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Henry Threadgill Zooid: This Brings Us To, Volume 2

Lying Eyes, This Brings Us To, Extremely Sweet William, Polymorph, It Never Moved

Músicos:
Henry Threadgill: saxo alto, flauta
Liberty Ellman: guitarra acústica
José Dávila: trombón, tuba
Stomu Takeishi: guitarra bajo acústica
Elliot Humberto Kavee: batería

Pi Recordings, 2010

Calificación: Dame dos

La función del artista creativo consiste en hacer las leyes, no en seguir las leyes ya existentes (Ferruccio Busoni)

La música de Henry Threadgill es crisol de diversas tendencias estilísticas y sinónimo de evolución permanente. Este artista de innata vocación experimental e insaciable curiosidad, ha brillado desde un principio de su carrera tanto por la singular vitalidad compositiva manifestada a través de los años como por su personal concepción estética. Ahora, en su veteranía y con más de un centenar de obras en su haber, sigue siendo la imagen corporizada del creador contemporáneo y ostenta pergaminos suficientes para ser considerado un auténtico arquetipo de la vanguardia musical de las últimas décadas.
En su largo y fructífero recorrido artístico fue cincelando un lenguaje genuino, irreductible y en ocasiones voluntariamente elitista, pero cuyo único norte creativo ha sido mantener su riguroso compromiso estético con la integridad del arte.
Está claro que la propuesta musical de Henry Threadgill no es una más sino un punto y aparte; por ello su obra, mucho más respetada que comprendida, requiere de una extrema dedicación auditiva y rechaza por su propia naturaleza cualquier intento de aproximación superficial o aleatoria.
Resumir en pocas líneas la vida profesional de un músico de semejante envergadura es una tarea poco menos que imposible. Sin embargo, los que me siguen habitualmente saben lo ingenioso que soy, así que lo intentare de todos modos…
Antes de emprender esa ciclópea y (con perdón de la palabra) hercúlea labor, me gustaría dejar en claro que cuando digo “los que me siguen habitualmente” no estoy hablando de admiradores, adeptos o partidarios incondicionales sino de acreedores, recaudadores de impuestos, mujeres despechadas, maridos o novios engañados (por las “mujeres despechadas”, claro está) y enemigos en general. En cuanto a ser “ingenioso”… esteee… bueno, sólo intenté resumir en un vocablo una explicación cabal sobre los motivos y razones por los cuales los mencionados ut-supra, a pesar de seguir mis pasos día y noche incansablemente, no han logrado alcanzarme y/o dar a la fecha con mi paradero exacto. A lo mejor le cuento todo esto y usted es uno de ellos… no sé…

De la inabarcable biografía de Henry Threadgill se desprenden datos inequívocos de su firme compromiso conceptual en la búsqueda de nuevos horizontes musicales y en la creación de espacios de contención para el desarrollo de la innovación artística. Henry Threadgill, además de ser miembro fundador de la prestigiosa Association for the Advancement of Creative Musicians de Chicago y uno de sus principales ideólogos junto a Muhal Richard Abrams, Anthony Braxton, Wadada Leo Smith y Steve McCall, entre otros; también ha sabido desplegar, a lo largo de su abundante producción discográfica, una recorrida sin límites a la vista por diversos géneros musicales aunados mediante una visionaria personalidad estética e invariablemente representados a través de audaces y estrambóticas alineaciones ímbricas.
En 1971 conformó, en compañía del contrabajista Fred Hopkins y Steve McCall en batería, el trío de free-jazz Air; proyecto que alternaba composiciones originales con recreaciones de obras pertenecientes a Jelly Roll Morton y Scott Joplin. En la década siguiente seguiría con el Henry Threadgill Sextet (curiosamente integrado por siete músicos) en donde confluían el jazz de Nueva Orleans, el góspel y el Rhythm and Blues pero expresados en arreglos de dimensión orquestal y con una inhabitual formación integrada por dos trombones, cello, corneta, saxo y dos baterías.
No menos intrigante, tanto en su alineación como en la confluencia de estilos, sería su siguiente grupo: Henry Threadgill’s Very Very Circus. Este ensamble compuesto por dos guitarras, dos tubas, trombón, trompeta, saxo y dos baterías, llevaría adelante una radical fusión de avant-jazz, funk, folk europeo, salsa y formas musicales asociadas al arte circense. Su paso siguiente, ya en los noventa, sería Henry Threadgill & Make a Move. Quinteto con el que ofrendó un innovador collage de jazz moderno, música de cámara, tango, polka y ritmos tradicionales antillanos.

La llegada del nuevo milenio encontró a Henry Threadgill con el proyecto musical que lo ha venido acompañando hasta nuestros días: Henry Threadgill’s Zooid.

Al igual que ocurriera con sus ensambles anteriores, la discografía del Henry Threadgill’s Zooid (Up Popped the Two Lips de 2001, el vinilo de edición limitada Pop Start the Tape, Stop de 2005, This Brings Us To Volume 1 en 2009 y ahora con su secuela This Brings Us To Volume 2 de 2010) se funda en un lenguaje especialmente concebido para dicho emprendimiento colectivo.
Henry Threadgill’s Zooid empalma un amplio rango de influencias que van desde la black music al serialismo pero utilizando un lenguaje musical basado en intervalos seriados e independientes entre sí que, en definitiva, parecen remitir al concepto aludido en la denominación de la banda.
De hecho, el término “zooid” se utiliza para describir a toda célula orgánica que tiene movimiento independiente dentro de un organismo vivo.
La formación original del ensamble otorgaba preeminencia a tres instrumentos acústicos de cuerda (guitarra, cello y oud o laúd árabe) que se complementaban con tuba, saxo, flauta y batería. Luego, la paleta sonora fue mutando hasta desembocar en el actual destaque adjudicado a la deliberada superposición tímbrica generada entre la guitarra bajo acústica de Stomu Takeishi y la tuba de José Dávila.
En términos de vocabulario musical, Henry Threadgill diseñó para este proyecto una especie de código encriptado que entrecruza técnicas de composición en serie (pero que a diferencia del dodecafonismo no se remite a emplear rigurosamente las doce notas de la escala cromática); una sistémica exposición contrapuntística en diferentes intervalos seriados asignados a cada músico, elementos sublimados de free-jazz y música improvisada europea y una fuerte apropiación del patrimonio polirrítmico proveniente de la música negra afroestadounidense.
El nuevo álbum de Henry Threadgill’s Zooid continúa, como lo indica su título, con la línea trazada en el elogiado This Brings Us To, Volume 1 de 2009. Inclusive ambas producciones fueron registradas en la misma sesión de grabación y, por consecuencia, pueden ser consideradas como fragmentos musicales de un único cuerpo de trabajo.

La pieza de apertura, Lying Eyes, está organizada en una serie de bloques independientes dentro de los cuales cada instrumento puede moverse libremente, tanto para improvisar como para la creación de líneas melódicas autónomas. En un principio, la diáfana y protagónica exposición de la guitarra acústica de Liberty Ellman se desliza con suavidad sobre las figuras en contraste que dibujan el trombón de José Dávila y la flauta de Henry Threadgill y las asimetrías rítmicas que impulsan la guitarra bajo acústica de Stomu Takeishi y la batería de Elliot Humberto Kavee. Más tarde, el tema evoluciona mediante una yuxtaposición de armonías no enlazadas por líneas definidas que exhiben el habitual desafecto de su autor hacia el agrupamiento en formas compositivas convencionales y cuyo disfrute estético parece depender mucho más de una apreciación intelectual y del convencimiento que de la disposición emocional o lo meramente sensorial.
La extraña melancolía que destila This Brings Us To está vertebrada sobre una secuencia de motivos centrales expuestos al inicio de la pieza que luego progresan libremente mediante un inusitado enfoque politemático definido por sucesivos ejercicios contrapuntísticos, oblicuas texturas e irregulares ornamentos armónicos.
El inusual orden metronómico y las sutiles disonancias de Extremely Sweet William componen un alegato estético de inasible belleza en donde parecen integrarse desde una perspectiva cacofónica los elementos fundacionales de la música afroamericana.
La orgánica complejidad de Polymorph está impregnada de escaladas graduales, líneas melódicas aristadas y desconcertantes movimientos cromáticos; en tanto que It Never Moved, aun en su laberíntico dinamismo, parece exponer el rostro más lírico y afable del vasto universo sonoro integrado en este trabajo.

Sería injusto circunscribir la obra de un músico en su madurez artística a un solo álbum; pero Henry Threadgill en This Brings Us To Volume 2 demuestra que, lejos de arriar banderas o vivir de recuerdos, se encuentra en plena efervescencia creativa y con una envidiable vitalidad para seguir imaginando nuevos futuros posibles para el arte.

La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño (Friedrich Nietzsche)

Sergio Piccirilli

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