane el mejor. Un climático vals-fusión, deliberadamente inconcluso.
Mr. Darcy es una pieza angular, oblicua y de económico vocabulario.
Y el cierre, con The Politician, ofrece un encuadre desprovisto de ornamentación, simple y vacío (como la mayoría de los políticos).
Kneebody incorpora y asimila, con un manifiesto equilibrio, la agresividad del rock, melodías de un pop barroco, las virtuosas improvisaciones que caracterizan al jazz e inteligentes estructuras compositivas.
En síntesis: hacen fusión pero con una explícita vocación innovadora, más interesada en formular preguntas que en obtener respuestas.

De vez en cuando es saludable poner un signo de interrogación en aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras (Bertrand Russell)

 

Sergio Piccirilli

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