El Ojo Tuerto

Dave Fiuczynski’s Headless Torsos: David, Daniel y… y… ¿y?

The Roxy Live Bar – Buenos Aires
Sábado 20 de marzo de 2010 – 22:00 hs.

Ya en algún momento hemos tocado en estas páginas (virtuales, pero páginas al fin) un tema que a la sociedad argentina, americana, europea, asiática, oceánica y por qué no mundial, tiene en vilo desde tiempos inmemoriales. Más que por la certeza de ciertas sentencias (férreas, indoblegables, eternas) por la aparente debilidad y, por qué no, incoherencia de algunas (bastante pocas por cierto) de ellas (de las sentencias).
La paremiología se encarga, como buena ciencia que es, de estudiar a fondo el tema que nos ocupa; pero más nos interesa una rama interna (que algunos asocian con ciertos movimientos anárquicos, aunque hay quienes la asocian con cierto reverdecer del nihilismo), tal vez por su espíritu combativo, por desoír ciertas órdenes provenientes desde las más altas esferas, por su tendencia a provocar molestias profesionales (y también algunas amateurs) y por mantener en firme la soltería hasta el último de sus días, o sea… no casarse con nadie.
Los estudios paremiológicos aparecieron por vez primera en España en pleno siglo XV, a pesar de que uno de los paremiólogos más conocidos de la época fue Erasmo de Rotterdam, el autor de Elogio de la locura. Y decimos a pesar porque hoy bien se sabe que Rotterdam no queda en España sino en Holanda. Pero no es cuestión ahora de andar levantando polvareda con sucesos acaecidos (linda palabra, ¿no?) hace unos… bueno… hace tiempo (y mucho).

No hace tanto (tiempo), en 1995 (esto es: quince años, tres lustros, 180 meses, 5479 días, 131496 horas y no sigo para que no piense que está frente a un obsesivo), mis oídos (ambos) sufrieron un impacto demoledor, sorpresivo, agradable y casi lisérgico. Fue cuando escuché por primera vez a Screaming Headless Torsos; acababan de editar su primer CD, con un guitarrista demencial, un tal Dave Fiuczynski, a quien acompañaban Fima Ephron en bajo eléctrico, Gene Lake o Jojo Mayer en batería, Daniel Sadownick en percusión y uno de los mejores cantantes aparecidos en los últimos tiempos (quince años, tres lustros, etcétera): Dean Bowman.
Ese debut tuvo correlato con un formidable álbum en vivo; y muchos años más tarde aparecería un DVD (doble) ratificando las bondades del grupo.

Pero la banda no tuvo continuidad, al menos discográfica, ya que recién en 2005 (hace cinco años, sesenta meses, 1826 días, 43800 horas, etc.) aparecería un nuevo disco, en estudio. Así fue que comenzaron a aparecer distintos proyectos de su líder, el mencionado Fiuczynski, como Kif, Black Cherry Acid Lab, JazzPunk, Headless Torsos (sin el “Screaming”, ya que es instrumental)… sin dejar de mencionar las infinitas colaboraciones realizadas por el guitarrista, ya sea como integrante estable o simplemente como invitado: Hasidic New Wave, Meshell NdegéOcello, Hiromi, Gongzilla, Billy Hart, Vic Stevens, Chartbusters, Scritti Politti, Yerba Buena, Stewart Copeland, Don Byron, Marcus Miller, etc.

Hoy día podemos decir que David Fiuczynski es un músico valorado y respetado por sus colegas, la crítica especializada y buen sector del nuevo público de jazz (si asumimos que el cóctel explosivo que sale de su instrumento está enrolado dentro del género, aunque con numerosas licencias).
Screaming Headless Torsos ya había visitado Buenos Aires en el año 2001 brindando un potente concierto en La Trastienda. Esta vez, bajo la denominación Dave Fiuczynski’s Headless Torsos, se presentaron en The Roxy Live Bar ante una expectativa inusitada (e inesperada) que obligó a agregar una segunda función por entradas agotadas.

De la formación original permanecen tan solo su líder y el percusionista Daniel Sadownick. El quinteto se completó con el bajista David DJ Ginyard, el baterista Skoota Warner y el cantante Freedom Bremner (que participara en tres temas del álbum 2005).
A las 22:25 hs. todo se inicia con Vinnie, de su disco debut. De entrada queda claro que las influencias del Miles Davis de los 70’s y (fundamentalmente) de los 80’s siguen ahí, presentes, al igual que la potencia extraída del rock y un indisimulable apego por el funk. Muy buena versión con un primer solo incendiario de Fiuczynski que prosigue con un dueto percusivo en el que sobresale el trabajo de Daniel Sadownick en congas; la gente, acompaña con palmas mientras el cantante Freedom Bremner saca fotos.

Con un sonido, digamos, “pastoso”, lo que sigue es Mind is a River, de 2005. Está empezando a quedar claro que Bremner no es Bowman, pero sigamos… Del mismo álbum interpretan Zoom Zoroc, que ofrece una postura más rockera sin esquivarle a las complejidades rítmicas comandadas por Sadownick. Bremner esta vez arriesga y sale airoso en un interesante dueto con la guitarra del líder.
Una intro de ribetes arabescos en la que el percusionista usa todo lo que le entró en el baúl, es el preludio de Blue in Green, versión (muy) libre del clásico de Miles Davis y con letra escrita por Fiuczynski. Reggae mezclado con hard-rock. Sadownick sigue con su show, balanceándose con sus manos cruzadas a la altura del ombligo hasta que arremete con violencia contra los platillos, como si fueran puching balls. Bremner (que sigue acrecentando las diferencias con Bowman), imita el sonido de una trompeta; lo hace bien, pero podría habérselo ahorrado… porque la verdad que (me) da un poquito de vergüenza. A la multitud, le encantó. O sea…

Primer estreno: Field of Light. Lo inicia el guitarrista, solo, hasta que mete un riff irresistible que… lamentablemente, se transforma en una melodía amable, excesivamente cercana al Stevie Wonder de los 70’s. Un tema “lindo”, que el baterista Skoota Warner tocó por un rato largo con un solo palillo. El otro, había salido volando y tardaron en alcanzárselo. Con su recuperación (la del palillo), reaparece el mejor Fiuczynski y todo cambia para (mucho) mejor.
La relectura de No Survivors (de 2005) deja bastante que desear. Una balada feíta, que incluye un solo de bajo a cargo de David DJ Ginyard lindante con el smooth jazz. Y la versión es larga… Se sucede el instrumental Moon Ring; gran intro y luego, Sadownick mediante, el ahora cuarteto que explota con el líder viajando a Arabia nuevamente y mostrando todo lo bueno que sabe ser (y que es mucho). El baterista muestra algo interesante desde la contundencia, a pesar de su escasa inventiva. Y por ahí se coló cierto aire de malambo…

El clasicazo Word to Herb (del primer CD y dedicado al baterista de Primus: Tim “Herb” Alexander) contó con una versión que hizo justicia con el original. Buena performance aquí de Bremner, aunque las diferencias siguen siendo… no… perdón… vamos de nuevo: buena performance aquí de Bremner y punto.
Otro estreno: Degel Xmas Trees. Un comienzo que hizo recordar a Fire, de Hendrix. Pero el fuego se extinguió rápido. El tema agrega más bien poco a lo escuchado; no obstante, hay un buen pasaje instrumental con un sobresaliente solo de Fiuczynski acompañado por un furibundo bombardeo percusivo de Daniel Sadownick.
Y otro más: Reasons for Silence. Una base monocorde y orillando la disco, que me recuerda al muchacho de los sombreros, un tal Jamiroquai. Y como si se tratara de un inmediato deja vu, otro buen momento instrumental comandado por el guitarrista y con Sadownick que te salva la ropa, te la lava, la plancha, la dobla y te la guarda dobladita en el placard. Pero… qué macana, ¿no?

La gente comienza a corear “olé, olé, olé olé… Tor-sós… Tor-sós…” Y la banda comienza a tocar por encima del coro provocando uno de los mejores momentos de la noche. Luego de este momento lúdico-artístico, lo dejan a Sadownick solito en el escenario y empieza a conguear. Sin ser una de sus mejores entregas, pero pagando siempre, dio el puntapié oficial para Smile on a Wave (Theme from Jack Johnson), otra composición de Miles Davis con letra agregada. Veloz, contundente, precisa e increíble versión con la fórmula consabida, repetida y eficaz: Fiuczynski liderando y Sadownick noqueando.

El bis estuvo reservado para Free Man, en una relajada versión que no agregó demasiado.

A la salida, me encontré (mire usted lo que son las casualidades…o las invenciones) con un conocido que me comentó que se dedicó a la paremiología comparada. Ah… disculpe… creo que no le comenté que la paremiología es la ciencia que estudia los refranes, proverbios, etc. Y la paremiología comparada establece relaciones entre los refranes, proverbios, etc. (fundamentalmente, etcéteras).
Y en el fragor de la charla post concierto (bastante breve, por cierto), me instaló la duda con un ejemplo: “¿veinte años no es nada o el tiempo pasa y nos vamos volviendo viejos”?
Bueno… veinte años no sé… pero quince sí que se notan.
¿O será que nos vamos volviendo viejos?

Marcelo Morales

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