Por Los Codos

Lito Vitale

Haremos el intento; pero desde el inicio aclaramos que será muy difícil, en esta introducción, hacer justicia con la carrera artística del tecladista, compositor, arreglador y (ya resumiendo) productor Héctor Facundo “Lito” Vitale. Que nació en Villa Adelina (provincia de Buenos Aires) en diciembre de 1961 y que al amparo de sus padres, Esther Soto y Rubens “Donvi” Vitale, tuvo una relación ineludible con la música ya desde pequeño.
Pero Lito Vitale además ya era inquieto; así fue que a los once años, como algo natural, tenía su primer grupo; y pocos años más tarde, sería pieza insustituible en ese maravilloso colectivo musical denominado M.I.A. (Músicos Independientes Argentinos), donde se codeaba con Alberto Muñoz, Juan del Barrio, Nono Belvis y Daniel Curto, entre otros. Entre 1976 y 1978 M.I.A. registró tres álbumes y en 1980 aparecería Conciertos, un disco triple grabado en el Teatro Santa María por el ya entonces mítico sonidista Carlos Melero. También en esta época se funda el sello discográfico Ciclo 3, propiedad de la familia Vitale.

Luego de realizar experiencias a dúo con Manolo Juárez y Dino Saluzzi, y de una experiencia compartida con Jorge Cumbo y Lucho González, Vitale conforma Vitale – Baraj – González, acompañado por Bernardo Baraj en saxos y Lucho González en guitarras. El primer álbum (Vitale – Baraj – González, 1985) vendió más de 35.000 copias y el inesperado furor desatado por esta propuesta instrumental, los llevó de los pequeños bares a actuaciones frente a miles de personas. Luego de un segundo disco (también llamado Vitale – Baraj – González, 1986), el trío se disolvió. Se conformó entonces el Lito Vitale Cuarteto, cuya formación inicial estaba compuesta por Manuel Miranda, Marcelo Torres, Cristian Judurcha y, por supuesto, LV. Al primer álbum, El chupetín paleta (1987), le sucedió Ese amigo del alma (1988), que vendió nada menos que 200.000 copias solamente en la Argentina. Se sucedieron La senda infinita, Viento Sur (poema sinfónico que contó con el aporte de la escritora María Elena Walsh), La excusa y La cruz del sur.

Disuelto el grupo (1992), Vitale comenzó un espacio diario televisivo en Canal 13 titulado Ese amigo del alma. Iba al cierre de la transmisión (pasada la medianoche) y por allí desfilaron (entre 1992 y 1995 y luego entre 1998 y 2000) más de 600 invitados, de lo más eclécticos, entre los que podemos citar a Baby López Furst, Alejandro Dolina, Chango Spasiuk, Marcelo Moguilevsky, Inés Estévez, Eladia Blázquez, Los Chalchaleros, Adrián Iaies, Adriana Varela, Diego Capusotto, Attaque 77, Jorge Drexler, Leo Maslíah, León Gieco, etc. El programa fue nominado al Martín Fierro en cinco oportunidades y luego derivó en un ciclo de actuaciones en el Teatro Alvear.

Ya sé… yo le avisé que iba a ser difícil… mientras tanto le cuento que participó de diversos festivales de jazz: Montreaux, Cinecittá, Sevilla, Providencia, etc. Ha compartido escenario y experiencias con Hermeto Pascoal, Pat Metheny, Paquito D’Rivera y un largo etcétera. Ha compuesto música para cine, teatro, ballet, series y programas de televisión. En su álbum La memoria del tiempo interpretó y arregló fragmentos de música clásica, con el aporte de las voces de Mercedes Sosa, Jairo, Juan Carlos Baglietto, Litto Nebbia, etc.
En 1995 conforma Lito Vitale y Los Argentinos. Rearma El Trío con el Mono Izaurralde en lugar de Bernardo Baraj.

Otro momento cumbre en su carrera fue el dúo conformado con el cantante rosarino Juan Carlos Baglietto. Postales del alma (1999) obtuvo el Premio Grammy Latino como Mejor álbum de Tango. Le sucedieron Qué más hacer en esta tierra incendiada sin cantar (2001), con el que obtuviera el Premio Gardel y No olvides…, registro realizado en vivo en distintas localidades argentinas durante octubre y noviembre de 2000.
En 2002 retoma la actividad instrumental con el Lito Vitale Quinteto (Ernesto Snajer, Diego Clemente, Guido Martínez, Pipi Piazzolla y LV), grabando en 2003 Lito Vitale Quinteto. Con cambios en la formación (Martín González, Juan Pablo Rufino, Pablo Carrión, Juan Belvis y LV), en 2005 editaría  el CD y DVD Vivo en Argentina.

En 2006 lleva a cabo el poyecto Escúchame entre el ruido, reflejado en dos álbumes en los que se homenajea al rock argentino al cumplirse el 40º aniversario de su inicio. En él participaron grandes músicos  del rock argento interpretando obras de otros compositores. También compuso la obra Adiós Hermano Cruel que, al igual que Kuarahy (1991), Alas del sur (1995), Ángel eterno (1997) y El hombre de la corbata roja (2004), fuera bailado por Julio Bocca.

Su carrera solista, inicada en 1981 con Sobre miedos, creencias y supersticiones, cuenta con más de 20 álbumes. A esto hay que sumarle los discos grabados en dúo, trío, cuarteto y quinteto, la innumerable cantidad de participaciones en carácter de músico, arreglador y productor (de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota a León Gieco, de Los Carabajal a Víctor Heredia), las bandas sonoras para cine, programas de TV, obras de teatro, etc., su incursión en la televisión y la radio, la participación del Día del Milenio 2000, la obtención de más de 25 premios, un disco triple platino y tres de oro… y, si bien reconoce que últimamente se ha alejado de los instrumentos, se ha acercado mucho más a las perillas.

En la actualidad, merced a un convenio del sello discográfico Sony con la provincia de San Luis, se convirtió en el Director Artístico del flamante (sub)sello Calle Angosta. A la fecha, se llevan editados álbumes del pianista Horacio Lavandera y la cantante Julia Zenko. Pero el propio Vitale se encargará de explicar mejor la cuestión.

Con Lito Vitale hemos tenido varios encuentros profesionales; el primero de ellos, difícil de olvidar: fue en el estudio de la ex Radio Municipal (cuando se escuchaba de verdad), en la época del álbum Viento sur. Lo estábamos esperando, con los queridos Jorge Argento Horacio Magnacco y Fabián Palermo, para realizarle una entrevista en vivo. Un oyente nos avisa que difícilmente llegue, ya que en ese momento estaba tocando en Canal 13. Estiramos lo que pudimos hasta que el músico irrumpió en el estudio, visiblemente molesto y enojadísimo con las autoridades del canal porque, pese a lo prometido, su intervención (grabada) iba a ir completa y sin cortes. Vitale sospechó que algo ocurriría y, frente al televisor, comprobó con indignación que sus sospechas eran fundadas. Pero esta situación no hizo más que potenciar una nota que hoy todos recordamos (al menos quienes estuvimos en el estudio y aquellos que la escucharon). Y pasaron, apenas, casi 20 años…

Previo a ello, cuando uno estaba haciendo los palotes en los medios de comunicación, conduciendo un programa que se emitía por una radio por cable (sí, radio por cable) en el Partido de General San Martín (proincia de Buenos Aires), la familia Vitale en pleno nos trató en reiteradas oportunidades como si fuéramos de la BBC. Nunca nos retacearon el material discográfico para su difusión; pero, además, siempre con una amabilidad impropia, regalándonos su tiempo, contándonos anécdotas, invitándonos a desayunar, merendar o lo que fuere.
Con esa misma amabilidad nos encontramos a la hora de entrevistar a uno de los artistas más prolíficos y queridos del ambiente. Nos recibió en su estudio, en San Telmo, y la verdad que dan ganas de volver antes de retirarse. Porque es difícil encontrar a músicos que se brinden de manera tan generosa y elocuente, con la preocupación de que el mensaje llegue al receptor en forma clara y sin frases de compromiso.
Ojalá que lo disfruten.

Quería arrancar desde bien atrás… ¿vos armaste tu primer grupo a los 15 años?

En realidad, antes tuve un cuarteto, cuando tenía 10 u 11 y después sí, M.I.A. cuando tenía 15.

Pero… ¿cómo se ha dado eso?

En realidad es bastante normal; cualquier chico que tiene inclinaciones musicales arma su grupo con amigos… En el caso mío estaba muy relacionado con los alumnos de piano de mi viejo (Rubens Vitale o “Donvi”), porque el padre de Babú (Cerviño) era alumno de suyo y entonces los padres juntaron a los hijos para que hicieran música (sonríe). Mi viejo también era profesor de Alberto Muñoz y de Juan del Barrio, que son los dos pilares de las formaciones de M.I.A.. Juan (del Barrio) trajo al Nono (Belvis) y a Daniel Curto y, con mi hermana Liliana (Vitale) y Alberto (Muñoz) conformábamos el núcleo del grupo. En realidad los integrantes no eran amigos míos; eso ocurrió antes, con los vecinos del barrio. M.I.A. se centraba en alumnos de mi viejo y en hijos de los alumnos; y se dio justo con la dictadura (año 1976), una época difícil para armar algo así. La mística de M.I.A. estaba basada en la organización, además de la música… bueno… vos conocés la historia…

También tocabas batería, ¿no?

Sí… toco batería y guitarra, como ves, tengo mi colección (señala las guitarras exhibidas en las paredes del estudio). En mi primer grupo toqué bajo; después, en M.I.A., toqué teclados y batería, bastante… Y la guitarra siempre me gustó. No soy muy bueno pero tengo alguna idea (sonríe).

De chico y con la música, ¿vos venías a ser algo así como el pibe al que no le cuesta el colegio?

A mí siempre me costó el colegio.

Me refiero a la música… como que la recibías por ósmosis…

Ah, sí… totalmente. De muy chico fue como un juego. Después tuve mis profesores de piano, fui dos años al Conservatorio… (piensa), no me atrajo demasiado la enseñanza de teoría y solfeo… después de muchos años me di cuenta de que no estuvo bueno dejar, que hoy día me hubiesen servido de mucho algunas cosas que hoy necesito; en cuanto a lo que decías, sí, desde muy chico tuve una inevitable relación con la música.

¿Se puede decir que vos creaste M.I.A.?

No… porque estaba Alberto (Muñoz) que tendría 23 años, Juan (del Barrio), unos 18, mi hermana… y yo venía a ser algo así como una nota de color, porque era muy chico y tocaba muchos instrumentos y me sentía muy feliz con la música. Pero más allá de eso, no era la cabeza fundamental del proyecto. Los que manejaban la cuestión ideológica de ser “independientes” pasaba más por mis viejos, mi hermana y Juan (del Barrio).

¿Eras conciente de lo que ocurría políticamente en esa época?

Relativamente. Mi hermana (Liliana Vitale) militaba y mis viejos habían militado. Yo no… tenía un chip exclusivamente musical en la cabeza. Algunos chicos de mi edad sí tenían un compromiso social importante, pero yo no. Por suerte, en un momento Liliana aflojó porque si no, hubiésemos tenido problemas realmente importantes. Lo que yo padecí fue lo que prácticamente todos pasaron en esa época, que por el pelo largo por ahí te fajaban pero no mucho más que eso…

Yo me acuerdo de haber ido a lo que ustedes, si mal no recuerdo, llamaban “Ensayos abiertos” (asiente). ¿Cómo surgió eso?

Era un ciclo de actividades que hicimos en el Teatro Santa María en el ’77 y el ’78 y un año después en el Teatro La Salle. Había conciertos jueves, viernes y sábado y, los demás días, o se escuchaban discos importados, o se realizaba alguna conferencia relacionada con la música, o alguna zapada con invitados, tocaban grupos nuevos, venían del interior (esto ya en el La Salle). La idea era que el espacio no quedara solamente para nosotros sino compartirlo con los demás.

Vos conformaste dúos, tríos, cuartetos, quintetos, fuiste solista… ¿algún formato te sienta más cómodo que otro?

No… en realidad me siento cómodo en cualquiera de los formatos. Los puntos más importantes fueron el trío, el cuarteto y el dúo con (Juan Carlos) Baglietto; son los que han tenido más trascendencia y donde el resultado fue musicalmente óptimo para lo que yo estaba buscando en esos momentos; y también se dio una gran conexión con el público. A veces hay proyectos que te parecen geniales pero que no hay manera de que el público vaya a escucharte o compre los discos. En esos tres proyectos coincidió que fue muy potente artísticamente para cada uno de nosoros y funcionó muy bien comercialmente.

¿Qué proyecto a vos te llenó completamente y la gente no acompañó?

Que me haya llenado completamente… (piensa); muchas veces se da eso, algo que te parece que está buenísimo pero no funciona, pero al tiempo te das cuenta de que… no estaba tan bueno, como que era una repetición de alguna otra cosa, por ejemplo. Los que funcionaron mal, pasado el tiempo, encontré los porqués; igualmente… dos años después de que me levantaron (el programa televisivo) Ese amigo del alma, yo hice un ciclo en el Teatro Alvear los martes con gente como Pedro Aznar, Luis Salinas, Litto Nebbia, Las Blacanblús, Botafogo, Alambre González… y algunas noches no anduvieron bien pero tengo un gran recuerdo artístico de eso. Pero no me pasa eso de “la gente no me comprendió”.

¿Tenés registro de lo que tocaste o grabaste…?

No… hay mucho más en Youtube de lo que yo tengo (sonríe). Nunca me gustó grabar los conciertos… Cuando apareció la posibilidad e los videos, sí; de hecho tengo todo lo de Ese amigo del alma y nunca me animé a editarlos porque verlos por la televisión cada noche es una cosa, pero todos juntos en un DVD… no me cierra. Además está el tema de los permisos de los músicos, las compañías grabadoras… un lío en el que no me quiero meter. Porque no va a faltar el que piense que porque tuvo cierto “éxito”, va a generar mucho dinero y entonces, para cubrirte, tenés que firmar y hacer firmar montones de papeles y formularios y la verdad que…

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