El Ojo Tuerto

Billy Cobham: Esperando a William

Teatro Gran Rex – Buenos Aires
Miércoles 15 de abril de 2009 – 21:30 hs.

Podríamos empezar hablando de la República de Panamá, un país de América Central que se ubica entre Costa Rica y Colombia, el Mar Caribe y el Océano Pacífico. Que su superficie es de 78.200 kilómetros cuadrados incluyendo las aguas territoriales. Que su población es inferior a los 4.000.000 de habitantes. Que tiene un clima tropical; que posee abundante vegetación constituida mayormente por bosques tropicales y sabanas (sin acento, que quede claro). Que su fauna es variada, que entre las especies de mamíferos endémicos (pertenecientes exclusivamente a la región), encontramos al mono aullador de Coiba, el ñeque de Coiba y el perezoso pigmeo de la Isla Escudo de Veraguas. O, si lo prefieren: Alouatta coibensis, Dasyprocta coibae y Bradpyus pygmaeus (sorprendente manejo del inglés, ¿verdad?).
Su moneda oficial es el Balboa que, casi como Rocky, equivale al dólar estadounidense. La tasa de escolaridad es del 91%, con un máximo de 95,1% en la provincia de Colón. Prevalecen el idioma español y la población mestiza. Y por supuesto que debemos hacer referencia al Canal de Panamá, que nada tiene que ver con ATC o Telefe (y mucho menos con CN5 o TyC Sports). Fue construido por los Estados Unidos entre 1904 y 1914. Hasta 1979 fue controlado por el GPN (Gran País del Norte). Esto se modificó el mediodía del 31 de diciembre de 1999.

Pero también podríamos haber comenzado refiriéndonos al jazz rock o jazz fusion. Sus inicios podemos remitirlos a finales de la década del '60. Y un tal Miles Davis tuvo bastante que ver con esto, fundamentalmente si citamos Bitches Brew, de 1969, de donde han salido una gran cantidad de músicos que luego serían referentes del estilo. Con el tiempo, la palabra "fusión" pasó a gozar del mismo desprestigio que el mote "rock sinfónico". Y fíjese usted lo que son las cosas… no solamente son estilos contemporáneos sino que, al menos a la distancia, parece haber existido una retroalimentación entre ambos. Como todo género (o subgénero) musical, ha tenido exponentes de toda índole. Algunos han evolucionado hacia otras búsquedas, otros han incorporado diferentes elementos renovando la(s) propuesta(s), pero la gran mayoría ha pecado de sedentarismo y de lo que podríamos denominar "repeticionitis egolatrorum permanentis".

Otra posibilidad es la de habernos referido desde el inicio a un tal William Cobham Jr., más conocido en el ambiente artístico como el baterista Billy Cobham, nacido el 16 de mayo de 1944.
¿Y saben por qué? Pues porque Billy Cobham es panameño y uno de los referentes ineludibles del jazz rock de los años setenta. Comenzó a tocar profesionalmente a los 18 años y desde ahí agarraos que la cabalgata no se detuvo. Algunos nombres: Miles Davis, George Benson, Gil Evans, Grover Washington, Randy Brecker, Michael Brecker, Quincy Jones, Kenny Burrell, Horace Silver, John Scofield, Larry Coryell, Freddie Hubbard, Stanley Clarke, Larry Carlton, George Duke, Roberta Flack, Peter Gabriel… y fue miembro fundador de la notable Mahavishnu Orchestra de un tal John McLaughlin.
En 1973 editó su primer álbum como solista, Spectrum, que lo ubicó en un sitio de privilegio. El disco, extraordinario, pareció ser durante muchos años fuente de inspiración obligada para cualquiera que tuviera la mínima intención de sentarse detrás de unos parches. Necesario es aclarar que nuca después logró plasmar en una grabación la excelencia de su debut.
La vida siguió.
Siguió colaborando con infinidad de colegas y también incursionó en el rock y la world music.
Y con sus 65 años, se presentó por segunda vez en Buenos Aires; esta vez, con la excusa de presentar su último trabajo: Fruit from the Loom.

A las 21:35 hs. dio inicio la presentación del Mariano Loiácono Quinteto. Ramiro Flores, solo con su soprano, va creando el clima sobre el que se van sumando los demás integrantes: Oscar Giunta en batería, Pablo Motta en contrabajo, Hernán Jacinto en teclados y Mariano Loiácono en trompeta y flugelhorn. Una intro espacial, casi camarística, sostenida por un buen trabajo de Giunta en escobillas, marca el inicio de A Song to Wake You Up (Ju-Ju). El Rhodes se funde con el contrabajo con arco; Loiácono, en flugelhorn, se encarga de que los platitos sigan girando en armonía. El baterista amenaza con acelerar sin que la melodía lo sufra. Por el contrario. Sin sorpresas y apaciblemente, el final.
El segundo de los tres temas interpretados por el quinteto es el que abre I Knew It, el álbum debut del trompetista. Nos referimos a Let Down!; Loiácono recurre a la trompeta para un par de notas iniciales y luego se llama a silencio. El contrabajo preanuncia un groove demoledor. Giunta, impecable. Rodrigo Flores aporta un solo ubicuo. Interesante pasaje en dúo (batería -flugelhorn) que desemboca en un straight ahead con Loiácono exigiendo a su instrumento, que responde de perlas. Solo exquisito y contundente. Giunta sigue haciendo todo bien y contagia a los demás. Un muy buen Jacinto en las teclas y un espléndido momento del baterista hacen el resto.

El último de los temas es Some MILES Away, dedicado imaginen a quién. Intro en trío y sin caños. Ahora sí, Loiácono saca su trompeta y la usa. Flores recurre al soprano para un momento soul, casi pop. Giunta lidera cual buen cuevero poniendo cara de "soul power". El saxofonista transpira de lo lindo, Loiácono se pasea mirando incrédulo (así parece) a sus compañeros. Un pseudo caos desemboca en el baterista golpeando tambores con sus manos, para luego explotar. El trompetista brinda un solo milesiano con algunos acordes de So What que atacan por la espalda y su instrumento asordinado que nos llevó a los 50's. Jacinto regala otro gran pasaje, pero Motta y Giunta han decidido que la pirotecnia se haga presente otra vez. Un interesante diálogo entre Loiácono y Flores desembocan en el final.
El quinteto de Mariano Loiácono ha cambiado, fundamentalmente por la presencia de Hernán Jacinto en teclados (reemplazando al guitarrista Miguel Tarzia) y Pablo Motta en contrabajo (por el bajo eléctrico de Mariano Otero). Parece que estamos en proceso de cambios y buscando nuevas propuestas sonoras. Cosa seria el trompetista…

A las 22:30 hs., con una predisposición inmejorable atribuible al número de apertura, a la ubicación asignada por la organización, y con el telón sin descorrer, suena una base potente, setentista, furiosa, donde asoma un indisimulable aire latino. El comienzo de Mirage es en trío: Billy Cobham en batería, Marco Lobo en percusión y Fifi Chayeb en bajo eléctrico. Vamos bien hasta la insulsa aparición del tecladista Cristophe Cravero y del guitarrista Jean-Marie Ecay. Llega el primer solo del líder y un dueto con Marco Lobo quien parece dar la categoría. El vigor, la energía y el jazz-rock modelo '80 continúa en Obliquily Speaking. A Cobham da gusto verlo tocar, de verdad; y hace lo imposible para que nuestra atención haga foco en él. Pero Cravero sigue eligiendo mal los sonidos y EcayEcay… Aquí sí que parece que tenemos un problema. Serio. En medio del bombardeo percusivo, Cobham entra a destiempo; pero lo arregla de una manera tal que, si no fuera por la risa cómplice en tren "le pifié", ni lo hubiésemos notado. Moon Germs, viejo tema incluido originalmente en Total Eclipse, está aggiornado y que parece un tema nuevo… pero viejo, ¿me explico? De nuevo: monolítica base, precisión acostumbrada, placer visual a la panameña, pero hace su aparición Caniggia, perdón… el guitarrista Jean-Marie Ecay, a quien la capa de súper-héroe le queda mal.

En AC/DC llegamos a la conclusión de que, con otro baterista, estaríamos en presencia de un concierto lamentable. El bajista Fifi Chayeb realiza el primero de sus tres solos de la noche. Haciendo base, responde bien. A la hora de los solos, debemos reconocer cierta homogeneidad en sus entregas. Es más: cierta similitud. Digámoslo de una vez: los tres solos fueron iguales en inicio, desarrollo y final.
A continuación, Caniggia que intenta desbordar pero se lleva puestos los carteles de publicidad. No me estoy sintiendo bien. Lo quiero mucho al panameño, pero mucho de verdad, como para disimular algunas cuitas, callar imperfecciones y en determinados momentos hacerme el distraído. Pero no es fácil…
Tal es así que optaré por llamarme a silencio (o su equivalente en la escritura). Ustedes sigan en lo suyo que ante cualquier eventualidad, les aviso.

En Florianopolis, Cravero recurre al violín eléctrico; tiene más suerte (nosotros también) que con los teclados. En un momento estuve por gritar "¡achicoria!"; me contuve. Billy Cobham toca con dos palillos en cada mano.
Faia, al igual que el tema anterior, pertenece al nuevo álbum y es dedicado al manager. Sospecho que las relaciones no deben estar pasando por su mejor momento. Otra pieza enrolada en el estilo "cursi ballad".
Torpedo Flo, ajá.
Crosswinds fue de lo más rescatable hasta el momento, con la gente haciendo palmas y con Caniggia metiendo, incluso, un par de buenas notas. Segundo solo de bajo que ya comentamos antes.
Clitter Clatter, también de Fruit From the Loom, es una floja y obvia composición que trajo el respiro de la intervención en violín de Cravero.
Alfa Waves, del álbum The Traveler, es un tema que originalmente fuera incluido en el álbum The Traveler. Alfa Waves, en The Traveler, del baterista Billy Cobham. Alfa Waves, ladies and gentleman, Alfa Waves

Eggshells Still on my Head brinda, probablemente, lo mejor de la noche: un solo de berimbau del percusionista Marco Lobo; que siguió más que correctamente con las tumbadoras y que fuera inoportunamente eclipsado por la presencia de Cobham en bombo legúero, que jamás se escuchó como debía; desde ese momento, el bueno de Lobo pareció estar más interesado en mostrar todo su arsenal percusivo que otra cosa. Cobham dejó el bombo, reaparecieron los demás integrantes para recordarnos que el tema es decididamente insulso y que de ninguna manera podía ser éste el recuerdo auditivo final.

El bis fue una suerte de medley con diversos pasajes del sensacional álbum Spectrum. Por supuesto que no teníamos a Tommy Bolin ni a Jan Hammer aquí. Tuvimos, a lo largo del concierto, a un interesante percusionista que cumplió más que correctamente con su tarea, un tecladista cuya elección de sonidos no parece ser su fuerte y que ganó adhesiones con sus escasas intervenciones en violín, un bajista rocoso, monolítico y con escasa inventiva y un guitarrista marca Giordano, más preocupado en sus mechas al viento que en su aporte artístico y que, pensamos, hubiese dado varias cosas de valor por ser el guitarrista de Europe.

El líder es un tal Billy Cobham, bautizado William Cobham Jr., a quien queremos y le agradecemos algunos grandes momentos auditivos en el pasado. A sus 64 años muestra un vigor sorprendente, una entereza física envidiable y una variedad de recursos en su instrumento que apabullan. Técnicamente parece dominarlo todo. Y de manera prodigiosa.
Pero me pregunto si en algún momento no se hace algunas preguntas. Porque salvo que la clonación le haya tocado de cerca, cuesta entender que alguien que supo fundar la Mahavishnu Orchestra, que tocó en varios discos fundamentales de músicos únicos y que, entre otras cosas, supo descubrir y sacarle el jugo a ese guitarrista impresionate que fue Tommy Bolin cuando tenía apenas 19 años, se conforme con este presente.
Y con estos músicos.
Y además, a los 64, ¿no está ya grandecito para seguir siendo Billy?

Nota: Se agradce infinitamente el aporte fotográfico de Pablo Mehanna

Marcelo Morales

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