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Scott Amendola/Ben Goldberg/Devin Hoff: Plays Monk

Skyppy, Boo Boo’s Birthday, Work, Reflections, Little Rootie Tootie, Green Chimneys, Shuffle Boil, Four In One, Eronel, Teo

Músicos:
Scott Amendola: batería
Ben Goldberg: clarinete
Devin Hoff: contrabajo

Long Song Records, 2007

Calificación: Dame dos

Sólo aquél que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado.
(Friedrich Nietszche)

Plays Monk es una banda integrada por Scott Amendola, Ben Goldberg y Devin Hoff que rinde homenaje a uno de los compositores más importantes de la historia del jazz: Thelonious Monk.
Las vibrantes composiciones de Monk, además de inolvidables, tienen una proyección pedagógica y ejemplificadora. La totalidad de su obra es una profunda reflexión sobre los fundamentos de melodía, armonía y ritmo.
Muchas de sus canciones están instaladas en el inconsciente colectivo y pueden ubicarse con comodidad en el pináculo de la música del último siglo. Sin embargo, intentar aproximarse a ellas ofrece varios desafíos.
Todo artista concibe las imágenes fundantes de una obra a través de su sensibilidad y la elabora con referencia a objetos, situaciones y circunstancias concretas. Ese ejercicio de complemento entre realidad e imaginación permite transformar la idea original hasta darle forma y sentido creativo definitivo.
En Monk, al igual que en todos los grandes compositores de la historia, subyace un intento por comunicar un mensaje social, artístico y cultural. Pero aun cuando su obra tenga suficiente sustancia para expresar valores inalterables y universales, sus raíces pertenecen a un tiempo y lugar determinados, que resultan casi imposible reconstruir.
En los últimos años han proliferado álbumes que intentan o pretenden, y pocas veces logran, venerar a los grandes compositores ya fallecidos.
A veces surgen de un sentimiento sincero. Muy pocas veces… casi nunca.
Sin dejarnos ganar por el pesimismo, a la luz de los resultados podemos agrupar esas experiencias en tres segmentos principales: los discos tributo que agregan muy poco al original, los que no dicen nada y los que… ni fu ni fa. Claro que hay excepciones (¿dónde?).
Entonces, ¿por qué tres músicos como Amendola, Goldberg y Hoff, que son animadores de la escena de la nueva música creativa, se refugiarían en las mansas aguas de un homenaje?
¡Buena pregunta!

Convengamos que en su intento no tratan solamente de ensalzar la obra y figura de un músico fallecido. Ya conocemos la malsana moda de santificar a los difuntos con supuestos tributos que no sobrepasan los límites de la vulgaridad. Hoy en día es tan lamentable como habitual encontrar músicos recorriendo morgues y removiendo lápidas en búsqueda de inspiración. Otros, en cambio, van más allá. Basta que un músico famoso empiece a estornudar seguido, tenga palpitaciones o sufra un eventual desmayo, para que algunos salgan disparados hacia el estudio de grabación más cercano.
Es cierto que muchos rememoran respetuosamente el legado cultural del difunto. Y lo hacen con tanto respeto que parecen atenerse al ancestral rito funerario del embalsamamiento. Para ello sólo basta un productor inescrupuloso, paciencia, un cadáver (como mínimo), sus partituras y papel de calcar. ¿Le parece macabro lo que digo? Escuche algunos de esos discos, compare y después me cuenta.
Sin lugar a dudas, en todo este perverso desarrollo han contribuido y mucho algunos sellos discográficos. Una vez obtenida la copia del certificado de defunción del músico consagrado aparecen, por arte de magia, discos en honor a, material remasterizado de, conciertos jamás editados por, etc. La avalancha es tal, que uno llega a pensar que la etapa más prolífica de esos músicos fue después de su muerte.
Pero entonces… ¿no existe una forma sincera de rendir un homenaje?
Platón decía que la búsqueda insaciable del conocimiento que caracteriza al filósofo proviene de la admiración. Ese sentimiento es el que motiva la necesidad de llegar al porqué de las cosas. El juego de seducción entre conocimiento y admiración le permite al hombre llegar a la verdad.
Sólo un tonto buscaría la verdad sabiendo que ésta no existe.
Amendola, Goldberg y Hoff tocan Monk para mostrar la incidencia que tuvo en sus respectivas carreras; pero como no son tontos, lo hacen como si trataran de buscar la verdadera esencia, el núcleo y las razones primarias que los llevaron a dedicarse con pasión a la música.
Sólo falta saber si el resultado es consecuente con esa noble intención.

La apertura de Plays Monk es con una divertida y fresca visión de Skyppy, tema de fines de los cuarenta asociado a la era Blue Note. Desde el vamos, el trío ofrece una interesante lectura sobre una obra compuesta especialmente para que el piano ocupe el centro de la escena. Aquí el clarinete asume el protagonismo aunando complejidad técnica y natural expresividad. La solidez del tandem rítmico que constituyen Amendola y Hoff no se manifiesta como un simple acompañamiento para Goldberg, sino que adquieren un rol jerárquico en la construcción y diseño sonoro.
Boo Boo’s Birthday, del álbum Underground de 1967, es un tema poco habitual del repertorio de Monk. La versión del trío fija un diseño en bloques superpuestos. Sobre la intro en escobillas, se agrega un seguro fraseo del contrabajo que transmuta lentamente hacia el solo. Sin perder el pulso de la secuencia armónica, ingresa con autoridad el clarinete hasta concentrar per se el discurso melódico principal.
La versión de Work es una reformulación extrema del tema incluido en el álbum de 1953 Thelonious Monk & Sonny Rollins. El catedrático solo en 4/4 de Goldberg establece una perspectiva angular con respecto al original, pero sin alterar su esencia.

Reflections, tema que formara parte de Alone in San Francisco de 1953 y Monk’s Blues de 1968, es abordado con suavidad, pasión y claridad. Una versión “cantable” conducida por el clarinete de Goldberg que va directo al corazón de la balada de Monk. Y todo potenciado con el exquisito aporte de Hoff en contrabajo y un Amendola que parece estar pintando al óleo sobre los parches.
En la versión de Little Rootie Tootie del álbum At Town Hall de 1959, resuelven con simpleza el desafío de reducir al formato de trío una obra concebida para orquesta. El anclaje melódico lo fija el clarinete mientras una base a contratiempo establece una figura de contraste.
En Green Chimneys, incluida en los discos Straight no Chaser de 1966 y Underground de 1967, desarrollan un sutil ejercicio de recreación con delicados trazos más próximos a la sugerencia que al discurso explícito. Con Goldberg aprovechando al máximo la versatilidad, la riqueza en matices y las posibilidades expresivas del clarinete.
La versión de Shuffle Boil de It’s Monk’s Time es una aproximación no lineal al swing filtrada por subliminales motivos de música klezmer.
En el clásico Four In One, de Big Band and Quartet de 1963, la intensidad de la secuencia rítmica impulsa un veloz fraseo de clarinete que remata con un intenso e impecable solo de Amendola.
El enunciado melódico de Eronel (del álbum Criss Cross de 1962) a cargo de Goldberg es reiteradamente interceptado por el contrabajo para luego desvanecerse en un delicado pasaje en escobillas.
El cierre es a todo swing con Teo del álbum Monk de 1964.

La obra de Monk tiene un carácter anticipatorio, ya que sobrevivió no sólo para expresar los valores sociales de su época y la naturaleza cultural de su tiempo, sino para permitir que las generaciones posteriores asimilaran valores considerados esenciales.
Plays Monk los contiene y expresa con conocimiento de causa.

No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho (Aristóteles)

Sergio Piccirilli

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